Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Dulzaina

20/11/2023

El pasado fin de semana, en toda la ciudad, sonaba la dulzaina y embelesaba a los ángeles. Tal vez, este axioma no sea el adecuado, pero sí que es el deseado. Los dulzaineros de Cuenca son especiales, los de ahora y si cabe más, los de antes.
La actual dulzaina deriva de instrumentos originarios de la antigua Mesopotamia, aproximadamente del año 3000 antes de la era cristiana. Hablamos de este lugar, Mesopotamia,: lugar entre dos ríos, el Tigris y el Eúfrates. Aquí nace la primera civilización como ente social en el mundo, es por tanto, el primer lugar donde las sociedades se forman. Eran momentos en los que la sección del viento trocaba entre los grupos de habitantes para sentir el peso de las fiestas familiares. La dulzaina, dolçaina o xirimita es un instrumento de viento de lengüeta doble perteneciente a la familia del oboe. Está formada por un tubo cónico de madera de unos 30 centímetros de longitud en el que hay siete orificios. Este instrumento es típicamente utilizado en la música tradicional española, en distintos lugares, recibiendo nombres también diversos, como gaita en castellano y sus variantes en otras lenguas, además de otros nombres locales menos entendidos.
Pero yo quisiera hacer un homenaje a Herminio Carrillo y a su hijo Herminiete, más que nada, porque se celebraba estos días, el Encuentro anual de Dulzaineros en el Casco Antiguo de la ciudad, y en el mismo, los de Cuenca y los de Guadalajara, esos Kalaberas de renombre; o los de Cuéllar segovianos, o los Tejada Piteros de La Mancha, o los Amigos de la Dulzaina, sin olvidar a los Tiruraina, y todos cuantos allí llegaban con ese afán de hacer tradición, revolotearon cada calleja del Casco Antiguo, de la Plaza Mayor, de todo cuanto sonaba a nuestra popular Tierra. 
Haciendo historia, que es lo que a mí más me gusta, podríamos decir que «La primera vez que se nombra un instrumento como la dulzaina, descrita como  trompetilla, instrumentos que amenizaban bailes y fiestas, aunque con los términos de albogue o chirimía, será en el siglo XIII cuando aparezca según las miniaturas y también hay referencias posteriores en libros icónicos como el Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita y el Quijote de Cervantes. A partir del siglo XVIII, su presencia ya será constante y perdurable en todo el folclore español». Las primeras dulzainas eran más largas que las actuales, llegando a medir 50 ó 60 cm, frente a los 30-40 cm habituales.
Vaya pues mi crónica como especial homenaje a esas gentes que tanto se esfuerzan por creer en esta tradición y su folclore: Polí, Enrique, los Mencía, los Lerma, Jesús, Javier, Miguel, sin olvidar aquellos Herminios, su sentimiento, sus creencias y su profesionalidad.
Palosanto, algarrobo, azufaifo, boj, granadillo, etc., nombres que tenían como instrumento a lo largo de la historia. Luego su composición, con tres áreas, el cubilete, el cuerpo y la campana; todo en un todo.
Vaya pues, mi homenaje especial y particular a Herminio Carrillo, por todo cuanto ha supuesto en el folclore costumbrista de la ciudad de Cuenca, de la provincia; y si cabe, Luis Puerta como maestro, entre sus talleres y su pueblo Castillejo del Romeral; pero aún así, quedan sus herederos, gentes de bien y dotados de talento para poder seguir con un ritual universal.