«Intento ser respetuoso en mis columnas, pero pueden molestar»

M.G
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El colaborador de La Tribuna, Miguel Ángel Dionisio, acaba de publicar 'El torreón de San Martín', una recopilación de artículos de opinión escritos entre 2019 y 2021 en este medio de comunicación. El autor no descarta publicar una segunda parte

El historiador, antropólogo, teólogo y colaborado de La Tribuna, Miguel Ángel Dionisio - Foto: Yolanda Lancha

Acaba de publicar 'El Torreón de San Martín', un libro que recopila 150 artículos de opinión publicados en La Tribuna entre 2019 y 2021. ¿Cómo surge este proyecto?

Surgió con la idea de facilitar la lectura de unas columnas que tienen cierta resonancia al tenerlas reunidas. Además, es una tradición periodística el hecho de recopilar las columnas en formato de libro. 

¿Qué le ha enseñado en todo este tiempo la colaboración como articulista en La Tribuna?

A estar muy atento de lo que pasa a mi alrededor y he ido creando una especie de sexto sentido ante cualquier circunstancia interesante. Por otra parte, también me ha ayudado mucho a aprender a escribir. Es cierto que he escrito libros de historia y artículos científicos, pero una columna periodística te limita y te obliga a un ejercicio de síntesis, a ir a lo fundamental y a reelaborar mucho la idea. Al principio, era terrible y tardaba tres días en escribir un artículo, pero poco a poco he madurado, he visto que soy capaz y cuando tengo la idea la desarrollo sin problema.

Dice el profesor de la UCLM, Santiago Sastre, el prologuista de su libro, que usted en lo poco dice mucho.

Ninguno somos buen juez de uno mismo. Más que decir, creo que terminas señalando intuiciones para que el lector profundice más si quiere. Resumir te obliga a pulir mucho los textos e intento cuidar mucho el estilo porque vale la pena hacer un ejercicio de enriquecimiento del lenguaje. Las columnas también sirven de aprendizaje, tanto para el lector como para el autor. En la vida hay que tener la actitud de aprendizaje y no perder la fascinación por las cosas y es lo que quiero transmitir, tanto en la columna como a mis alumnos en la Universidad.

¿Qué se otea desde el Torreón de San Martín?

Depende de hacia dónde mires. Si miro a la Vega Baja quisiera otear esperanza. Por fin, está calando su importancia y tenemos que recuperarla y ofrecerla. Toledo es una ciudad que no puede encerrarse en sí misma, tiene que ser abierta. La Vega Baja es un patrimonio que necesita ser conocido, habría que llevar a cabo un plan de excavaciones y ponerlo en valor. El mundo visigodo nos aporta mucho. 

Pero si miro hacia abajo, veo el Tajo, un río que está muerto, lleno de espumas, el gran drama de Toledo. Se puede divisar incluso las piedras que van aflorando desde el fondo del río. No somos capaces de revertir el drama del Tajo y no somos conscientes de la necesidad de un río vivo, que genere espacios de sociabilidad. Y no solo es un problema político, también oteo desde el torreón que a la sociedad toledana le falta compromiso con lo público. Está muy bien votar cada cuatro años, pero eso no es ejercer cada cuatro años. El ciudadano tiene que estar comprometido en el día a día y hay que opinar, movilizarse y estar detrás de los políticos. No se trata de ser insolidarios, pero no se puede matar un río para favorecer otras zonas. 

¿Y le resulta complicado tratar la política en sus columnas de opinión?

Sí, obviamente. Entiendo que no todo el mundo tiene que estar de acuerdo con mi opinión y más en un ámbito pequeño como en la sociedad de Toledo. Aunque intento no aludir a personas y ser muy respetuoso, aun así puede generar molestias. A veces, es complicado a nivel local, pero todos como ciudadanos tenemos derecho a dar nuestra opinión.

¿Escribiría un artículo de opinión sobre la situación política tras las recientes elecciones?

Estoy dándole vueltas, pero lo haría con calidad científica. Soy politólogo también e intento que lo que escribo se base en realidades más que en mi opinión, aunque todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias. Aun así, insisto en que todos deberíamos opinar. En algunos artículos que escribí durante la pandemia sí toque un poco más lo que estábamos viviendo a nivel existencial y político, pero percibo que hay demasiado enfrentamiento, sobre todo, en redes sociales, aunque en la vida real no haya tanto. En este sentido, la sociedad es mucho más madura de lo que los políticos piensan y ese enfrentamiento actual que estamos viendo puede llegar incluso a provocar rechazo.

En estos años de columnista en este periódico, ¿ha descartado algún tema que encajaba como artículo de opinión por la posible repercusión?

No. Siempre he escrito lo que se me ha pasado por la cabeza. Otra cosa es que en un momento determinado tienes preparada una columna y surge otra que encaja mejor. Generalmente, intento plasmar las ideas y no rechazo ninguna.

Usted mismo dice en su columna titulada 1936 que ha sido una de las que más le han costado.

Sí, mucho. Mis primeras investigaciones históricas se centraron en los años de la República y de la Guerra Civil. Hay mucho trabajo de archivo, con testimonios orales que perviven y cuando uno conoce una realidad tan cruda es complicado. Está claro que la Historia no se repite, pero sí puede ser similar y puede haber gente con interés en que se repita y es peligroso. Cuando deshumanizamos al contrario, se convierte en un enemigo y no adversario que hay que derrotar y después aniquilar. El ser humano es como es, es capaz de las mejores cosas, pero también de las peores.

Me sorprende no sólo el año 36, también los totalitarismos del siglo XX. Siempre me ha llamado la atención que la Alemania de los años 20 y 30 es la sociedad más culta de Europa. Quienes organizan la Shoah escuchaban música clásica, iban al teatro, leían literatura de alto nivel y en un determinado momento salió lo peor.

En su columna del 36 dice con aplomo que hay que tratarlo como un recuerdo histórico doloroso...

 Necesita tiempo, como todo. Hoy en día las guerras carlistas no generan polémica porque ya ha pasado tiempo. La Guerra Civil tiene un ciclo de pervivencia de cien años y cuando pasen las generaciones que no tienen el recuerdo personal, ni inmediato, y los de una generación anterior, se podrá hacer una lectura más sosegada y con mayor objetividad a pesar de que nadie sea objetivo.

Tampoco le sería fácil la columna que habla del vídeo de Tangana en la Catedral...

Creo que es mi obligación decir y aportar algo de todo lo que va sucediendo en la sociedad toledana. A partir de ahí, se puede generar debate.

De vuelta a la política, en su columna sobre Rubalcaba dejó bien clarito que las instituciones se prostituyen al servicio de intereses ajenos al estado...

Tengo la idea de que la política hay que afrontarla como servicio al bien común. Por eso, hay que distinguir entre el estadista, que mira al futuro, y el político que se queda con lo inmediato. Necesitamos recuperar el bien común. Y en esta columna, la biografía sobre Rubalcaba me ayudó mucho. 

También en sus columnas se habla mucho de religión y de historia.

Me planteo las columnas como una miscelánea en la cual van surgiendo temas al albur de lo que voy viviendo y encontrando. También reflejo mis intereses y hablo de política, de historia, de religión, de cultura, de arte, de naturaleza, de viajes y de libros porque me encanta leer. Además, genera un feedback muy interesante con los lectores. Por ejemplo, cuando preparé la reedición del libro lo volví a leer todo y descubrí elementos comunes en muchas de ellas. Y ahí está La Granja, Guadalupe, Roma, donde tengo la suerte de pasar varios meses al año investigando en archivos y siento la ciudad como propia. De alguna manera también te vas autoconociendo y revelando a ti mismo. 

¿Le ha ocurrido alguna vez encontrarse con alguien que se haya sorprendido de que sea cura?

En Toledo no me pasa porque es una ciudad pequeña, pero sí me ha ocurrido alguna vez. Quizá también sea sintomático de la sociedad española contemporánea porque, en Italia por ejemplo, no sorprende. Allí, en la prensa, en los medios y en la televisión puedes ver presencia de un cardenal, un obispo o un sacerdote y forma parte de la normalidad de una sociedad plural. Me ha pasado más en el ámbito universitario y uno tiene que saber dónde está en cada momento. 

¿Habrá segunda parte desde el Torreón de San Martín?

Espero que sí porque sigo escribiendo columnas.