400 años del proyecto de Felipe IV para navegar por el Tajo

José García Cano*
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El ingeniero Luis Bravo de Acuña al parecer hizo la propuesta al rey sobre la posibilidad o no de navegarlo. Como era de esperar el Consejo de Estado contestó al monarca que las arcas reales no estaban en sus mejores momentos

Lámina de la obra Chrorographia del ríoTajo de Luis Carducho. - Foto: Archivo Municipal de Toledo

Los proyectos históricos para hacer navegable el río Tajo han sido diversos y la mayor parte de ellos un fracaso, sobre todo por la incapacidad de mantener tamaña obra y debido también al largo recorrido de nuestro río. Precisamente hoy 9 de octubre, recordamos que hace cuatro siglos el rey Felipe IV consultó al Consejo de Estado, sobre la posibilidad de hacer navegable el Tajo. Se argumentaba que al aumentar su caudal con el del Alberche, se podría intentar el proyecto desde Talavera de la Reina hasta Lisboa. Es importante saber que la longitud del río Tajo supera los mil kilómetros si medimos desde la sierra de Albarracín hasta la misma ciudad de Lisboa, de los cuales 816 transcurren por España y el resto por Portugal; hablamos de una cuenca de alrededor de 80.000 km2, una cifra nada desdeñable comparada con el resto de ríos españoles. Es cierto que aquel no fue el primer proyecto del que tengamos constancia, ya que en 1585 bajo mandato de Felipe II, cuando también era rey del país luso, el cual propuso navegarlo para facilitar el comercio y agilizar las comunicaciones de personas en los diferentes puntos del cauce. Este primer proyecto arrancaba en Lisboa y llegaba hasta Alcántara (Cáceres), aunque se solicitó que se ampliara la navegabilidad hasta la ciudad de Toledo. Una de las condiciones que recogía aquel proyecto era que los productos que se trasladasen por el río fueran productos españoles y portugueses y así fomentar el comercio y promoción de nuestros alimentos y mercaderías. Debemos tener en cuenta que en cierta crónica del siglo XVIII (Porreño, 1748), se dice que Felipe II preparó la navegación por el Tajo, desde Toledo a Lisboa y que el viernes 19 de enero de 1582, llegó a la vega de Toledo una chalupa que el rey había mandado desde Lisboa para comenzar el proyecto de navegación que tenía en mente, pasando luego por Aranjuez para volver a Toledo y luego a la capital portuguesa. Gracias a esta información sabemos que el proyecto de 1585 no fue el primero si no que era una idea gestada anteriormente por el monarca.

Como decíamos, hoy recordamos la efeméride de la consulta hecha por Felipe IV para retomar aquella posible navegación, y como personaje importante en aquel momento nos encontramos con el ingeniero Luis Bravo de Acuña el cual parece ser que hizo la propuesta al rey sobre la posibilidad o no de navegarlo. Bravo de Acuña también fue uno de los artífices que modificaron Gibraltar para transformarlo en una ciudad fortificada e inexpugnable. Como era de esperar el Consejo de Estado contestó al monarca que las arcas reales no estaban en sus mejores momentos y por ello el rey solicita a su tía Isabel Clara Eugenia de Austria que mande desde Flandes a dos ingenieros para participar en el proyecto; por otro lado, solicita igualmente al duque de Frías -gobernador de Milán- que envíe a Talavera de la Reina a dos hombres conocedores del arte de navegar para que también colaborasen en el trabajo. Estos técnicos llegarían a Talavera durante la primavera de 1624. Poco después en los documentos nos encontramos con los nombres de Luis Carduchi y de Julio Marteli, que comenzaron a revisar el cauce y caudal del río Tajo, preparando unos detallados planos para evaluar el proyecto, aunque desgraciadamente las obras comenzaron jamás. Hay constancia de que, en 1645 mediante una Real orden, Carduchi reconoció las márgenes del río Tajo para estudiar de nuevo su navegabilidad hasta Lisboa y se apunta que este encargo se le habría hecho posiblemente en 1640 cuando comenzó la revuelta con Portugal. Mientras Carduchi revisaba el cauce y las vegas del río, y conocer de primera mano como sería factible aquella navegación fluvial, bajó en barco desde Toledo hasta Alcántara, al mismo tiempo que anotaba todos los problemas con los que se podrían encontrar al consolidar la idea. No solo se encargó de revisar esos problemas, si no que también fue aportando soluciones a aquellos y al mismo tiempo dibujó sesenta y tres láminas en color que se publicaron posteriormente en un interesante documento titulado Chorographia del río Tajo…, del que se conserva un ejemplar en el Archivo Municipal de Toledo, el cual también se encuentra digitalizado para disfrute de toledanos, investigadores e interesados (www.toledo.es/toledo-siempre/) En esta Chorographia, se dice que comenzó el reconocimiento del Tajo un 24 de febrero de 1641. Dice el autor que desde Toledo hasta Alcántara había 86 presas, estando 48 de ellas con aceñas, molinos y canales corrientes que se encontraban en uso, estando las 38 restantes perdidas. Carduchi comenta que había 42 chorreras o raudales.

Este proyecto de Carduchi, que como hemos dicho no llegó a materializarse, fue recordado muchos años después, cuando se retomó la idea de hacer navegables tanto el Tajo, como el Guadiela, el Manzanares y el Jarama, bajo el auspicio de la Compañía de la Navegación creada al efecto. En la obra de Carlos Simón Pontero (1756) donde se retoma esta idea, se dice que ya en época de Carlos II, otros ingenieros flamencos llamados Fernando y Carlos Grunemberg, realizaron un canal desde el Pardo hasta Toledo, para poder navegar por el Tajo. En esta obra se habla de la cantidad de mercancías que se verían trasladadas desde diversos puntos de Toledo y La Mancha hacia Madrid; entre ellas el esparto, el vidrio, las frutas, loza, la sal, telas y paños, etc., etc., demostrando lo ventajoso de tener un medio de transporte ágil y barato para todos estos productos y alimentos.

Los toledanos de toda la vida, saben que hoy se puede navegar por el Tajo a su paso por Toledo gracias a la barca de Pasaje, pero aquellos proyectos antiguos, muy pretenciosos, pero a la vez planteados con mucha lógica, desgraciadamente no vieron la luz por unos u otros problemas. No olvidemos que el río Tajo sigue ahí, que debemos cuidarlo y que a su alrededor ha transcurrido prácticamente toda la historia de Toledo y por ello es parte viva de nuestra ciudad.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.