Carrobles: «Lo más fácil, salvar todos los conventos a la vez»

J. Monroy
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El vicepresidente de la Real Fundación rememora la labor de esta, que ha conseguido consolidar el patrimonio material de los conventos y salvarlos del aislamiento humano

Carrobles: «Lo más fácil, salvar todos los conventos a la vez» - Foto: David Pérez

Mucho queda por hacer en la conservación de los conventos de Toledo, tanto en su faceta material, como humana. Pero volviendo la vista atrás hay que reconocer que afortunadamente también se ha avanzado mucho.

Nada tiene que ver la situación conventual actual en Toledo con la de finales de los años ochenta o principios de los noventa. A día de hoy, ha explicado esta mañana en el Congreso Internacional de Conventos el vicepresidente del Patronato y presidente de la Junta de Protectores de la Real Fundación Toledo, Jesús Carrobles, hay un patrimonio mucho mejor cuidado, conocido y valorado. Las comunidades ya han dejado de estar aisladas y tienen dadas de alta sus actividades económicas, «son comunidades que están plenamente al día».

Ha sido así, entre otras cosas, gracias al trabajo de la propia Real Fundación con los conventos, inspirada por uno de sus patronos, el arzobispo Marcelo González. Comenzó con el nacimiento de la Real Fundación y concluyó hacia 2010, fecha en la que cogió su relevo el Consorcio de la ciudad.

De cara al futuro, eso sí, Carrobles apuntó que hay que acabar con un entorno excesivamente individualista, porque «siempre fue difícil trabajar de manera mancomunada, y es fundamental, porque los problemas son los mismos para todos y es más fácil abordarlos desde la unidad que desde la especificidad de cada uno». Por eso recomienda establecer pautas comunes de trabajo, «lo más fácil es salvar todos a la vez, no uno a uno».

Historia. Carrobles hizo un recorrido por el trabajo de la Real Fundación con los conventos de Toledo, iniciándose justamente desde su nacimiento. Entonces el patrimonio de la ciudad estaba en un momento crítico y el eslabón más débil eran precisamente las clausuras.

Comenzó con una labor tradicional de recuperación patrimonio; primero las portadas entre 1992 y 1996, grandes retablos y pinturas (1990-2003) y después la recuperación de piezas, como el retablo de Matías de Aguirrre, que se vendió en un momento de dificultades en Santo Domingo el Real. La Real Fundación lo compró con dinero privado, de los donantes, y lo devolvió a su lugar.

También trabajó en una línea diferente, como la adecuación de los espacios de culto y de la vida. Así, abordó la pintura e iluminación de los templos conventuales, «lo que era una necesidad absoluta, porque había muchos sistemas de iluminación con un cableado que es un milagro que no haya ocurrido ninguna desgracia en Toledo». Trabajaron mucho en favorecer espacios internos de comunidades, salas de labor y también en jardines y claustros que a finales de siglo no eran lugares valorados.

También trabajó en la divulgación para proteger. Creó, inventario de bienes patrimoniales, para saber el estado sobre todo. También divulgación, como libro de conventos de Toledo de Balbina Martínez, y la catalogación de los archivos de los conventos, que en muchas ocasiones estaban cerrados a consulta o de difícil uso para investigadores.

Pero lo que más importó a la Real Fundación desde el primer momento no fueron los bienes patrimoniales, sino el factor, humano, el patrimonio que constituían las monjas de clausura de Toledo, que han permitido mantener la vida en las comunidades. Ellas mismas querían acceder a las innovaciones tecnológicas y gracias a dos Planes de Ayudas a los Conventos la Real Fundación las ayudó. Incluso las consiguió ordenadores gracias a las ayudas gubernamentales a las Pyme y logró que cobraran por mantener a las hermanas dependientes.