El atentado del 11M dejó cuatro fallecidos en la provincia

Á. de la Paz
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María del Carmen Lominchar, nacida en Corral de Almaguer; Balbina Sánchez-Dehesa, natural de Orgaz; Miguel Ángel Prieto, residente en Villaluenga, y Pedro Hermida, criado en Seseña, fueron las víctimas mortales toledanas

Miguel Ángel Prieto fue enterrado en Villaluenga de la Sagra el 12 de marzo. - Foto: Víctor Ballesteros

Los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid segaron la vida de cuatro toledanos. María del Carmen Lominchar, natural de Corral de Almaguer; Balbina Sánchez-Dehesa, oriunda de Orgaz; Miguel Ángel Prieto, residente en Villaluenga de la Sagra; y Pedro Hermida, criado en Seseña, fallecieron en el ataque perpretado contra la red de cercanías de la capital española. Las explosiones que se produjeron en diferentes puntos del trazado ferroviario provocaron, además, heridas de consideración grave a Teresa Montero, procedente de Villatobas. Al menos otros tres toledanos relacionados con diferentes localidades de la provincia sufrieron heridas leves.

Oriunda de Corral de Almaguer y casada con un joven también criado en la misma localidad de la Mancha toledana, Lominchar estaba embarazada de cuatro meses cuando el terror se cruzó con ella. Trabajaba como programadora informática; su marido era Policía Local de Madrid, ciudad en la que residían. La pareja acumulaba más de una década de relación y había contraido matrimonio hacía un año y medio. María del Carmen Lominchar tenía 34 años y perdió la vida en la estación de El Pozo. El auditorio municipal del pueblo en el que pasó la infancia y adolescencia lleva su nombre.

El ataque que se produjo en la misma estación del barrio de Vallecas acabó con la vida de la delineante Balbina Sánchez-Dehesa, residente en Madrid y enrolada en una empresa de Azuqueca de Henares, en la provincia de Guadalajara. En el momento de su muerte, tenía 47 años, una hija de 19 años y un hijo de 16, y estaba casada. En Orgaz, la localidad natal de la fallecida, residía su madre, motivo de sus frecuentes viajes al pueblo. Sánchez-Dehesa da nombre a una calle del municipio; además, una fuente situada en el parque Riansares homenajea a los perecidos en el atentado. Durante los últimos 20 años, el municipio ha celebrado, junto a algunos familiares de la asesinada, diferentes homenajes en su memoria.

Miguel Ángel Prieto trabajaba en Madrid, aunque había decidido mantener su residencia en Villaluenga, el pueblo en el que había pasado toda su vida. Las explosiones en la estación de Santa Eugenia truncaron la vida de este ingeniero de telecomunicaciones de 37 años, casado y padre de dos niñas que entonces contaban con apenas dos años y tres meses de vida respectivamente. El municipio sagreño rememora a su vecino con una calle y un monolito.

Tenía Pedro Hermida 51 años cuando el ataque terrorista acabó con su vida en la estación de Atocha. Trabajaba para la ya extinta Caixa Catalunya en Madrid; era, además, representante sindical de UGT en esta entidad bancaria. Nació en Seseña, localidad que abandonó a los seis años rumbo a la capital, aunque la visitaba con cierta frecuencia para encontrarse con familiares. Estaba casado y tenía tres hijos de 27, 22 y 17 años.

Una joven de Villatobas que tenía 26 años en el momento del atentado, Teresa Montero, resultó herida de gravedad y requirió de hospitalización. Además, varios toledanos fueron atendidos por heridas traumáticas y problemas en el oído provocados por la deflagración de los artefactos explosivos diseminados en cuatro trenes diferentes.

UNA HUELGA BENÉVOLA. Más allá de Madrid, la provincia castellano-manchega más castigada por la arremetida terrorista fue Guadalaja. El mayor atentado terrorista de la historia de Europa se produjo en cuatro ubicaciones diferentes (las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, y a la altura de la calle Téllez) de la línea de Cercanías que comunica la cabecera alcarreña y el corredor del Henares con la capital española. El impacto sobre la población toledana pudo ser menor por la concurrencia en aquella fecha de una huelga universitaria. Una parte importante de los usuarios toledanos del servicio de tren eran estudiantes que, tal vez, decidieron secundar el paro y no acudir a sus centros de estudio. 

Además, la fecha de los atentados coincidió con la celebración del Milagro de Illescas, otra circunstancia que pudo disuadir a decenas de illescanos de viajar hasta la capital por tratarse de un día festivo en su localidad.