Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


Modesta proposición

02/04/2023

Año electoral. Año de sorpresas. Año de promesas. Las maquinarias se ponen en marcha. Es la hora de la verdad. Hay que cuidar la imagen; y no menos la palabra, los gestos y hasta la manicura. Todo se evalúa. No hay margen para la improvisación. Los hay que salen con ventaja. A Núñez Feijóo –que tiene a su favor los tres grandes poderes: banca, empresarios y la Iglesia–, sus asesores de imagen, al parecer, le tienen dicho que le basta y le sobra con no cometer errores de bulto. Que hay que coaligarse con Vox…, pues bien, uno se coaliga. París bien vale una misa. 
Hay miedo en el ambiente. Tener que seguir esperando otros cuatro años para tomar la Moncloa es demasiado para el cuerpo de los que se consideran con derecho a tomar las riendas del poder, la derecha divina. Todos saben a estas alturas que don Pedro Sánchez es un pragmático que no duda en hacer un pacto con Mefistófeles con tal  de seguir encaramado al poder. Lo  malo es que tiene un problema de peso. El de siempre: Pablo Iglesias e Irene Montero. Irene Montero y Pablo Iglesias. Y, en medio, Yolanda Díaz –ese gran valor de la izquierda española–, Vicepresidenta Segunda del Gobierno, mimada por su jefe, y empeñada en «sumar», «sumar» y «sumar», como modo de presentar sus cartas credenciales ante Podemos. 
El problema, y en Moncloa lo conocen de sobra, es la Ministra de Igualdad y su entorno. Irene Montero y su cogollito también se sienten elegidos y su ambición no tiene límites. Una guerra sin cuartel se avecina. Cada encuesta en la que se ensalza a Yolanda es un flechazo en el duro corazón de Montero, que ya sabemos cómo se las gasta. De ahí que haya dado con la palabra divina –Primarias. Ahora sí; ahora no– para apagar las ínfulas de la asturiana.
Una vez más se puede repetir el affaire Ciudadanos, ante la preocupación de Esquerra y de Bildu, que ven cómo se le puede acabar el chollo de la impunidad. De ahí la 'modesta proposición' que nos atrevemos humildemente a exponer. Se trataría de poner en práctica una maniobra inspirada en la "guerra relámpago" de la Alemania nazi (con perdón). Don Pedro Sánchez, que al fin ha descubierto su verdadera vocación en la Diplomacia (cuando redacto estas líneas anda por China), cedería a doña Yolanda Díaz, previa conversión al socialismo, la presidencia de Gobierno y el gobierno efectivo; en tanto que él proseguiría su lucha por erigirse en gran líder europeo, en un momento en que a Macron se le están apagando las bombillas.
 Es evidente que lo que de verdad le fascina a Sánchez es el Falcon, la Guayabera, el paseo por la alfombra roja, el discursito en inglés de andar por casa, y, especialmente el protocolo. Yolanda, por su parte, es una seductora, una dama de sonrisa imperturbable, hecha para negociar, en una España en la que ni Dios se pone de acuerdo. Una mujer fascinante, amable y decidida; una mujer moderna, de izquierdas de verdad, y comprometida hasta los tuétanos con la lucha obrera. Una mujer, pues, que arrastraría a las clases medias y depauperadas que ven cada vez más que el salario no les llega.
Insisto, es una modesta proposición, en la línea de la que lanzó Jonathan Swift para acabar con el terrible problema del hambre en la Irlanda de principios del siglo XVIII. Casi un sueño, un espejismo. Pero no cabe duda del gran papel que les reserva este siglo a las mujeres. Sería muy triste ver a este valor político emergente convertido, dentro de unos meses, en otro juguete roto de Iglesias, empeñado en convertir el grupo Podemos en un archipiélago. Pero esto es lo que hay. Llevamos tanto tiempo esperando un líder de verdad que arrastre a la gente a las urnas, con entusiasmo…