La conclusión del duelo empatado "in extremis" por el descendido Talavera B ante el penúltimo clasificado, el Atlético Tomelloso, transcurrió entre puñetazos y patadas (1-1). No hubo expulsados, pues el colegiado abandonó el terreno de juego con anterioridad a los hechos, pero sí trifulca multitudinaria sobre el césped del Diego Mateo Zarra y sin presencia de efectivos policiales. El Tomelloso acusó la frustración del empate cedido a poco para el final desde los 11 metros. El filial, descendido matemáticamente desde la anterior jornada, puntuó después de seis derrotas consecutivas.
La primera parte estuvo caracterizada por un control estéril del equipo local. Un disparo de Álex Sánchez cerca del travesaño desde fuera del área en el minuto 21 representó la primera ocasión del "farolillo rojo". El Tomelloso, muy mejorado al encadenar ya siete jornadas sin conocer la derrota, al margen del encuentro pendiente contra el Torrijos, que lo disputará el Jueves Santo (12.00 horas) en el Paco Gálvez, esperó su oportunidad al contragolpe o bien a balón parado. En velocidad llegó el primer tanto visitante. Dani Lozano realizó un recorte en carrera y disparó desde el perfil izquierdo del área, superando por la escuadra al portero debutante Vili en el minuto 25. El Talavera B apretó los dientes en pos de la igualada. Dorado envió alto un libre directo. Un disparo de David Cerri fue interceptado por la defensa y el balón acabó marchándose a córner. Juanki relevó a Clovis a más de diez minutos para el descanso.
No hubo sustituciones al arrancar la segunda parte. Las jugadas del conjunto cerámico quedaron abortadas por el veterano portero Reguero, protagonista del encuentro con diferente suerte, primero por una gran parada a disparo de Dorado desde la frontal del área y, después, por la jugada que cambió el resultado del duelo: una mala salida de la portería, derribo a Carrillo dentro del área y claro penalti señalado de inmediato por el colegiado conquense Marchante Campillo. La pena máxima la ejecutó David Cerri en el minuto 90 ante el delirio de la animosa hinchada blanquiazul. Los minutos de prolongación, seis, fueron una verdadera lucha entre ambos equipos por hacerse con la victoria. El nerviosismo de los protagonistas al no alcanzar el objetivo de los tres puntos propició a la finalización del encuentro una multitudinaria tángana con descontrol de puñetazos y patadas.