Los arquitectos abogan por sistemas de prevención de incendios

Leticia G. Colao
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El presidente de los arquitectos asegura que en Talavera no se trabaja con este tipo de materiales y cree «complejo» que vuelvan a darse todas las circunstancias de Valencia

Los arquitectos abogan por sistemas de prevención de incendios - Foto: Manuel Bruque (EFE)

El incendio de Valencia ha conmocionado a buena parte del país por sus consecuencias y por la rapidez en la propagación del fuego, a lo que se suma el hecho de que se trataba de un inmueble relativamente reciente, construido hace tan solo 15 años. A la espera de las causas reales del incendio, la sociedad ha abierto un nuevo debate sobre los materiales de construcción que, a buen seguro, hará replantear nuevamente la normativa que ya se revisó tras el fuego de una torre en Londres, en el año 2017.

Desde el Colegio de Arquitectos de Toledo, su presidente, el talaverano Carlos Rojo, aboga por la prudencia y el sentido común, y lanza un mensaje de tranquilidad explicando que lo ocurrido en Valencia ha sido «un cúmulo de circunstancias poco habituales».

El hecho de que fuera una fachada ventilada, de que hubiera algún material como el poliestileno o el poliuretano o ambos en el revestimiento exterior, que originó un efecto chimenea, todo ello avivado por el viento «es ya muy difícil que se haya producido».

En Talavera no existen muchas fachadas ventiladas pero lo que no hay, seguro, son estos sistemas de materiales metálicos en el exterior, más allá de algún recubrimiento metálico, explica Rojo. Los sistemas que suelen emplearse aquí son principalmente cerámicos «que son muy seguros en cuanto a que una fachada ventilada de cerámica no tiene problema, es totalmente ignífuga».

Así, sería «tremendamente complicado» que aquí pudiera repetirse un suceso similar y de tales dimensiones, más aún porque las tres n o cuatro torres o edificios de grandes alturas que existen en la ciudad son muy antiguos, se hicieron en los años 70, y cuentan con materiales no combustibles, hechos fundamentalmente con estructura de hormigón y materiales cerámicos, incluso estructura metálica. Su antigüedad revela incluso que se realizaron probablemente sin ningún tipo de normativa sobre este tema.

Así, si se trata de edificios más recientes tienen que cumplir con el Código Técnico de la Edificación y con una normativa cada vez más restrictiva. En este sentido, Rojo asegura que en un edificio, en la protección contra incendios, «buscamos que si hay un incendio no afecte a la estructura y, segundo, que a la gente que vive dentro le dé tiempo suficiente a salir y que puedan actuar los bomberos».

La normativa se va actualizando impidiendo además utilizar este tipo de materiales combustibles más allá de tres plantas seguidas, a modo de cortafuego que interrumpa la transmisión del fuego por la fachada.

Los edificios antiguos, de más de 40 años, por su parte, están obligados a pasar una inspección técnica aunque no siempre cumplen con todas las condiciones en materia de prevención.

Asimismo, a la hora de rehabilitar edificios está prohibido desde 2017 hacerlo con material inflamable. En los revestimientos de fachadas se atiende especialmente a  tres indicativos; El primero, si el material es combustible, poco combustible o no combustible, el segundo tiene que ver con la generación de humo porque en los incendios «mata más el humo que el fuego por sus componentes tóxicos», y tercero, si el producto se vuelve  líquido y gotea, uno de los problemas sufridos en Valencia.

«Sentido común». En los edificios antiguos, y sobre todo en los más altos, donde en ocasiones y atendiendo a diferentes circunstancias, no podrían llegar las escalas de los bomberos, Rojo aboga por «sentido común» y algo tan sencillo como adoptar un tipo de medida preventiva, es decir, sistemas de detección de incendios, de humos o cualquier tipo de alarma que pueda alertar a los vecinos que algo ocurre a su alrededor.

En Valencia, afortunadamente, Julián el portero fue casa por casa avisando a los vecinos del peligro para que abandonaran su vivienda. De no haber sido así, la tragedia podría haber sido mucho mayor.

En el caso de Talavera, hay determinados edificios que, a la altura, deben sumarle determinados inconvenientes a su alrededor, como aparcamientos, pinotes o maceteros, que complicarían mucho las tareas de rescate de los bomberos.  Por ello, Carlos Rojo intenta imponer el «sentido común, ver dónde están los riesgos en cada edificio e intentar prevenir».

En este sentido, intenta «tranquilizar» a la sociedad ante la «psicosis» generada en el uso de materiales de cada fachada y anima a «repensar alguna medida de prevención», no por este tema de los materiales utilizados, que también, sino por ver qué difícil es actuar en determinadas alturas. «Hay que pensarlo con tiempo suficiente para que si algún día ocurre, sepamos qué hacer».