El calendario de la magia en la provincia (V)

José García Cano*
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La provincia de Toledo tampoco está exenta de apariciones marianas como por ejemplo la ocurrida en la localidad de Rielves. La noche del 11 agosto de 1931 una joven de trece años llamada Teófila, fue testigo de una supuesta aparición

Diario gráfico ‘Ahora’, de 5 de septiembre de 1931 con las apariciones de Guadamur.

N uestro paseo por el calendario más mágico de la provincia de Toledo nos lleva al 13 de mayo de 1917, un domingo que pasaría a la historia de la cristiandad, ya que tuvo lugar la aparición mariana en Fátima (Portugal) a los jovencitos Lucía, Jacinta y Francisco; alrededor de estas apariciones también hubo rumores e historias sobre profecías, desastres y un sinfín de anécdotas relacionadas con los mensajes que la Virgen transmitió a los niños. Nuestra provincia tampoco está exenta de apariciones marianas como por ejemplo la ocurrida en la localidad de Rielves. La noche del 11 agosto de 1931 una joven de trece años llamada Teófila, fue testigo de una supuesta aparición en la ventana de una casa frente a la suya, la cual también fue vista por su madre. Tres días después el mismo resplandor que vieron la primera vez se repitió y fue visto en esta ocasión por el padre de la niña y por su mujer y al día siguiente, serían otra niña del pueblo y sus tíos quienes vieran otra vez el resplandor junto a otros varios vecinos que en un principio no eran creyentes, sorprendiendo aun más esta extraña visión. Pero lo más interesante es que apenas unos días después, en la entrañable localidad toledana de Guadamur, también sucedió lo que muchos calificaron como otra aparición Mariana. Parece ser que el 26 de agosto de 1931, unas niñas de Guadamur -hijas del médico de la localidad- creyeron ver a la Virgen de la Soledad en un olivar del término, en el margen derecho del camino de la Fábrica; inmediatamente se lo dijeron al cura párroco y la noticia corrió como la espuma, provocando que centenares de personas acudiesen al lugar a presenciar las apariciones. Solamente algunas de las personas asistentes pudieron tener aquellas visiones, que se repitieron otros tantos días; en la prensa de la época llegaron a publicarse diversas fotografías de los vecinos y vecinas que fueron testigos de aquellos sucesos. Sonado fue en Toledo como se recibió desde el puente de San Martín y en Zocodover, a los cientos de devotos que volvían de Guadamur de presenciar las apariciones; determinados grupos de jóvenes menos fervorosos insultaron, pitaron y se burlaron de los vecinos que regresaban de comprobar la veracidad de las apariciones. Muy relacionadas con aquellas noticias encontramos las de otros tantos vecinos de Quintanar de la Orden que también aseguraron por aquel entonces haber visto a la Virgen del Rosario durante un rezo que hicieron en su honor al anochecer.

En la localidad de Novés también noticia de ciertas apariciones, pero esta vez hace muchos más siglos; de ahí que, junto a la ermita de Nuestra Señora de la Monjía, aún se conserve una fuente, que según los vecinos -y las crónicas- posee un agua con propiedades curativas, ya que en ese lugar se apareció la Virgen y de ahí que la denominen la Fuensanta. Un caso similar lo tenemos en Santo Domingo-Caudilla donde se cuenta que la imagen de Santa Ana, se apareció en la ermita del mismo nombre en época musulmana, cuyo espacio ocupa lo que antaño fue un posible castillo templario. La imagen de Santa Ana es la patrona del pueblo y la ermita citada perteneció al conocido monasterio de La Sisla de Toledo. Muy cerca de la capital toledana se encuentra Almonacid de Toledo, donde en 1330 se cuenta que, a Celedonio, un joven pastor, se le apareció una hermosa señora que dijo ser la Madre de Jesús, la cual dijo al pastorcillo que una imagen suya estaba escondida muy cerca, la cual debían de rescatar y levantar una ermita en su honor, para así convertirse la Virgen en la protectora de esa comarca. Como al pobre Celedonio nadie le creyó, volvió a buscar a María y en esta ocasión ella le cogió el cayado para tocar la tierra con él y conseguir que brotara un hermoso olivo; además le dijo que al volver se encontraría con un cortejo fúnebre en el que iría un niño y que, si le tocaba con aquel cayado, el niño resucitaría. Efectivamente el niño fallecido resucitó y todos los vecinos convencidos de que el pastor tenía razón, fueron donde el milagroso olivo, para excavar y finalmente encontrar la imagen de la Virgen, conociéndola desde ese momento como la Virgen de la Oliva y si consultamos antiguos documentos descubriremos que durante bastante tiempo esta bella localidad se denominó Almonacid de la Oliva.

Otro caso de aparición mariana tenemos registrado en Puente del Arzobispo, donde la Virgen de la Bienvenida se apareció a un labrador que estaba arando sus tierras, donde luego se levantó una ermita en su honor. Parece ser que se le apareció varias veces sobre un moral, enviando al labrador al pueblo para comunicar lo ocurrido. El vecino entre sorprendido y asustado se cuenta que respondió a la Virgen lo siguiente: «Sea, Señora, a este pueblo Bienvenida…» y de ahí el nombre que se le daría a esta imagen mariana. Es curioso como en aquel año de 1931 se sucedieron varias apariciones en otros tantos puntos de la geografía nacional, como las del monte Ezquioga en Guipúzcoa, Álava, Navarra, Guadalajara y Sigüenza y quizá haya alguna explicación -cristiana o no- pero que no logramos explicar aún, como ocurre con otros tantos hechos mágicos a los cuales de momento no podemos buscar razonamiento.

Cerramos el mes de mayo con la celebración de Santa Quiteria el 22 de mayo, una de las nueve hijas que en un solo parto tuvo Calsia, la esposa de cierto gobernador romano llamado Lucio Castelio Severo. Tanto Quiteria como sus hermanas fueron repudiadas y las recogieron algunos cristianos de los que aprendió la fe de Cristo. La joven Quiteria recorriendo Hispania llegaría a la localidad toledana de Marjaliza, donde sería asesinada a muy corta edad. Según la tradición curanderil, a Quiteria se le asocia el poder de curar la rabia, enfermedad muy común hace no tantos siglos y en su haber tiene multitud de milagros. Según la tradición los perros cuando se acercaban a Quiteria se calmaban y dejaban de ladrar. En la citada localidad de Marjaliza se conservan aun hoy algunas reliquias de esta santa nacida en Braga (Portugal), que falleció en el siglo II d.C. De nuevo encontramos en Santa Quiteria una iconografía curiosa, ya que se la suele representar con una palma, con su cabeza entre las manos, con dos perros o con una espada, aunque en el siglo XV su principal atributo era un diablo en forma humana y sujeto con una cadena, como igualmente lo llevan algunos otros santos; es una vez más, otra forma de unir el mal y el bien y reconocer la eterna lucha entre Dios y el diablo y de ahí que en ocasiones a algunas de estas santas -y santos- se les atribuyan determinados poderes mágicos, curativos y diferentes al resto de compañeros de santoral.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.