Santa Ana: ¿demolición o restauración?

J. Monroy
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Real Fundación apuesta por conservar azudes en Toledo y los ecologistas por demolerlos, aunque ambas parte parten de que debe haber siempre un consenso tras escuchar a los técnicos

Santa Ana: ¿demolición o Restauración? - Foto: Yolanda Lancha

El agua arrastrada por el río Tajo como consecuencia de la DANA ha agrandado la grieta del azud de Santa Ana, que ya es mucho más visible desde el Casco. Ante la perspectiva de que una nueva crecida, o simplemente la fuerza constante del agua, pueda acabar por hacer un mayor destrozo, vuelve a escena el debate, ¿es mejor reconstruir este azud por su valor histórico o demolerlo y dejar correr libremente al agua?

No es un debate nuevo. Ecologistas en Acción o Alejandro Cano, portavoz de la Plataforma en Defensa el Tajo en Toledo, siguen la línea ecologista de eliminar obstáculos al Tajo, como se está haciendo en todos los ríos de Europa. Sin embargo, la Real Academia toledana ya se opuso cuando la CHT lo puso sobre la mesa, por el valor de estas construcciones. Unos y otros, no obstante, ponen como condicionante para tomar cualquier decisión el que haya un consenso en la ciudad.

Conservación. El director de la Real Fundación, Jesús Carrobles, apunta que «ante la propuesta que se hizo en su momento por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo de suprimir los azudes en torno a la ciudad de Toledo, manifestamos que nos perecía un error y algo además ilegal, en la medida de que son bienes que han formado parte del patrimonio de esta ciudad». Es decir, los azudes son los restos de las principales industrias de Toledo y están documentados al menos desde el siglo X, eran la gran industria del Toledo medieval, y «elementos patrimoniales de primer orden para conocer esa manera de vivir en el pasado, y como tal están incluidos en las declaraciones de Patrimonio de la Humanidad de la ciudad y bienes que deben ser preservados».

Por otro lado, apunta Carrobles, los azudes permiten mantener una mínima lámina de agua en la ciudad, y al romperse Santa Ana, ha bajado el nivel. Finalmente, «forman parte de un paisaje cultural». El problema es que ahora habrá que ver quién es el propietario y a partir de ahí conservarlo.

Demolición. Sin embargo, desde Ecologistas en Acción Miguel Ángel Hernández apunta que «lo más lógicos desde el punto de vista de la recuperación del río y de evitar en el futuro problemas que podrían ocasionar una rotura catastrófica de la presa es quitarla». En toda Europa se está eliminando este tipo de obstáculos para crear una dinámica fluvial fluida y evitar apilamientos de basura.

Ecologistas en Acción hace precisamente actividades en el Molino de Santa Ana pero destaca que ya ha perdido su vigencia eléctrica y «como está ocurriendo en otras presas y azudes en las que no hay nadie que mantiene la actividad, ni la infraestructura, nos parece que lo más lógico es que se vayan eliminando y se restaure la zona afectada, como se obliga a cualquier explotación, por ejemplo, las minas». Eso debería dar mejores resultados incluso que los de la regeneración del Manzanares en Madrid, porque hay más agua. En definitiva, lo que impone la ley es que las empresas explotadoras se hagan cargo de la restauración del medio, «lo que no menoscaba la disponibilidad de aguas en los embalses».

En Toledo, además, la restauración sería complicada por la falta de una empresa que se haga cargo y porque en caso de hacerlo de administración, dada la situación del hormigón, «ahí no se puede parchear, hay que demoler y volver a levantar, y hay que cortar el río».

En un sentido similar se expresa, a título personal, reitera, Alejandro Cano. Apunta que siempre un azud es una barrera para cualquier río «y se consiente en función de una concesión, y una vez terminada, lo suyo es que la barrera se elimine a cargo del concesionado». Otra cosa es que en un entorno urbano el río se comporte de otra forma, porque no es un tramo natural habitual. Allí habría que renaturalizar también el río, por su salud, y porque sirve de pedagogía.

Cano explica que los azudes cuando funcionaban no eran un obstáculo para el río. Solo con las obras de restauración se han levantado, con lo que se convierten en obstáculos «y cada verano lo que tenemos son lagunitas de agua estancada que vierten unas en otras». Si se quitan, se vería la realidad del Tajo por Toledo, «que no lleva tanto agua». Personalmente abogaría por eliminar la presa, ahora que la DANA la ha dañado más, y eso que en su día la Plataforma se opuso a eliminaría si no se eliminan las de su entorno en busca de una apariencia de agua.

Consenso. Sin embargo, destaca Cano, antes de la llegada de la DANAla Plataforma en Defensa el Tajo en Toledo no ha optado todavía por una opción determinada, «porque hay diferentes formas de ver las cosas, todas con un argumento sólido». De forma que aboga por un debate social, ciudadano, sereno y tranquilo en Toledo, en el que previamente hablen los especialistas, y la ciudadanía decida antes de que la administración ejecute. La Plataforma a ha pedido a la CHTque ponga en marcha un proceso serio de participación.

Esta es la misma idea que defiende Carrobles. «habría que estudiar las propuestas, creemos que son elementos que no son un estorbo, forman parte de una realidad cultural generada en torno al río y como tal, deben conservarse, pero si por temas ecológicos es oportuno eliminar la división del río, habrá que ver fórmulas llegando a situaciones de consenso», apunta.

Hernández comprende que haya debate. En su día, cuando les propusieron una restauración de estos elementos, Ecologistas en Acción no se negó, siempre que se deje circular al río libremente. Propuso, a falta de sentido de estos elementos, estudiar si se puede conservar si acaso una parte de los mismos «si es que lo que hay ahí merece la pena» pero dejar que el río que fluya. En definitiva, «estamos abiertos a ver posibilidades» y buscar un equilibrio.