Javier del Castillo

Javier del Castillo


Genitales

12/09/2023

«No voy a dimitir, no voy a dimitir. Repito: no voy a dimitir». Le faltó agregar: y no hay cojones para echarme. Pero, al final, Luis Rubiales ha decidido irse para no darle a sus enemigos el placer de echarle, vendiéndonos además la moto de que renuncia por el bien del fútbol patrio. 
Rubiales se ha ido cinco minutos antes de que lo defenestraran, como tanto le gustaba decir a José María García. Estaba sentenciado, tras su inadmisible y deplorable comportamiento del día 20 de agosto en la celebración de la victoria de la selección femenina en el Mundial de Australia. 
El sujeto en cuestión, patán donde los haya, había sido suspendido de sus funciones por la FIFA y tiene una querella pendiente por «agresión sexual y coacciones» a la jugadora Jenni Hermoso. Una actuación que venía precedida del tocamiento de genitales del susodicho en el palco del estadio.
La concienciación social ante estos hechos no dejaba lugar a dudas. Los mismos que le habían aupado con su voto a la presidencia de la Federación Española de Fútbol, a sabiendas de que no parecía trigo limpio; los mismos que miraban para otro lado cuando Rubiales usaba métodos dictatoriales y poco transparentes en la gestión de la RFEF, celebran ahora su dimisión, olivándose de los aplausos que le dieron después del escándalo.
Éxito conseguido. La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, celebraba el domingo la noticia, pero subrayando especialmente la lucha por los derechos de la mujer. «El país feminista avanza cada vez más rápido», escribió en su cuenta de Twitter. 
El caso Rubiales había eclipsado totalmente al gran éxito de las chicas en el Mundial, cuyo título se trajeron a casa. Nunca habíamos hablado tanto del beso no consentido de este gañán a la jugadora Jenni Hermoso. En el Ministerio de Igualdad, con Irene Montero al frente, convirtieron el 'pico' de Rubiales en una gran pancarta feminista, hasta el punto de opacar durante varias semanas otros asuntos recurrentes, pero de mayor gravedad, como la libertad y reducción de penas a violadores y delincuentes sexuales, gracias a la aprobación de la Ley del 'solo sí es sí'.
Rubiales, como otros directivos sospechosos del deporte español, no ha caído por prevaricar ni malversar caudales públicos. Ni por usar la RFEF como si fuera su cortijo. Rubiales se ha tenido que marchar porque, como ha dejado claro nuestra 'chulísima' y encantadora vicepresidenta del Gobierno, el feminismo en nuestro país es imparable.