Salinero, segunda vida al alma de los materiales

J. Monroy
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El escultor toledano, que expone desde el viernes en el Centro Cultural San Clemente, se acerca a un neodadaísmo con materiales «tirados y a veces maltratados» que reutiliza en sus obras

Salinero trabajando la piedra en su estudio. - Foto: Yolanda Lancha

Encontramos a Fernando Salinero en su estudio haciendo lo que más le gusta, trabajando, en este caso, la piedra. Mientras nos atiende, nos enseña su jardín. Entre árboles y esculturas de bronce, hay varias muestras de arte efímero. Una obra nos da la clave de sus últimas actuaciones: en los restos de un árbol seco que se negó a talar, Salinero ha sustituido las hojas de antaño por piedras, en recuerdo de aquella teoría presocrática que dotaba de alma a las mismas. «Lo último que estoy haciendo se puede enclavar dentro de un neodadaísmo ecológico, con materiales que encuentro y los reciclo», apunta el veterano autor toledano.

Salinero está 'de moda'. Tras las última exposición en Art+51 y el restaurante Ruf -una serie de cuadros con tampones de euros como protagonistas, en la que se representa la mafia humana, muy a lo caso Rubiales, con sexo, dinero y violencia-, los toledanos tienen hoy la oportunidad de disfrutar en la ciudad de dos de sus obras. Además de aquella que cedió al Ayuntamiento para el museo de escultura 'El Tajo' en La Cornisa, el Centro Cultural  San Clemente, perteneciente a la Diputación, expone desde el viernes 'Dentellada del Cerco', como protagonista del otoño en 'Las estaciones del arte'. Estará durante tres meses en San Clemente junto a una pintura de Prado de Fata. Dentelladas es una escultura que obtuvo varios premios. Pertenece a una serie de jaulas trituradas por elementos como muelas, «trata del alienamiento de las personas y la sensación de ahogo que podemos tener en un momento dado por temas laborales, familiares y económicos, que nos encierra en algo de lo que nos cuesta salir. Pongo elementos molares que rompen el alambre para liberarse de ese efecto».

El autor. Entre muebles castellanos y varias muestras de su obra más moderna que muestra con entusiasmo, Salinero rememora sus orígenes en la Escuela de Arte y Oficios. Estudió Dibujo Artístico, Modelado y Tala en Piedra, principalmente con Francisco Gómez 'Kalato'.

Las obras de Salinero en su taller, desde las últimas creaciones en corcho, a algunos bronces del patio. Las obras de Salinero en su taller, desde las últimas creaciones en corcho, a algunos bronces del patio. - Foto: Yolanda LanchaA partir de ahí, el autor toledano ha practicado diversas artes prácticas, pero la que sin duda ha protagonizado su vida ha sido la escultura. «Yo salía del trabajo y me venía al taller en las horas libres, ya fuera invierno o verano. Los fines de semana era cuando más horas echaba, pero también entre semana me ponía a trabajar a las seis de la tarde, incluso en invierno, con luz artificial y con ropa de abrigo, porque la piedra se tiene que trabajar en zonas ventiladas, y a veces lo hacía al aire libre y se me hacía de noche», apunta. También ha abrazado al hierro y la fragua, emulando a Vulcano, y la pintura, aunque en menor cantidad.

Sus últimas obras se centran en el hierro y también en la reutilización de materiales, el reciclaje. Tras una reciente visita con su hijo al Guggenheim, ha comenzado a utilizar restos recogidos de chatarrerías o incluso tiradas de forma desordenadas en la calle, para imitar la arquitectura del museo y diseñar obras que recuerdan ruinas de edificios steampunk, pero siempre pensando en la ecología. Son «objetos dadá que ha sido prefabricados, tirados e incluso maltratados, a los que les das una nueva vida, sin tener que usar materiales nuevos; reciclas un poco y le das una segunda oportunidad a ese material».

También el corcho de deshecho de antiguas colmenas ha servido a Salinero para la reciente creación de dos series. En una ha encerrado muñecos en ventadas de un enorme cilindro de este material, con lo que «reflejo las jaulas en las que socialmente estamos cada persona en nuestra zona de confort, con su número, como si estuviéramos codificados, en lo social y políticamente correcto, todo muy ordenado en nuestro individualismo y nuestra propia jaula de oro con número de serie». La segunda, al aire libre, hace alegorías a antiguas civilizaciones. Además, el corcho le ha permitido crear un árbol de navidad infantil, para que lo manipulen los niños. En definitiva, este reciclaje le permite un trabajo más ligero, más divertido y a veces con una carga social, crítica y autocrítica.

La jaula de las personas en su zona de confort.La jaula de las personas en su zona de confort. - Foto: Yolanda LanchaY sin abandonar el hierro y la piedra, Salinero también se acerca al arte efímero, performances que ha veces desarrolla de forma participativa.

Del Círculo a la Estación. Porque Salinero ha pertenecido durante las últimas décadas a grupos como el Círculo de Arte o La Estación. Era otro Círculo de Arte distinto, el de los bajos del Mercado. Recuerda gente como Jiménez Silva o Manuel Fuentes Lázaro, donde «se daba una vida más acorde al sentir de muchos artistas». Después llegó el traslado a San Vicente. Desde ese momento, reconoce que algunos compañeros se hicieron «un tanto disidentes, porque aquello no funcionaba como en origen estaba pensado y formamos el grupo La Estación».

Escribieron una carta a la Dirección de Círculo, donde explicaron que no se iban por nada en especial, «pero no nos gustaba el funcionamiento, se había hecho ya muy comercial y se vendía alcohol». Y así surgió La Estación, denominado así porque al principio los seis artistas se reunieron en invierno en la cantina decimonónica de la estación de Ferrocarriles. Tal fue la importancia de aquel inicio, que la primera foto del Grupo fue en la capilla de Alfonso XIII en la estación, hoy casi desconocida.