Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


La Julia

19/07/2023

A Ovidio, el Verato, una vaca suiza a la que llamaba Rubia siempre le paría los terneros con seis patas, cuatro orejas y una giba como un camello. Si traía hembra, nacía sin defecto. A la Julia, su mujer, le dio pena del primer pobre ternero defectuoso y, aunque todo el barrio le aconsejó que lo sacrificara y echara para los perros de la reala, ella lo sacó adelante, primero con biberón y luego con pienso de habas y algarrobas. La Julia era una mujer muy despierta y emprendedora, fue la primera que para combatir la cagueta de los becerros empezó a mezclar la leche en polvo con Salvacolina.
-Si a las personas humanas la Salvacolina nos corta la cagalera, ¿por qué no se la va a quitar a los terneros mamones? -decía muy segura.
Y, joder que si se la cortaba, era remedio santo. Como un tapón en el culo. Los terneros aguantaban sin problemas hasta el siguiente mercado. Dejamos la farmacia de don Manuel Pereda, la de la carretera de Cervera, sin existencias. Como si hubiera andancio.
El choto llegó a pesar más de quinientos kilos. Se lo compró Raimundo, el Ruso, un carnicero de Cenicientos que había estado de voluntario en la División Azul. En el trato ajustaron que tenía que traerle la piel. Así lo hizo el Ruso y Ovidio, el Verato, la mandó curtir a los pieleros de Valdeverdeja. Sus hijos aún la conservan -y la enseñan con orgullo- colgada en la pared del comedor de la casa de la huerta.
Cuando nació el segundo fenómeno, José, el de Pozuelo, que compraba bestias para la carne, les trajo a unos gitanos de Madrid que le dieron por el animal un dineral. Lo pasearon, cobrando entrada, en una DKW con carrocería de madera por todas las ferias de ganado de España y de Portugal. Y el tercero lo adquirió el circo de los Hermanos Tonetti para hacer un número de equilibrio con una oveja de dos cabezas. La Julia les sacó un montón de entradas gratis para las funciones de la Feria de Mayo. Las repartió un domingo, entre los niños de las huertas de Hontanillas, a la salida de misa de la capilla de El Pistón, sentada en el Renault 4L de Butano Moro que traía y llevaba al cura de Talavera.