Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Amiguito del alma

14/07/2023

Me duele Correos. Que no funcione la Autoridad Portuaria de Alicante me tiene sin cuidado, pero lo del servicio que fundó Felipe V me llega al alma. Pesa mucho que, como hijo del cuerpo, siempre he tenido alma de cartero. Con la gorra de visera y la cartera de cuero a rebosar de correspondencia. Desde niño, me fascinaba ver la mesa central de la sección de cartería mientras los trabajadores clasificaban las cartas para distribuirlas al cartero responsable. Funcionaban como un reloj. Fue endiñarles el carrito de la compra amarillo chillón y el servicio empezó a perder su encanto. Conozco a algún empleado que se resistió hasta el final y, para sustituir su deteriorada compañera de viaje, buscó en el almacén. Allí se amontonaban las carteras que habían dejado los que habían sucumbido a la nueva herramienta con ruedas. Muchas estaban rotas e inservibles. Las cosas del romanticismo, que no suelen ser sencillas. De aquello han pasado 22 años y, a partir de entonces, los carros amarillos se apoderaron del cuerpo de Correos. 
Lejos de sentimentalismos, en los últimos cinco años, el servicio arrastra una degradación acuciante. Es lo que tiene colocar a tu amiguito del alma al frente de una empresa con tanta importancia. Si lo pones en el Hipódromo de la Zarzuela, igual no se nota tanto. En Correos, con una plantilla oficial en torno a 80.000 trabajadores -en el día a día son bastantes menos-, si no elevas a la máxima dirección a un profesional de contrastada experiencia, dejas la compañía a la deriva. Y así lleva cinco años, desde que Sánchez entregó el juguete a su colega Juan Manuel Serrano. El principal mérito de Serrano fue salir de gira por España con Pedro Sánchez con un Peugeot 407 para recuperar la Secretaría General del PSOE, de donde le habían defenestrado los suyos. A partir de ahí, la carrera del amigo despegó: desde 2014 a 2018, jefe de Gabinete de la Ejecutiva Federal del PSOE y luego la presidencia de la sociedad postal. En Correos se embolsa al año 208.000 euros brutos, una cifra en todo caso modesta después del esfuerzo que supuso recorrer la Península a bordo de un utilitario diésel. 
Una de las primeras hazañas de Serrano al frente de Correos fue despedir a buena parte de los directivos de la casa. Si hubiera tenido que pagar de su bolsillo las cuantiosas indemnizaciones, se lo habría pensado. Los damnificados no anduvieron mucho tiempo llorando por las esquinas y casi al instante se colocaron en CTT Express, una empresa de paquetería que funciona tanto en España como en Portugal. Tenían los contactos y conocían el negocio, que es el objetivo de toda compañía. Por eso, le comieron gran parte de la tostada a Correos, que no ha sabido recomponerse dentro de un segmento de su servicio que, con la caída en picado de la correspondencia ordinaria, debería haber acaparado. Luego, escuchando a los sindicatos -que no son sospechosos de su especial beligerancia contra el Gobierno- la gestión de la plantilla ha sido un fracaso. Denuncian que no se cubren las bajas y que la bolsa de empleo tiene tantos agujeros que no funciona. Cuando lo hace es para colocar a amiguetes.  
Con este panorama, en estas elecciones veraniegas tan atípicas, en Correos se han quedado con las vergüenzas al aire. No han llegado los refuerzos prometidos y a muchos electores que solicitaron el voto por correo el 30 de mayo o en los primeros días de junio aún no les ha llegado. La casuística del personal votante es tan variada que se están dando situaciones en las que, sin haber podido validar el voto, volaron al extranjero y ya no tendrán opción. Siempre queda espacio para el recurso, que suele quedarse en pataleo y como grito en el desierto. Toca desear que el próximo Gobierno coloque al frente de compañías tan esenciales como Correos o Renfe a personas cualificadas para el puesto.