Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Futuro digital, o no será

10/07/2023

La revolución digital que estamos viviendo en este siglo XXI para impulsar una economía más sostenible, decarbonizada, con menor huella, o un estilo de vida más saludable, va tan rápida que a veces resulta difícil calibrar en qué punto de implicación están los sectores estratégicos, y cómo debe ser su adaptación a unos nuevos procesos que apenas conocemos.
En el campo, hay una parte de los agentes agroalimentarios muy involucrados con los desarrollos tecnológicos que van llegando, atraídos posiblemente por el objetivo de abaratar costes, o ganar eficiencia y competitividad, y otra, muy receptiva, dispuesta a adherirse al gran cambio. En este sentido, los que asisten como meros espectadores, quizás no tengan más remedio que incorporarse -lo antes posible- para no encarecer más la factura de una transformación que también tendrán que pagar porque es imparable.
El informe presentado estos días para crear el Observatorio de la Digitalización Agroalimentaria y del Medio Rural en el propio MAPA, revela datos interesantes que son resultados de encuestas realizadas a empresas y otros operadores. Uno de ellos, por ejemplo, señala que «las competencias digitales de estos agentes de la cadena, se encuentran por encima de la media de la población española». En este sentido, se ha diseñado un mapa interactivo denominado 'Digimapa', que ayudará a la localización de las proveedoras de servicio y tecnologías digitales que trabajan en esta gran revolución.
Con ello, un total de 3.600 agricultores, ganaderos y otros operadores de la misma industria alimentaria han participado en el estudio para describir el grado de penetración de las nuevas tecnologías en sus ámbitos de trabajo, las barreras y oportunidades que perciben a la hora de enfrentarse a ellas, el estado de conectividad del entorno, o sus preferencias de asesoramiento y conocimiento. 
Y en ese sentido se confirma que un 83,9 por ciento de las explotaciones agropecuarias recolectan ya datos de sus respectivos procesos productivos. ¿Nadie ha reparado en el valor de toda esa información? A buen seguro que sí, porque es la materia prima de un universo denominado Big Data, en el que grandes compañías, apoyadas en la Inteligencia Artificial (AI), desmenuzan con complejos algoritmos para crear soportes y herramientas.
Sin embargo, ¿cómo se está monitorizando esa información que de repente se ofrece de manera gratuita con cada click en nuestras tabletas, móviles o sistemas de geolocalización?
El uso del cuaderno digital -que finalmente retrasará su entrada en funcionamiento sobre el calendario previsto de la PAC- ya es un elemento testigo de lo que hay detrás de esa gestión modernizada, y de los beneficios que quizás están obteniendo otras empresas para saber dónde estamos, lo que hacemos, y lo que despreciamos en cada inversión.
Un 53 por ciento de todas las personas entrevistadas ya utilizan por ejemplo esta herramienta, ya sea porque lo rellenan a mano, como automáticamente. Y debemos saber que esa información, más allá de justificar que cumplimos con la PAC, fluye por aplicaciones sofisticadas de rastreo que volcamos, muchas veces sin saber que dimos  el consentimiento. 
Pero es probablemente, en esa acción casi inconsciente, donde otros están trabajando a la velocidad del rayo, en los mecanismos para definir patrones y modelos que mañana serán determinantes. Quizás, por ser tan generoso el sector en esa cesión, debería tener derecho al menos, a la democratización de esta gran revolución.