Y los mayores dijeron basta

Agencias
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El sentimiento de aislamiento que viven las personas de más de 65 años en acciones como ir al banco o al médico les ha llevado a alzar la voz por un trato más humano porque avisan: «No somos idiotas»

Las demandas pasan por acabar con la brecha digital y apostar por la atención directa. - Foto: Miguel Toña

Amparo Molina acudió una mañana a sacar dinero a su banco de Burjassot (Valencia), pero el cajero le acabó dando problemas y la única alternativa era hacerlo por ventanilla pagando una comisión; se fue a denunciarlo. Carlos San Juan, otro pensionista que viven en Valencia, se ha hecho famoso con su campaña reclamando una atención humana en las oficinas bancarias.

Son símbolos de una marea de personas mayores que ha dicho «basta ya» y conseguido un impacto por el que durante años han peleado muchas asociaciones ante la discriminación y el aislamiento que les provocan acciones tan cotidianas como hacer la declaración de la renta, pedir una cita para el médico o ir al banco.

Gracias a la iniciativa Soy mayor, no idiota, Carlos San Juan, jubilado de 78 años, ha conseguido reunir 600.000 firmas a través de la plataforma Change.org, un número simbólico que trasladó el pasado martes al Ministerio de Economía para reclamar más atención humana en las sucursales bancarias.

El hombre, que primero trasladó su petición en una conversación telefónica al gobernador del Banco de España y luego se reunió con el alcalde de Valencia y el conseller de Hacienda de la Generalitat, ha conseguido que incluso la vicepresidenta Nadia Calviño reconozca que los mayores «no están teniendo el servicio que merecen». Su impulso también ha servido para que el presidente de la Asociación Española de Banca, José María Roldán, anunciara esta semana que las tres patronales bancarias, AEB, CECA y UNACC, modificarán el protocolo para dar una solución de carácter permanente para las personas mayores que no puedan utilizar los canales digitales. A este respecto, Banco Santander ampliará desde el próximo lunes el horario de caja  hasta las 14.00 horas.

No obstante, San Juan pretende seguir con su campaña hasta que se vean resultados. Estamos hartos y queremos realidades», asegura, motivado para continuar por «las personas que no pueden transmitir su voz, que no tienen capacidades para hacerse oír, están excluidas o viven solas».

Porque el objetivo de esta campaña es que todas las entidades les atiendan de forma directa en horario de oficina por la mañana, sin trabas tecnológicas y con más paciencia. Para muchos, explica, sacar dinero o hacer una transferencia se vuelve imposible si es a través de una aplicación, y no tienen que quedar excluidos por haber llegado tarde a la digitalización.

El trato humano ha sido el eje de la vida de este médico especialista en urología jubilado. «No basta con una medicina fría, hay que tener sensibilidad, saber lo que necesitan los pacientes», afirma en un paralelismo con la atención que reclama a la banca. «Carlos San Juan ha hecho en 15 días más que las asociaciones en años; no nos han hecho caso y llevamos insistiendo en que estas situaciones discriminatorias generan exclusión y humillación en las personas mayores», explica Juan Manuel Martínez Gómez, también médico jubilado y presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma).

Esta plataforma, que agrupa a las principales entidades de mayores, ofrece desde hace años formación en tecnología, «pero el paso lo deben dar también las administraciones, los centros comerciales o las entidades de seguros; no es un solo un problema de los bancos, que también, porque el dinero es necesario para vivir; es uno más en el día a día, como cuando vamos a comprar un billete de tren».

A ello suma «el miedo a acudir a los centros de salud y a los hospitales, las dificultades para pedir hora o ponerse en contacto con sus médicos». «Además de agravarse las enfermedades crónicas, se están produciendo situaciones de depresión sobre la patología previa. Debe haber un trato preferencial en atención primaria y la telemedicina puede facilitar el seguimiento de los mayores», añade Martínez, de 77 años.

En el caso de los bancos, apuesta por aplicar una «fórmula transitoria», es decir, que una persona atienda a los mayores y les enseñe el manejo de las gestiones telemáticas. «Nos preocupa el número de robos que están sufriendo en los cajeros por personas que se acercan con la excusa de ayudar».

Instalar cajeros automáticos en los ayuntamientos de los pueblos para aportar servicio y seguridad es una de las soluciones que aporta Ceoma, aunque también ayudaría que se haga una fila de atención preferente para los que tienen más de 65 años en administraciones y entidades privadas, como ya ocurre en algunos centros comerciales.

«Esto es un atraco»

El segundo rostro en la lucha por una atención humana en los bancos también vive en la Comunidad Valenciana. Amparo Molina, vecina de Burjassot, presentó una denuncia a finales de enero tras negarse a pagar dos euros de comisión para retirar dinero en la ventanilla en su sucursal al no haber podido sacarlo con la cartilla en el cajero.

«Han cambiado las tornas, esto es como si vinieran los banqueros y nos dijeran 'manos arriba, esto es un atraco', parece una película de Berlanga», afirma esta mujer, también jubilada, que se fue del banco sin su dinero pero sin «doblegarse».

Molina cree que su causa es «de sentido común» y «de derechos humanos». Se ha dirigido tanto el servicio municipal de Consumo, como al defensor del pueblo, e incluso ha enviado una carta al ministro de Consumo, Alberto Garzón, para que medie con los bancos.

«Es difícil poder llegar a tiempo a unos horarios de atención muy limitados, además de tener que esperar haciendo cola de pie en la calle», cuenta en su misiva. «Nunca me he rendido, he luchado siempre y voy a seguir con esto hasta que lo consigamos», afirma.