Esther Durán

Serendipias

Esther Durán


Generaciones

17/05/2024

En los días de resaca electoral catalana, escucho a un politólogo comentar que el independentismo ha obtenido sus peores resultados desde 1980, cuando se celebraron los primeros comicios autonómicos y el nacionalismo de Pujol y Barrera alcanzó 57 escaños, muy similar a los 61 del pasado 12M. Sin intención, ni reflexión, me digo: hace 20 años, para una milésima de segundo después, recalcular y recordar que en 1980 no había nacido, pero me quedaba poco y las velas que soplo empiezan por 4, así que hace cuarenta y cuatro años de aquellas elecciones. Una eternidad.  
Como eterno se me hizo ceder a los deseos de unos adolescentes de mostrarme la música que les gusta: «no profe, tranquila, son canciones de amor», me quise asegurar: «nada de contenido sexual, ni machismo», la portavoz del grupo: «no, no, de verdad, nada». Ese anhelo de que cuando algo te encanta, te hace reír o enfadar lo quieres compartir con alguien más y estás convencido de que el receptor sentirá lo mismo, lo veía en sus caritas mientras tarareaban y coloreaban unas cartulinas y me observaban, hasta que lo quisieron ratificar y me preguntaron: «profe, ¿a que te gusta?». Lo cierto es que tres cuartas partes de las letras ni las entendía, era un hablar sin sentido, melodías idénticas que era incapaz de identificar si seguía la misma o había empezado la siguiente. Está feo mentir, sonriendo dije: «a ver, no mucho, pero no os preocupéis, se llama distinta generación». 
El caso es que hoy es el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, se celebra cada 17 de mayo para conmemorar la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la OMS, hecho que tuvo lugar este día de 1990. Aquí freno y calculo sin dejarme llevar: hace solo 34 años. Espeluznante. Recuerdo a esa jovencísima juventud que canturrea, tan llena de vida y, muchas veces, tan plagada aun de prejuicios ajenos y heredados. ¿De verdad, seguimos así? Hay ocasiones en que, afinando el oído, me parece que, desgraciadamente, no hubiese pasado ni una sola de esas generaciones.