Un extranjero llamado Picasso

José Oliva (EFE)
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Un estudio revela que el malagueño fue una persona vigilada en Francia por ser foráneo, supuesto anarquista y vanguardista

Un extranjero llamado Picasso - Foto: EFE

Nadie hubiese imaginado que el gran Pablo Picasso hubiese sido tratado de extranjero en Francia, un país al que llegó a finales de 1900 y en el que se sintió como en casa.

 Sin embargo, numerosos documentos inéditos han revelado que el pintor del Guernica fue «triplemente estigmatizado, por extranjero, supuesto anarquista y artista de vanguardia», según revela la historiadora francesa Annie Cohen-Solal, que tras seguir la trayectoria del malagueño acaba de publicar Un extranjero llamado Picasso, galardonado con el Premio Femina de Ensayo en 2021 y que acaba de publicar en España Paidós. 

El trabajo es el resultado de la investigación de documentos inéditos tanto en los archivos del Museo Picasso parisino como en los archivos de la Policía.

El libro nació de su interés por unir dos mundos desconectados, la historia de la inmigración y el relato del artista español, y de una posterior exposición, Picasso, un extranjero en la ciudad.

Cohen-Solal señala que Picasso ya fue visto como sospechoso desde su llegada a París en 1901: «En aquel momento, Francia había vivido muchos tumultos sociales, entre otros, por los ataques terroristas de los anarquistas contra el propio presidente francés, y había mucha tensión con los extranjeros».

Tras el éxito de su exposición en la Galerie Rivoli, la Policía se fijó en el nombre del pintor malagueño y redactó un informe en 1901.

En el libro se recogen, subraya la autora, «muchos archivos no publicados e inéditos, como las 4.000 cartas que su madre (María Picasso) le escribió de 1900 a 1938, cuando murió», en las que se la ve convencida de que su hijo es un genio.

También es desconocido el expediente de nacionalización: «Picasso solicita la naturalización en 1940 porque tiene miedo de ser asesinado por los franquistas, como le había sucedido a Lorca en 1936».

Cohen-Solal ha descubierto quién le negó esa ciudadanía francesa: «La personalidad que hay detrás de este agente, que representa a la Policía en su conjunto, es realmente devastadora».

Son también inéditas las cartas que recibe el artista, cuando se une al Partido Comunista, de todos los alcaldes comunistas de diferentes municipios de Francia, pidiéndole obras suyas; así como la petición de Françoise Gilot, para que Claude y Paloma, sus hijos, recibieran el apellido de Picasso porque eran hijos que habían nacido en adulterio, algo que la ley francesa impedía.

Cuando Paloma y Claude Gilot tuvieron unos 14 años, Françoise Gilot pidió que se les reconociera el apellido paterno pero «la administración francesa se lo denegó en 1962 alegando que no se podía quitar un apellido francés tan bonito por uno extranjero».

Cada dos años tenía que volver a comisaría para renovar su identificación y desde que en 1907 donó un conjunto de obras, el Estado francés le concedió una carta de residencia privilegiada. Cuando el general De Gaulle le pidió que se hiciera francés, él se negó y también rechazó la Legión de Honor, porque ya no necesitaba protección como en 1940.

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