Rufo incontestable en Talavera

Mario Gómez / TALAVERA
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El torero de Pepino cortó tres orejas que no reflejan la dimensión que dio. Dos faenas de torero muy cuajado, especialmente la segunda, que confirman que ya es una realidad. El Juli le acompañó en hombros y Morante dio la cara y la cruz en sus faenas

Rufo toreó abandonado y vivió con intensidad la faena. - Foto: M.G.G.

A rebufo de tener una figura del toreo, Talavera ha subido considerablemente la categoría, la calidad y la organización de sus festejos. Tomás Rufo tira y mucho en su tierra y eso sirve para llenar La Caprichosa y que vengan las figuras, conformando un cartel que, sin ir más lejos, se repetirá en Las Ventas el próximo jueves.

El que cerró el festejo no se prestó al saludo capotero, pero sí lo hizo al quite que realizó Rufo. Un bello y variado quite que sirvió de preludio de una faena de entrega y mano baja en la que Tomás manejó los tiempos y supo dotar al de Alcurrucén de lo que requería en cada momento. Momentos de acople y de apretar y otros de aliviarlo para pulsear las embestidas y expresarse, especialmente al natural. Lo hizo en muletazos casi circulares, enroscándose las embestidas a la cintura, también en muletazos alargados hasta el extremo, de pies asentados en una faena de mucho valor. Rufo ya es un hombre, y en sus planteamientos, terrenos y faenas eso se ve. El acero fue efectivo, pero no viajó certero y todo quedó en oreja a pesar de haber podido ser hasta de rabo.

Rufo se entendió rápido con el tercero y Talavera se entendió con Rufo. El de Pepino ha hecho patria de La Caprichosa y eso se nota en los tendidos. Rápido se lo sacó a los medios y le corrió la mano al natural. Eso llevó a ebullición la faena, antes de que por el derecho volviese a instrumentar dos tandas de mando y mano baja. Cambió la ayuda y tiró la de verdad para volver a acariciar las embestidas al natural, libre de ataduras, y escuchar los más rotundos olés talaveranos. Terminó toreando por ambos pitones cambiándose la muleta de mano por la espalda antes de rubricar una faena de una gran estocada (que había brindado a Daniel Ruiz júnior) y por la que paseó dos orejas.

'El Juli' estuvo magistral en el segundo y la gente pronto se puso de su parte. El animal estaba un tanto regordío, y aunque abrió pronto la boca, el madrileño lo crujió desde muy pronto ante lo que el animal respondió. Le extrajo todo lo que tenía con un epílogo en el que se gustó corriendo la mano, conectando con el tendido y toreando muy para él. Se pasó incluso de faena y se tiró a matar dejando una estocada entera, un punto contraria, pero de rápido efecto que le valió el doble trofeo.

El quinto fue más sosito y de una condición más limitada y 'El Juli' supo cuidarlo. Le alivió con una muleta a media altura y dando tiempos entre tandas. Animal de mucha clase pero escasa fuerza, que pronto se vino a menos y ante el que el madrileño mostró otros registros diferentes que a su primero. Se la dejó muerta y le corrió la mano invitándole a embestir y ganándose la aprobación de los tendidos. Una estocada entera le valió el trofeo que recogió mientras en los tendidos aseguraban que esta también es su plaza.

Eran las ocho de la tarde cuando el cuarto daba con sus huesos en el suelo. Diez minutos antes Morante se dirigía con rictus serio a los medios, con la montera calada y con toda la tauromaquia a sus espaldas a brindar al público que estaba muy a la contra con él. Una hora atrás, Morante escuchó una sonora bronca, para después desquitarse como mejor sabe, destapando el baúl de las esencias, con el toreo añejo y perenne, cuajandolo de capote y saboreando cada muletazo con la muleta. La estocada fue media y la demora en caer dejó todo en oreja. Morante toreó en Talavera 103 años después de que Joselito pasase a la eternidad.

El primero no hizo nada de salida, ni en banderillas ni en el caballo. Morante frunció el ceño y lo pasó dos veces. A la tercera se le coló y no hubo enmienda: cambió el estoque simulado por el acero y se perfiló con una sonora bronca. Dejó media y un puñado de descabellos entre una lluvia de almohadillas. Morante no se traiciona ni engaña a nadie. La bronca fue de más decibelios que la propia feria.