Aniversario del nacimiento de la emperatriz Isabel de Portugal

José García Cano*
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La esposa del emperador Carlos V. Nació con la condición de infanta, al ser la primera hija del rey Manuel de Portugal, 'el Afortunado', siendo además nieta por línea materna de los Reyes Católicos y de ahí que se llamase Isabel como su abuela

Retrato realizado por Rembrandt de Carlos I e Isabel de Portugal.

Mañana día 24 se cumplen los quinientos veinte años del nacimiento de Isabel de Portugal, reina de España y emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico ya que fue la esposa del emperador Carlos V. Isabel nació en la ciudad portuguesa de Lisboa, pero su relación con Toledo ha sido muy importante ya que recordemos que fallecería entre los muros de esta ciudad el uno de mayo de 1539. Nació con la condición de infanta ya que fue la primera hija del rey Manuel de Portugal, conocido como 'el Afortunado', siendo además nieta por línea materna de los Reyes Católicos y de ahí que se llamase Isabel como su abuela. Uno de los protagonistas del concierto matrimonial entre Carlos I e Isabel fue otro personaje muy importante para Toledo: Juan Tavera entonces obispo de Santiago, quien visitó a Juan III rey de Portugal para tratar sobre el matrimonio del emperador. Para hacernos una idea de la importancia de ese matrimonio recordemos la dote que aportó Isabel al mismo: 900.000 doblas. Por su parte el novio aportó en concepto de arras la nada despreciable cantidad de 300.000, avaladas sobre las ciudades de Úbeda, Baeza y Andújar. No olvidemos que la belleza de Isabel fue conocida por toda Europa, como así lo atestiguan diversos retratos hechos a la emperatriz, de los que destaca el realizado por Tiziano. 

Sería durante las Cortes celebradas en Toledo en 1525 cuando Carlos V anunció la noticia de su boda. Los contrayentes consiguen la dispensa papal (recordemos que ambos eran nietos de los Reyes Católicos). El 7 de enero de 1526 se produjo la llegada de la infanta a España en la ciudad de Badajoz, siendo recibida ésta, entre otros por el arzobispo de Toledo don Alfonso de Fonseca y por otros nobles como el duque de Béjar. Al poco tiempo sería cuando el emperador se encontrase con Isabel de Portugal en Sevilla, siendo comentado por todos el buen entendimiento que hubo entre ambos, como así señaló el embajador de Portugal: «ambos hablan y ríen que nunca hacen otra cosa». Hasta diciembre de aquel año 1526 permaneció la Corte en Toledo, antes de trasladarse a Valladolid.   

Como aseguran algunos historiadores la relación entre Carlos e Isabel fue muy cordial y cariñosa y ejercieron perfectamente sus papeles de padres. Ejemplo de ello lo encontramos en la atención política que demostraba Isabel con los asuntos de estado, preocupándose de los aconteceres y desvelos que afectaban a su marido, que no eran pocos, como por ejemplo el problema luterano, los conflictos en el Mediterráneo, etc. Una curiosidad es que la emperatriz enviaba frecuentemente mermeladas a Carlos V cuando se encontraba fuera de España, para que éste en caso de que se hubiera excedido en la comida, las cenase y cuidase sus digestiones, desvelando la preocupación por su esposo incluyo estando tan lejos de ella. Es importante señalar la confianza que tuvo en ella el emperador al encargarle la regencia en varias ocasiones. Su primer hijo varón sería el futuro Felipe II quien recordemos dispuso definitivamente el traslado de la Corte de Toledo a Madrid en 1561.

Como indicábamos fue el primer día de mayo cuando la reina falleció en Toledo a consecuencia de un aborto de un hijo varón, contando con tan solo treinta y seis años y ocurriendo aquel triste suceso en el palacio de Fuensalida, donde Isabel fue a dar a luz. De los cinco hijos que tuvo la reina solo vivieron tres, más dos abortos. Cuando sucedió el óbito Carlos I se encontraba en Madrid junto a su hijo Felipe. El lugar que eligió el rey para pasar el mal trago y el luto por la muerte de su esposa, fue el monasterio toledano de los jerónimos de la Sisla. Para el traslado del cuerpo hasta Granada se encomendó su custodia al duque de Gandía, don Francisco de Borja, quien estaba casado con Leonor de Castro, dama muy conocida de la propia reina Isabel. Así le dijo Carlos V a su hermana al día siguiente del fallecimiento de Isabel de Portugal: «nada me puede consolar, si no es la consideración de su buena y católica vida y el muy santo fin que ha tenido». Recordemos que fue enterrada junto a Isabel la Católica (su abuela), aunque en 1574 su hijo Felipe II, trasladó los restos a El Escorial. 

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.