La resistencia del efectivo

C.C. (SPC)
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El dinero en metálico es un habitual en los bolsillos de la mayoría de los españoles, pero los medios virtuales pisan fuerte entre unas nuevas generaciones que piensan y viven en la era digital

La resistencia del efectivo

La llegada de la pandemia y el miedo al contagio de la COVID aceleró de una forma vertiginosa el uso de los medios de pago digitales, dejando el dinero en efectivo en un segundo plano y con una previsión de que en muy poco tiempo este sistema acabaría reduciéndose a su expresión mínima. No obstante, la realidad, al menos en España, indica que buena parte de la gente se maneja mejor con dinero real, pagando con monedas y billetes, que con los nuevos sistemas que existen.

Incluso, desde el Gobierno, se limitó la cantidad permitida para pagar en efectivo con hasta 1.000 euros rompiendo el tope anterior que estaba en 2.500 euros.

No obstante, tres años después de la pandemia, todavía el 71% de los pagos se siguen realizando en efectivo, 20 puntos porcentuales menos que en 2019, lo que significa que se trata de una carrera de fondo difícil de desaparecer en el corto plazo.

Los expertos aseguran que la disminución del número de pagos en efectivo estaría relacionada con la pandemia y con una mayor facilidad para realizar este tipo de operaciones de forma digital gracias, entre otras, a nuevos sistemas financieros que funcionan con el teléfono móvil y las tarjetas.

El avance logrado en los últimos años es muy importante, incluso se puede calificar de revolucionario, puesto que cada vez existe un mayor porcentaje de compras que se realizan on line. En líneas generales, está comprobado que hay un menor uso del efectivo que en 2019, principalmente entre las personas más jóvenes que, en muchos casos, ya no llevan euros en sus carteras.

Sin embargo, todavía el 66% de las operaciones en comercios físicos se sigue realizando con dinero real. El efectivo sigue siendo actualmente en España el principal medio con el 51% de las operaciones más habituales, especialmente, para compras de un importe inferior al de los pagos con tarjeta, con una cifra media de 22,6 euros en dinero, frente a una cantidad media de 38 euros con tarjeta.

El segundo es la tarjeta bancaria, que interviene en el 28% de las compras, lo que supone un aumento de 13 puntos porcentuales con respecto a 2019, y concentra ya el 36,8% del importe total.

En este contexto, las personas de mayor edad son las que utilizan el efectivo con más intensidad, especialmente en el caso de los mayores de 55 años, que realizan aproximadamente el 70% de sus pagos en comercios físicos con dinero real. En los menores de 40 años, este porcentaje disminuye hasta casi el 60%.

La tendencia es más intensa entre los mayores de 65 años, mientras que entre los jóvenes de entre 18 y 24 años la sustitución del efectivo se concentra entre la tarjeta y las aplicaciones móviles.

No obstante, la reducción en el uso de billetes y monedas en los últimos tres años se aprecia en todos los grupos de edad, que se traslada principalmente a un incremento en el pago con tarjeta bancaria.

Por nivel de ingresos, se observa una disminución del uso del efectivo a medida que aumentan los ingresos netos de las familias, en tanto que el informe no encuentra diferencias significativas respecto a los diferentes niveles educativos.

En conclusión, a pesar del auge de los medios de pago digitales, el dinero en efectivo sigue siendo un sistema muy popular y con importantes ventajas como son su universalidad, seguridad, privacidad, gratuidad y la disponibilidad. A diferencia de las tarjetas de crédito y de débito, que pueden tener limitaciones geográficas, el metálico es aceptado en casi todos los lugares del mundo. Esto hace que sea una opción conveniente para viajeros y personas que necesitan pagar por bienes y servicios en lugares donde los medios digitales no son por el momento una opción aceptable.

Además, es una método anónimo y seguro. Las transacciones en efectivo no dejan un registro digital, lo que las hace menos vulnerables ante los fraudes y ciberataques que suponen una amenaza a día de hoy. 

Otra razón es porque es un recurso sin ningún tipo de coste. A diferencia de los sistemas que pueden cobrar una comisión o una tarifa de transacción, no se cobra ninguna tarifa por el uso de efectivo y reduce los gastos adicionales.

Por último, no depende de la tecnología ni de apagones y siempre está disponible para su uso.