Personajes con historia - Coronel Anza

Coronel Anza, jefe de la caballería española en el Oeste americano


Fundador de los míticos Dragones de Cuera y de la ciudad de San Francisco

Antonio Pérez Henares - 01/11/2021

La primera gran batalla de tropas de caballería en el Oeste americano, entre indios y blancos, no ha sido recreada jamás en el cine, ni sus jinetes se han asomado por ninguna pantalla. La razón esencial es que los blancos eran españoles, no estaban mandados por un soberbio y vesánico llamado Custer y además salieron vencedores estableciendo una paz que duró un siglo entero. No eran soldados del 7º de caballería, que por la estupidez de su jefe acabaron masacrados sino los Dragones de Cuera del coronel Anza que aniquilaron a la tropas del sanguinario jefe comanche Cuerno Verde a quien dieron muerte en combate. 

Los Dragones del Rey o de Cuera fueron un cuerpo de caballería, mítico en la frontera norte de Nuevo México que custodió un inmenso territorio, protegió a los indios pacíficos que vivían en él, las tribus apaches entre ellos, de los ataques de los saqueadores y formidables comanches, estableciendo una línea de fuertes, origen de los de las mil películas, que llamaron Presidios. Su vistoso uniforme, su sombrero, su rifle en el arzón, sus hermosas monturas y su soltura a caballo pregonaban su origen: españoles. Y por ello ni epopeyas, ni cámaras, ni héroes, ni Ford, ni Wayne, ni Cooper. Olvido. Y gracias, no sea que salga un compatriota cineasta echando fango sobre su recuerdo.

Su jefe era el coronel Juan Bautista Anza, español, pero también ya mejicano de pura cepa, nacido en Fronteras (Sonora-Nueva España) en 1736, al igual que sus padres ya nacidos también allí tras la llegada de España de sus abuelos, concretamente de Hernani (Guipúzcoa). Su padre capitán del Ejército virreinal lo dejó huérfano a poco de cumplir los tres años al caer en combate contra los apaches y Juan Bautista ya estaba alistado como cadete a los 15 para ascender a capitán tras años curtiéndose en aquel durísimo y agreste territorio, actuales Sonora y Arizona, contra las más aguerridas tribus indias de apaches y otras etnias indias que finalmente acabaron por firmar paces con los españoles.

Coronel Anza, jefe de la caballería española en el Oeste americanoCoronel Anza, jefe de la caballería española en el Oeste americanoFue entonces cuando se le encomendó por el virrey la misión de partir hacia el norte y buscar rutas y establecer caminos y poblamientos hacia la Alta California. Tenía 38 años cuando partió por vez primera al mando de una expedición con 20 soldados, 11 sirvientes, 3 curas, 65 vacas y toros, 35 mulas y 140 caballos. Cruzó el río Colorado consiguiendo hacerlo por uno de los pocos pasos de sus impresionantes cañones, el de Yuma, por su amistad con los indios de esa tribu. Fue una expedición exitosa donde trazó mapa y señalizó lugares para establecerse, entre ellos el de Los Ángeles, donde poco más de un lustro después se quedarían 11 familias hispanas, de las cuales solo dos estaban compuestas exclusivamente por españoles blancos, siendo las otras de los más variados cruces y mestizajes, que fundaron la hoy gran ciudad californiana.

Ya con el grado de teniente coronel emprendió sucesivas expediciones en la cuales demostró saber leer y sobrevivir en tan duro terreno. Solía dividir su travesía en tres grupos separados uno del otro por un día de marcha para dar así tiempo a que los ojos de agua de que se aprovisionaban se rellenaran. En el transcurso de ellas llegó al estuario del puerto de San Francisco y allí fijo el lugar para un presidio y una misión, convirtiéndose así en el fundador de la ahora tan mentada ciudad de San Francisco, al igual que hizo poco después con San José, que también le debe su existencia como tal.

En estos periplos ya llevó con él a 240 personas, entre soldados, colonos y frailes, amén de 385 vacas y toros y 695 caballos y mulas que son el origen de la impresionante cabaña ganadera y caballar de California.

Coronel Anza, jefe de la caballería española en el Oeste americanoCoronel Anza, jefe de la caballería española en el Oeste americanoReconocido su buen hacer por el virrey, este lo llamó a la capital, donde llegó con el jefe de los yumas, y volvió con el nombramiento de Gobernador de Nuevo México que se extendía por los actuales Estados de Chihuahua (México) y Nuevo México (EEUU).

Allí le aguardaban grandes dificultades. La poderosa nación comanche, grandes jinetes que habían domado los mesteños nativos hijos de las caballadas asilvestradas desde las expediciones de Vázquez Coronado, habían irrumpido bajando desde las Montañas Rocosas y estaban sembrando el terror por todo el territorio. Habían causado severas derrotas a las tropas españolas, asaltando incluso algunos Presidios y tomando al asalto la propia ciudad de Taos (Nuevo México) un centro comercial de gran importancia en el camino real de Santa Fe. Su jefe, Cuerno Verde, que había conseguido serlo de todas las tribus, imponiéndose por la fuerza al resto de los jefes, atacaba con furia al resto de etnias de la zona cebándose especialmente en las tribus apaches. 

Anza preparó con seriedad y prudencia su expedición contra el sabedor del peligro que entrañaba. Finalmente, partió en su busca con 800 soldados españoles, entre ellos sus famosos Dragones de Cuera y sus aliados indios, sobre todo apaches y utes. Con ellos se adentró en su busca por las grandes llanuras hasta llegar a Maniou Springs (Colorado) en busca del escurridizo jefe comanche.

No lograba dar con él, pero tras bordear el impactante El Capitán, ahora Pikes Peak, consiguió sorprender en sus cercanías a una de sus partidas, derrotándola en Colorado Springs. 

Pero Anza comprendió que aquello no era el grueso de la fuerza enemiga, compuesta por una ingente cantidad de guerreros que seguía intacta.

Siguió tras su pista y tras cruzar el río Arkansas consiguió al final avistarlos. Volvían eufóricos de una devastadora operación de saqueo por Nuevo México cuando se toparon con sus dragones, que consiguieron cerrarles las vías de escape. Anza les forzó a entablar batalla junto al arroyo de Greenhorn Creek cerca de la actual ciudad de Pueblo. 

La gran batalla

El combate fue feroz, pero los Dragones de Cuera consiguieron a la postre infligir una terrible derrota a los jinetes comanches. El propio Cuerno Verde, al igual que muchos otros jefes, pereció en ella. Tan solo grupos dispersos pudieron escapar y ponerse a salvo, pero ya sin capacidad de seguir hostigando las posiciones y poblaciones hispanas. El coronel Anza recogió del campo de batalla el famoso testuz de búfalo que lleva como copete el jefe comanche y se lo llevó como señal de su triunfo. El trofeo de guerra sería enviado a España y entregado al Rey Carlos III quien se lo haría llegar como presente y singular regalo al Papa Pío VI, que lo recibió en 1780 en Roma, quedando depositado en el Museo Vaticano, donde se encuentra actualmente. 

Tras la derrota de Cuerno Verde y algunas otras expediciones de los Dragones, el último jefe comanche, Ecuarecapa, que siempre se había opuesto a los saqueos de Cuerno Verde entendiendo que supondría lo peor para su nación a la larga, pidió y firmó la paz con el Gobernador de Nuevo México. La llamada La Paz de Anza se mantuvo durante cerca de un siglo.

Unos experimentados soldados

Los Dragones de Cuera, protagonistas de toda aquella peripecia, se formaban, a las órdenes de propio Anza y otros oficiales, en la Academia de San Ignacio de Sonora y de allí salían hacia sus destinos en la frontera. A su cuidado quedaba un inabarcable territorio desde Nuevo México, Arizona, Texas y la Comanchería a California, con sus Presidios de San Antonio, El Álamo, Socorro, Albuquerque, Taos, Santa Fe, Tucson o Monterrey.

Una reciente novela, Comanche, del reconocido autor Jesús Maeso, ha glosado su peripecia y su estampa y ha atraído la atención del gran pintor Augusto Ferrer Dalmau, quien los ha retratado con sus caballos españoles y su vistoso uniforme azul con ribetes rojos, corbatín y pañuelo, capa azul y botas de montar. En su rodela llevaban impreso el escudo de España, se tocaban con un sombrero cordobés de ala ancha y se cubrían con un chaleco de cuero duro sin mangas que les servía de cierta protección contra las flechas indias. A cada Dragón de Cuera se le entregaban para su cuidado y uso seis caballos de raza, que habían de atender personalmente, ayudados por dos criados. Su armamento lo constituía un sable reglamentario de la caballería española, una pica dos pistolas de chispa y sobre todo su famoso rifle Brow Bess. Su disciplina, resistencia, conocimiento del terreno y compañerismo les convirtieron en temibles. Y como hay que decirlo todo, unieron a su valentía y arrojo el terror que causaban, pues fueron los primeros en descabellar a los enemigos muertos.

El coronel Juan Bautista Anza permaneció como gobernador de Nuevo México hasta el año 1788 y cuando estaba a punto de trasladarse a Tucson falleció de manera repentina. Estaba casado pero no dejó hijos.

Su memoria está presente en la ciudad donde falleció, Arizpe (Nuevo México, donde se encuentra su mausoleo en la iglesia colonial de la época). Diversos lugares llevan su nombre y tiene alguna estatua dedicada. En San Francisco tiene una calle a su nombre Anza Street, aunque tal vez el más hermoso reconocimiento a su figura sea el Sendero Histórico Nacional Juan Bautista de Anza en California y Arizona, administrado por el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos. También honra su memoria el parque estatal Desierto Anza-Borrego.