Adolfo Fernández: «Los avances LGTBI nunca están a salvo»

A.D.M.
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Director y actor de 'Siveria', regresa al Rojas diez años después del alegato contra la corrupción que fue '19:30', de Patxi Amezcua. Mañana es su estreno nacional, alegato contra la represión cuyo punto de partida es la rusia homófoba de Putin

Adolfo Fernández: «Los avances LGTBI nunca están a salvo»

Hace diez años vino a Toledo con la obra 19:30, de Patxi Amezcua, una denuncia contra la corrupción. Regresa ahora al Rojas (viernes y sábado) con otro tema de vigente -y dolorosa- actualidad: la represión contra los activistas LGTBI...

Es verdad. Aquella vez fue una trama política. Siveria también está basada; más bien, inspirada, en hechos reales. Todo surgió con una nota de prensa en la que se hablaba de Yelena Klimova, una periodista y activista que fue duramente interrogada por las autoridades rusas por haber puesto en contacto a adolescentes homosexuales de distintas partes del país. Creo que hablaban, concretamente, de prohibir la promoción de relaciones no convencionales. Es curioso cómo esas leyes siempre recurren a palabras muy ambiguas, para que quepa en ellas un poco de todo.

Así es como Javier Suárez sacó adelante el texto.

Sí, pero en medio conocimos que hace mucho menos, en 2019, otra activista, también llamada Yelena -Yelena Grigórieva-, fue asesinada también por su lucha a favor de los derechos LGTBI. Su muerte se produjo justo cuando varios políticos rusos -Putin incluido- declararon que las relaciones homosexuales y la pedofilia entraban en un mismo saco. Así señalaron a esa activista y los bestias de turno, ciudadanos de pro, se la cargaron en un parque, la acuchillaron y la dejaron tirada detrás de un seto. Así es como salió la obra: un homenaje hacia todos aquellos hombres y mujeres que luchan, sencillamente, por la igualdad, para que nadie pueda ser castigado por su condición sexual.

¿Y van a trasladarlo al escenario con la misma crudeza que estos hechos?

Es que cruda es su realidad. Hablamos de chavales que son expulsados de sus casas porque sus propios padres consideran que los deshonran. La historia se vive en dos espacios: la zona de interrogatorios, donde un policía intenta humillar y vejar a una activista (Sonia Almarcha), y la relación de esa activista con un chaval (Marc Parejo) que ella ha recogido de la calle tras escucharle tocar en el metro el Aleluya de Leonard Cohen. Según el autor de la obra, que también es psicólogo, no existe nada más penetrante en la cordura de un ser humano que ser rechazado por los padres. Este personaje se ha convertido en un chaval atormentado, alguien que escribe una carta cada día buscando la comprensión de sus padres, regresar a casa y ser respetado. Más que un espectáculo crudo, yo hablaría más bien de un espectáculo tierno, algo que conmueve, que cautiva y emociona. No nos hemos centrado en la ideología, sino en los sentimientos. No queríamos un espectáculo político, sino una obra en la que enamorarse de los personajes y de sus historias.

Desgraciadamente, por lejos que esté Rusia de España, la obra recoge hechos cercanos. ¿Cómo es posible que el respeto hacia las personas LGTBI no esté fuera de discusión a estas alturas?

Porque hay gente que vive apegada aún a tradiciones que la sitúan más en la Edad Media que en la actualidad. ¿Dónde situar el hecho de que se siga promoviendo la terapia reparativa, o considerar que los homosexuales son enfermos? Por no hablar de otros lugares del mundo, como la India o Afganistán. El espectáculo comienza con un breve documental que recoge reacciones contra la homosexualidad en diversas partes del mundo. Pero no hay que irse tan lejos. Puedes ir a Alcalá de Henares y que el obispo te dé una charla estupenda si tienes un hijo rarito... Avanzamos mal. Poco y mal. Lo hacemos con mucha cobardía, envueltos en abstracciones que demuestran tener muy poca razón.

¿No han mejorado las cosas en los últimos años?

No sé qué decirte. Alcances cívicos que pensábamos que habíamos conquistado, que considerábamos nuestros, ahora parece que están dando marcha atrás. Buena parte de la ciudadanía está embrutecida. Ahora llega Vox y pierde el pudor a expresar ciertas cosas. Los chavales que antes llevaban su amaneramiento con tranquilidad, cómodos y libres con su forma de expresarse, ahora tienen que volver a tener cuidado, no sea que una banda de ultraderechistas aparezca y les dé una paliza. Creo que eso se está multiplicando. Ahora, si defiendes los derechos de las mujeres, eres una feminazi. Si andas o vistes de una forma peculiar, no les va a temblar la voz a la hora de llamarte maricón, así, con todas las letras, con la rotundidad de esa ofensiva palabra. Eso es lo que está pasando. Por eso creo que es necesario un espectáculo como este, que provoca reflexiones y al mismo tiempo llega al corazón, de la mano de dos almas sensibles que están siendo perseguidas solo por ser como son. Ellos no han hecho nada, pero el líder de su sociedad les ha estigmatizado, poniendo el foco y el peligro sobre sus personas.

Mañana, viernes, es el estreno nacional en el Teatro de Rojas, ¿verdad? ¿Nervios?

No muchos. Llevo trabajando con este equipazo casi 18 años y son un reloj suizo. Nada puede fallar. Incluso hemos previsto contar con micros inalámbricos si se diera la circunstancia de que los sistemas de renovación del aire hicieran mucho ruido. Así que garantizamos que la obra llegará a los espectadores. Además, acaban de comunicarnos que la obra ha gustado mucho dentro de la Feria de Artes Escénicas de Castilla-La Mancha. Parece que hay futuro dentro de la pandemia, siempre que nos dejen ir al teatro. Ahora lo esencial es salir de esta situación, que parece sacada de una película mala, de serie B.