20-N, despierta la nueva España

Maricruz Sánchez (SPC)
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La muerte de Franco hace 45 años abrió el camino hacia el gran cambio en un país en plena ebullición transformadora, dando paso a un período de democracia nunca antes vivido que logró dejar atrás la sombra de un pasado autoritario

20-N, despierta la nueva España

Hasta tres veces se repetía la misma frase en el documento, a diferentes alturas, cual cascada incontrolable. El rumor ya corría como la pólvora por las redacciones de todo el país, pero esta era la confirmación: «Franco ha muerto», reseñaba el telegrama oficial enviado a las cinco de la mañana del 20 de noviembre de 1975. Unas horas después, el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, retransmitía en un mensaje televisivo la noticia. Con la voz entrecortada y el rostro compungido, pronunciaba la histórica frase «Españoles, Franco ha muerto», y dejaba pegados en el sillón a millones de ciudadanos, incapaces de predecir qué pasaría después. 

Tras una larga agonía que duraría más de un mes, el autodenominado Caudillo por la gracia de Dios fallecía hace ahora 45 años en el Hospital de La Paz de Madrid y, junto con él, el régimen dictatorial que había liderado durante casi cuatro décadas. Entre el 15 y el 24 de octubre, el generalísimo sufrió nada menos que cuatro infartos. Desde el día 2 de noviembre, permaneció ingresado. Además de los episodios cardíacos, padecía una hemorragia estomacal causada por una úlcera péptica, con lo que tuvieron que intervenirle para extraerle parte del estómago. Y, por si fuera poco, tuvo que ser sometido a diálisis, porque fue diagnosticado de una uremia.

El 15 de noviembre, lo operaron por tercera y última vez; su estado era sumamente delicado dado que, como fruto de la segunda intervención, contrajo peritonitis. Finalmente, fue declarado clínicamente muerto la madrugada del 20 de noviembre. Un 20-N en el que, paradójicamente, también falleció Primo de Rivera.

La muerte de Franco mantuvo siempre un halo de misterio. Como declaró tiempo después el forense que se encargó de embalsamarlo, Antonio Piga, «llevaba varias horas muerto cuando pasó por sus manos». Varias razones podrían explicar por qué el régimen habría querido manipular la fecha del deceso: la primera, tener tiempo suficiente para dejar previsto quién sucedería al dictador, y cómo; la segunda, hacer coincidir la fecha con la de Primo de Rivera; la tercera, dar la noticia de madrugada, con la mayor parte de los españoles en la cama, mitigaría el impacto.

Tras el fallecimiento del caudillo, entre 300.000 y 500.000 personas acudieron a mostrar sus respetos a la capilla ardiente instalada en el Palacio de Oriente. Horas después, fue enterrado en el Valle de los Caídos, lugar donde están sepultados también los restos de un número indeterminado de personas, víctimas del régimen. Allí permanecieron hasta su exhumación, el 11 de octubre de 2019, tras una sentencia judicial fundamentada en la Ley de Memoria Histórica.

Con la muerte de Franco, la transición hacia la democracia se había iniciado en un país cuya sociedad ya había comenzado a comprometerse con los principios del liberalismo occidental. Además, el sistema político ideado tras la Guerra Civil (1936-1939) estaba concebido como un instrumento de poder personal que difícilmente podría subsistir sin su líder. Habiendo hecho su carrera militar en la Guerra de Marruecos, el caudillo se unió a los generales sublevados en el fallido golpe de Estado de 1936 que desembocaría en la Guerra Civil y, tras el fallecimiento de Mola y Sanjurjo, se convirtió en el líder absoluto del bando nacional. 

Llegó al poder en 1939, tras haber ganado en la contienda, y construyó un sistema autoritario y personalista en torno a su figura en el que se valía de distintas familias y poderes para gobernar según los principios del llamado Movimiento Nacional. 

Momentos complejos

Durante la dictadura, España vivió el bloqueo internacional y la posguerra, el crecimiento económico derivado de la colaboración con Estados Unidos y la apertura al exterior y los últimos años de inestabilidad del régimen. El Movimiento Nacional, que ocupaba el poder durante el régimen militar, ya tambaleaba a principios de los 70. 

En 1974, la flebitis, el párkinson y una serie de males gástricos resquebrajaban la salud de Franco y ya hacían temer por su vida. Mientras, la oposición se organizaba, los medios de comunicación se fortalecían, la situación socioeconómica empeoraba y la presión internacional por los crímenes de guerra cometidos en España -que no cesaron hasta el final de la dictadura- era cada vez mayor.

El día anterior al entierro del generalísimo en el Valle de los Caídos, Don Juan Carlos de Borbón se convirtió en Rey de España. El nuevo Jefe de Estado debía definir qué ocurriría con la política de la Nación, que continuaba atónica y sin un rumbo claro. De forma sorpresiva, el 3 de julio de 1976 nombró a un entonces desconocido Adolfo Suárez como nuevo presidente del Gobierno. Bajo su gestión, la Ley de Reforma Política avanzó y se disolvieron las Cortes franquistas tan solo un año después de la muerte del caudillo. Con amplia mayoría, los ciudadanos españoles respaldaron las modificaciones en referéndum y sellaron el camino hacia la democracia, refrendando la Constitución de 1978. 

Paco, la persona

Solo entre 2000 y 2009 se publicaron en España 160 obras que incluían la palabra Franco en su título. En una de ellas, firmada por Jesús Palacios y Stanley G. Payne, queda retratado un hombre que con el tiempo se petrificó detrás de una máscara. «Interiormente se fue rehaciendo de sus complejos y maltrato paterno a través de la disciplina. Aquel chaval tímido y retraído logró ser reconocido porque, si tenía una virtud, era la de ser capaz de crecerse ante las adversidades», aseguran.

Pero si hay un testimonio directo del caudillo más familiar es el de su primer nieto varón. Francisco Franco y Martínez-Bordiú. Él habla de un hombre al que le gustaba el mar, que salía de caza o iba a pescar siempre que era posible, con un enorme interés por la tecnología, el cine y la pintura, a la que dedicó una hora diaria mientras pudo.