José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


Sánchez sigue sin ver el norte

12/07/2021

Hemos terminado una semana políticamente convulsa. Más que de costumbre, me refiero. En apenas diez días, Pedro Sánchez ha negado rotundamente que cambiaría el Gobierno para, con la fuerza de su rotundidad habitual, desdecirse y cambiar casi la mitad de su Consejo de Ministros. A los españoles ya no nos sorprenden estos cambios repentinos de rumbo, que no son otra cosa que una demostración más de que al actual Ejecutivo le hace falta como el comer una hoja de ruta sobre la que plantear sus actuaciones. Lo que me parece un acto de egoísmo manifiesto por su parte es no haberse dado cuenta todavía de que el calibre de sus ‘estornudos’ es la medida de los ‘resfriados’ de los españoles. Sánchez cada día está más lejos del norte, y los hechos de las últimas semanas lo avalan.
Por un lado, no ha sabido encarrilar las ansias de cámara y flashes del Ministro Garzón, díscolo, predicador a destiempo. Parece ser que, desde su dilatada experiencia en el sector de la nutrición y la dietética —toda la que puede tener un economista, quiero decir—, ha sentenciado que los españoles consumimos demasiada carne. Lo primero que me pregunté cuando escuché sus declaraciones fue si este tipo no tiene cosas bastante más importantes en las que pensar en el momento en el que estamos que en la ingesta de cárnicos. Sobre todo, cuando su primer deber como Ministro de Consumo no es otro que el de lograr que los sectores dedicados a la producción de bienes objeto de consumo puedan desarrollar su actividad dentro de los parámetros legales pertinentes y desde la economía de libre mercado —y de cuestión económica se supone que Garzón debe saber, se supone…—. ¿No sería mejor que se dedicase, por ejemplo, a estudiar el gran influjo económico que el sector cárnico aporta a nuestro país? O incluso, ¿no sería mejor que estudiase medidas para proteger los productos más destacados de nuestra gastronomía y distribuirlos al extranjero? Qué bien lo ha calado García-Page: “Si no tiene nada que hacer, que no invente ni genere problemas”. Está claro que cualquier exceso alimentario es malo para todos, menos para él. ¡Miren cómo no se mete con las bebidas azucaradas y las alcohólicas! Ahí sí ve la gallina tributaria de los huevos de oro. Pero a los empresarios cárnicos, que tanto aportan a España, que les den morcillas, y nunca mejor dicho. La respuesta de Luis Planas, su colega de agricultura, fue sensata y atinada: «Señalar con el dedo al sector cárnico no me parece justo». La de Sánchez, de parvulario: «A mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible». Ante el defecto de balbucear, debiera estar la virtud de mandar callar. ¿No se suponía que los miembros de un gabinete ministerial deben remar en la misma dirección…?
El reciente cambio en el Consejo de Ministros es el segundo capítulo del folletín político de la semana. Sobre este cambio repentino de opinión del Presidente del Gobierno, que hace unos días negaba categóricamente lo que acaba de pasar, me surgen varias reflexiones. Desconozco en las trayectorias de los nuevos Ministros más méritos que el de la meritocracia partidista, pero me parece que primero habrá que dejarles hacer su trabajo antes de criticárselo. No obstante, me parece que Sánchez ha perdido una oportunidad magnífica de hacer un Gobierno de personas de primerísima fila técnica para sacar adelante la difícil situación económica y sanitaria que padecemos. Cuando se habla de un gabinete ministerial, siempre se ha pensado en que los Ministros los elige el Jefe del Ejecutivo, y no que éstos son elegidos mediante presiones partidistas, como parece que es el caso, hasta el punto de mantener a algunos como Marlaska, que en la jura de Guardias Civiles de Baeza de la semana pasada no dijo en ni una sola ocasión la palabra ‘España’ en su intervención, o Castells, que me parece a mí que está esperando a dar el estirón para estrenarse como Ministro.
La que también tengo clara es la opinión que me merece haber nombrado Ministro de Cultura y Deportes a Miquel Iceta: un error. Sus dos antecesores directos, me convenza más o menos su pensamiento político, contaban con prestigio y méritos intelectuales: José Guirao, director del Museo Reina Sofía y acreedor de diversas responsabilidades culturales de calado; Rodríguez Uribes, discípulo de Peces-Barba, profesor titular de Filosofía del Derecho en la prestigiosa Universidad Carlos III de Madrid. El señor Iceta, que me merece como persona todos los respetos, no logró terminar ni Químicas ni Económicas, por lo que casi no pasó por la Universidad, pero mucho menos aún la Universidad pasó por él. Una persona que no tiene publicaciones, que no se le conocen más méritos en materia de cultura que publicar haikus en su cuenta de Twitter, que no ha logrado superar estudios universitarios, que solamente se ha dedicado a la política, ¿acaso puede tener alguna idea de cómo gestionar en materia de cultura? Me duele mucho que se menosprecie la cultura, que se relegue a la segunda o la tercera fila de los planes políticos. Y, como a mí, a los muchísimos profesionales que día a día se afanan por hacer valer la cultura, el patrimonio, la ciencia y el conocimiento como rudimentos esenciales para el desarrollo personal, social y político. Aún no ha empezado a ejercer, ya lo sé, pero creo que no me voy a equivocar mucho si predigo que no será ni de lejos el mejor garante de la cultura. No obstante, rectificaré si finalmente resulta que el fallo es mío.
Entre sus colegas díscolos, los mítines bailando al ritmo de Queen y su manía insana de gobernar a base de golpes furibundos al timón, Sánchez sigue siendo protagonista de un postureo más propio de las revistas del corazón que de los Diarios de Sesiones. ¡Lo que hay que aguantar…!