Unas gominolas para descubrir al asesino

Sagrario Ortega (EFE)
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La intuición de los agentes tras interrogar a una amiga de Vanessa Mayo, una niña violada y estrangulada en 1989, permitió hallar rápidamente al culpable

Unas gominolas para descubrir al asesino - Foto: JOSÁ‰ LUIS CEREIJIDO

El 8 de octubre de 1989 fue hallado el cadáver de Vanessa Mayo, una niña de 10 años de Luanco (Asturias) a la que su asesino también violó. La Guardia Civil acababa de crear su Unidad Central Operativa (UCO). Una bolsa de gominolas y la intuición de los agentes lo cerraron 47 días después.

A las 16,30 horas del 7 de octubre Vanessa, hija del matrimonio que regentaba la cafetería Cuatro de Mayo en esa localidad y estudiante de cuarto curso de EGB, salió con su bicicleta para dar un paseo y comprarse unas sandalias. Luanco era una localidad tranquila, y más en esas fechas sin el turismo del verano. Que una niña de 10 años fuera sola de compras, seguramente a un comercio donde la conocerían, no resultaba extraño.

Pero Vanessa, la pequeña de cuatro hermanas, tardaba mucho y sus padres comenzaron a preocuparse y a buscarla por el pueblo, preguntando a unos y otros si la habían visto. Finalmente, se trasladaron hasta el cuartel de la Guardia Civil, ya de madrugada, para denunciar la desaparición de su hija. Horas más tarde, un portero de discoteca que volvía a casa encontró al lado de un contenedor el cadáver de una niña, prácticamente desnudo. Solo una chaqueta, abrochada en su botón superior, le cubría los hombros. Enseguida fue identificada. Se trataba de Vanessa, a la que habían violado y estrangulado.

Unas gominolas para descubrir al asesinoUnas gominolas para descubrir al asesino - Foto: JOSÁ‰ LUIS CEREIJIDOCon las técnicas de identificación por ADN aún en fase de ensayo y escasas evidencias en el lugar del hallazgo, la investigación se tornó difícil para los agentes, que veían como sus pesquisas se encallaban en un caso al que le dieron absoluta prioridad.

A la cabeza del grupo que se encargaría de investigar los delitos contra las personas estaba el entonces capitán Pedro Garrido, actualmente general jefe de la Guardia Civil de Cataluña, quien relata que la Comandancia de Gijón pidió ayuda a la UCO, una unidad de élite para reforzar a las comandancias territoriales en los casos más complicados. En ese momento, el grupo que dirigía el entonces capitán ni siquiera contaba con vehículos propios, por lo que él y sus agentes se desplazaron a Asturias en tren.

Con la víctima enterrada, algunos efectos en el lugar del hallazgo del cadáver devueltos a la familia o ya destruidos y con una autopsia que no pudo hacerse con los medios que hay ahora, los agentes de la UCO tampoco lo tenían fácil.

Pese a que la inspección ocular fue muy completa, había pasado ya un tiempo, alrededor de un mes, y el lugar donde fue arrojado el cuerpo ya se había «contaminado».

Y no solo eso. Como recuerda Garrido, las técnicas de identificación por ADN estaban en pañales, con apenas un par de universidades en España que trabajaban en ese momento en ellas. Así las cosas, a los investigadores les quedaba una única baza: interrogar a todas las personas que pudieran aportar información sobre la víctima.

la testigo. Se centraron los agentes en una amiga de la niña asesinada. Ya la habían interrogado los investigadores de la Comandancia, pero la menor se había «bloqueado» y no quería hablar. 

La familia de la testigo, según cuenta Garrido, no pusieron inconvenientes para que se «trabajara» con su hija. Había que seguir intentándolo y los agentes de la UCO decidieron abordar la «entrevista» de forma distinta. «En 1989 -continúa Garrido- no llevábamos en la mochila un psicólogo. Pero teníamos que ser todoterreno, empatizar con las víctima en un momento en el que todavía no estaban desarrolladas las técnicas de investigación con menores, el perfilado criminal... Lo hicimos como pudimos».

Los agentes, con el beneplácito de los padres, se encontraron con la amiga de Vanessa en su habitación, se sentaron en el suelo armados de una bolsa de gominolas y entablaron conversación con ella. Una charla normal, sin preguntas sobre la víctima. «Hablamos de sus inquietudes, del curso escolar, de lo que había pedido a los Reyes, de banalidades», prosigue Garrido.

Y así hasta llevar la charla hacia quiénes eran sus amigos y los amigos de sus amigos. Incluso, con preguntas sobre qué chico le gustaba. Una conversación que aportó no poco a los agentes de la UCO.

Porque la amiga de la desaparecida -una niña con importante desarrollo físico para su edad- contó que a la víctima le gustaba un chico más o menos de su edad, pero que a otro chaval de veintipocos años le gustaba Vanessa y muchas veces se hacía el encontradizo con ella para verla. A los investigadores, este detalle les llamó la atención y centraron sus pesquisas en el chico, quien estaba separado, tenía un hijo y se había trasladado a Luanco desde Gijón por problemas con los vecinos. Según se supo después, y aunque no había diligencias abiertas por esos casos, este joven ya había protagonizado algún intento de tocamientos a niñas de su entorno.

Caso resuelto

Manuel Jesús Rodríguez vivía con su padres, trabajaba en una pizzería y tenía moto, algo que a Vanessa le gustaba y que fue el gancho con el que su asesino la llevó hasta su casa para enseñarle un catálogo de estos vehículos. Aprovechó que sus padres estaban de viaje para llevarla a su hogar. Allí la violó y la estranguló.

Cuando fue interrogado, 47 días después del asesinato, reconoció los hechos, que corroboraron algunas pruebas, como restos de sangre bajo la cama matrimonial de la casa o el pelo de un perro en el cuerpo de Vanessa y que podría corresponder al caniche de Manuel. En el juicio, el detenido fue condenado a 35 años de cárcel.

Quizá lo extraordinario de este caso, el primer homicidio que resolvió la UCO, esté en que pudo resolverse con la pericia de los investigadores, con una técnica de entrevista más intuitiva que sistemática. Un método que se ha ido desarrollando y que en la actualidad se emplea en muchos casos. De hecho, la UTPJ de la Guardia Civil cuenta con una sección de análisis de la conducta criminal que apoya a los agentes de Policía Judicial para el esclarecimiento de muchos hechos delictivos.