Las limpiezas de cauces no son la solución

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Eliminar la vegetación de las riberas propicia más arrastre de barro y más fuerza del agua en las riadas

Las limpiezas de cauces no son la solución - Foto: David Pérez

Es habitual que tras episodios de inundaciones los afectados los achaquen meramente a la falta de conservación y mantenimiento de los cauces. Así ha ocurrido en el barrio de Santa Bárbara, donde el arroyo de la Rosa ha provocado miles de euros en destrozos mientras los vecinos se lamentan de que ya advirtieron que el cauce presentaba mucha vegetación, a pesar de que se realizaron tareas de limpieza en las primeras semanas del verano.

El Ministerio para la Transición Ecológica elaboró en 2019 una guía de ‘Buenas prácticas en actuaciones de conservación, mantenimiento y mejora de cauces’, en la que se viene a incidir en las actuaciones más correctas para evitar este tipo de tragedias.

Teniendo en cuenta que las riadas por trombas repentinas de agua son en muchos casos males de causa mayor (aunque también es cierto que en esta ocasión se sabía que la ciudad estaba en alerta por lluvias), es casi imposible adelantarse a los acontecimientos, aunque sí poner elementos y realizar actuaciones que minimicen los efectos de esas riadas.

De esta forma, sin duda el principal problema que se ha vivido en Santa Bárbara es la canalización y soterramiento del cauce; a lo que hay que añadir la posterior construcción encima.

Unas tuberías construidas para un curso de agua habitual de un arroyo no pueden contener un torrente de lluvia como el del pasado 1 de septiembre.

Los Planes de gestión del riesgo de inundación establecieron en 2016 la necesidad de contar con criterios técnicos y jurídicos sobre las implicaciones que tiene la conservación de cauces y la gestión de las zonas inundables.

Además, en la guía emitida por el Ministerio se incide en el error de tratar de limpiar los cauces, ya que así, al retirar la vegetación de las riberas, el agua no encuentra freno natural y se produzca más arrastre de tierra, más lodo y más fuerza de la tromba de agua.

Las raíces de las plantas en las riberas sujetan la tierra, y sin ellas las consecuencias de las crecidas serían aún mucho peores.