"Nuestro gran pecado es la ignorancia alimentaria"

Charo Barrios
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La nutricionista Marta Verona publica 'No comas como un zombi', un libro en el que intenta dar los mejores consejos a la hora de hacer la cesta de la compra y, sobre todo, cuidarse

La madrileña saltó a la fama al ganar el concurso MasterChef.

Muchos conocen a Marta Verona por su participación (ganadora) en MasterChef, un triunfo que le abrió las puertas de otros programas (Saber vivir, de TVE, o Tarde lo que tarde, de RNE) donde se desempeña como lo que es: una nutricionista con ideas propias, una foodie con fundamento. Ahora presenta un libro, No comas como un zombi (HarperCollins), con el que quiere ayudarnos a combatir la ignorancia alimentaria.

«La educación nutricional es la base de la vida sana». Ese es el primer mandamiento de Marta Verona, y para difundirlo valen todas las plataformas mediáticas que «no son solo ocio, ejercen una labor social». Por eso esta nutricionista, docente e investigadora en Nutrición Culinaria en la Universidad Complutense de Madrid ha aceptado el reto de los medios y lanzarse a escribir: «Nunca hubiera soñado dedicarme a mi sueño: divulgar nutrición y cocina. Ojalá mi libro llegue a muchos hogares y pueda seguir dedicándome a mi pasión: cocinar salud».

La madrileña denuncia el «espíritu zombi», que así es como llama a las dietas milagro prohibitivas, la publicidad engañosa en los alimentos: los 0%, sin azúcares, sin aceite de palma… que lo que único que tienen de SIN es que nos dejan SIN vida, como muertos vivientes. Habla desde la experiencia, todos hemos sido zombis alguna vez. Entramos en el supermercado y nos bombardean los mensajes zombis: estilo artesano, natural, light… «Es entonces cuando el espíritu de The Walking Dead se apodera de nosotros y caminamos sin pensar hacia la publicidad engañosa».

Esquivar esas trampas es imprescindible, y para ello tenemos que ser conscientes de que la mejor medicina es una buena alimentación

 

Agua con limón

Haga el lector memoria: ¿cuántas veces no ha oído hablar de la conveniencia de tomar agua con limón en ayunas, de empapuzarse con licuados de mil verduras o de someterse a la dieta del huevo duro? Marta viene al rescate: la vida saludable no puede hacernos pasar por esos malos tragos ¡y nunca mejor dicho!

Eso sí, su propuesta no conoce atajos porque, si los tomamos, perdemos el camino de la vida saludable. «Comer bien no es sinónimo de dietas milagro, comer bien es sinónimo de tener paciencia y hacer las buenas elecciones. Ir educando a nuestro cerebro y a nuestro paladar sin sacrificios, porque la salud esta chupada y para chuparse los dedos».

Sin sacrificios, pero conscientes de que, como dijo hace ya dos siglos Ludwig Feuerbach, somos lo que comemos. Cómo nos alimentamos influye directamente en nuestra salud y, ahora más que nunca, en nuestras defensas y sistema inmunológico. Por eso, que la comida saludable sea un hábito y no un esfuerzo es esencial.

El coronavirus, recuerda la autora, no es la única pandemia mundial, también lo son las enfermedades metabólicas, y en la mayoría de los casos, la prevención se encuentra en una buena alimentación y estilo de vida activo. «Comer sano es mucho más que perder peso: es conocer lo que comemos, alejarnos de los mitos nutricionales, aprender a interpretar el etiquetado, conocer los productos de temporada cargados de sabor, llenar nuestra nevera y despensa de colores y perder el miedo a cocinar y a jugar con las especias, todo lo que nos hace estar vivos y ¡no comer como un zombi!».

A punto de despedirnos, preguntamos a Marta cuál es nuestro pecado más repetido, y más fácilmente evitable. «Dejarnos engañar por la publicidad engañosa. Estamos rodeados. Leemos alto en fibra y creemos que esas galletas son más sanas que un tomate; escuchamos Sin aceite de palma y aceptamos que esa crema de avellanas es la bomba; por no hablar de la plaga de lo artesano y de lo rústico». «Dicho de otro modo: nuestro pecado es la ignorancia alimentaria, y para combatirla hay que dedicar más tiempo a la compra».