Todos sabían que había riesgo de nieve, pero nadie pensaba al irse a la cama en la noche del Día de Reyes que iban a recibir semejante regalo navideño. La mañana del jueves amaneció completamente blanca en Toledo y a lo largo del día se fueron sucediendo las estampas invernales más clásicas aún con la decoración navideña en las calles.
Grandes y, sobre todo, pequeños, salieron a disfrutar de la nevada ignorantes de los problemas de circulación que la borrasca estaba causando en los alrededores de la capital. Los niños se quedaron con la parte más lúdica de esta estampa navideña, haciendo muñecos de nieve que alcanzaron proporciones colosales y tirándose en trineos, reales o improvisados, por las famosas cuestas de la ciudad.
Hasta el mítico Bahamontes, mejor dicho, su escultura, no quiso perderse una auténtica etapa de montaña alpina en una jornada histórica que ya quedará para el recuerdo.
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Las cuestas más empinadas del Casco histórico se han convertido también en pistas improvisadas para los amantes del esquí, el snowboard e, incluso, de los trineos. Y todo ello con vistas al patrimonio de la ciudad.