La jota del Tajo (I)

Miguel Á. Cedenilla Carrasco
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La jota del Tajo (I)

Cualquiera que se precie de ser talaverana y talaverano conoce la famosa jota “Viva Talavera viva”. Un grupo local de danzantes nos deleita viéndoles bailar en perfecta armonía, y más aún si la banda municipal pone la música. Pero imaginen que reemplazamos a los danzantes expertos por talaveranos que, aunque conocen la pieza, no tienen la habilidad de los demás.  Y complicando más la imagen, introducimos cuatro danzantes foráneos, totalmente desconocedores de nuestra jota. Siendo más torticeros, sustituyamos la mitad de la banda municipal por entusiastas miembros de una batucada. El público comienza a protestar, entre risas y abucheos. Por mucho empeño que pongan músicos y danzantes, expertos y novatos, resultará inverosímil que aquello se parezca lo más mínimo a la jota original, ni en la coreografía ni en la melodía. Más bien, será un galimatías de notas inarmónicas y una extraña composición de danza contemporánea, expresión corporal y pantomima de verbena, que será difícil que adquiera la forma de nuestra jota. Y si se consigue cierta armonía, surgirá algo diferente, nuevo que podría resultar agradable a oído y vista, pero que ya no será la jota que conocemos. 

Pues algo así es lo que pasa con los ecosistemas de forma natural, en periodos largos de tiempo, o de manera acelerada cuando los fenómenos son catastróficos o intervenimos en ellos. Y nuestro querido Tajo no ha escapado a nuestra manipulación, siendo regulado, modificado, contaminado, depurado y amansado durante el pasado siglo hasta el presente.  

Un rio es de los ecosistemas más dinámicos y complejos que existen, permanentemente sujeto a fluctuaciones de su energía, caudal y volumen de sedimentos que dependen de múltiples factores: fisicoquímicos, geográficos, pluviales, anuales, climáticos y antrópicos…Realmente un río es un flujo de agua que transcurre de forma más o menos permanente por un lecho natural que el mismo va perfilando con los siglos. Pero la principal característica que lo define es que este flujo no está aislado, sino conectado de forma esencial a un sistema más amplio y complejo denominado cuenca hidrológica. Un sistema abierto que recibe influencias exteriores de su entorno, de las oscilaciones recurrentes del clima, del ciclo anual o de modificaciones geológicas del territorio. También es un sistema regulador y constructor que modifica por su dinámica los paisajes y ecosistemas fluviales, creando y destruyendo islas, meandros, cauces, orillas o bosques de ribera. 

Y nuestro Tajo es el flujo principal que define su cuenca y que recibe el agua, la materia y la energía de los múltiples afluentes, lagunas, turberas, pantanales, manantiales y acuíferos subterráneos desde su nacimiento en la Sierra de Albarracín hasta su desembocadura en el estuario de Lisboa. Todo ello sin perder la perspectiva que en Talavera solo vemos un tramo, una secuencia, de lo que es toda la película del Tajo. Algo que puede ser comprometido cuando se intenta hacer diagnósticos acertados y ver problemas de salud sin tener una imagen general del paciente.

¿Está enfermo nuestro río? 

Recientemente se están dando una serie de fenómenos que hacen pensar en el mal estado del Tajo a su paso por nuestra ciudad, con una serie de molestas consecuencias que vamos a tratar a continuación. Para lo cual, se están tomando una serie de medidas bien intencionadas, pero que pueden no ser las acertadas.  

Pero antes hagamos un breve balance histórico, principalmente desde la segunda mitad del siglo XX.  En los magníficos murales de cerámica que adornan la Ronda del Canillo, se puede ver en uno de ellos una escena de unos pescadores sacando con esfuerzo una red llena de peces que podría corresponder al siglo XIX. Que me corrijan nuestros insignes historiadores. Con la entrada del siglo XX, se inicia en España un intento de industrialización y modernización del país basándose en la construcción de infraestructura hidráulica para modernizar el sector agrícola y generar energía eléctrica en el desarrollo industrial y urbanístico, que se ordena en el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de la Segunda República. Ya en 1932 se menciona la construcción del trasvase Tajo-Segura, frustrado por la Guerra Civil. Este plan fue continuado por el franquismo, caracterizado por la creación e inauguración continua de pantanos, embalses y canales de riego que domesticaron nuestros ríos.

Para los que ya vamos teniendo cierta edad, recordamos con nostalgia esos baños en Los Arenales, por los años 60, y las comidas y cenas familiares de pollo asado, tortillas, ensaladas, gaseosa y vino en los numerosos quioscos a las orillas del río. Pero una acelerada industrialización entre los años 70 hasta los 90, con el consecuente desarrollo urbanístico de las ciudades dormitorio para alojar a toda la población migrante que abandonaba el medio rural contaminó las aguas de los principales ríos que recibían ahora toneladas de desechos.

 Hubo que esperar al 2000 para que la Unión Europea, consciente de la contaminación de los ríos del continente y la necesidad de regular la creciente demanda del recurso hídrico, estableció la Directiva Marco del Agua. Su entrada en vigor obligó a depurar las aguas residuales de industrias y poblaciones antes de verterlas a los ríos con depuradoras. Además de incentivar la tendencia de re-naturalizar los ríos del continente, incluyendo la destrucción de diques y presas, que enseguida comienzan a sanar gracias a su capacidad de resiliencia. Y el Tajo entra en los planes de re-naturalización con fondos europeos en 1999. Aunque en Talavera se propuso un proyecto inapropiado que iba a la contra del resto de Europa, cuando se pretendió canalizarlo a su paso por nuestra ciudad, obedeciendo más a intereses urbanísticos que medioambientales, Afortunadamente, gracias a la protesta ciudadana, con un notable protagonismo de la asociación Esparvel y a una valoración de los costes de mantenimiento que ese plan suponía, se desestimó la propuesta y se hizo la renovación que actualmente disfrutamos, con un magnífico paseo fluvial en la orilla de la cuidad y un ecosistema de ribera, con islas naturales, recuperado, donde la biodiversidad de especies no para de crecer.  

El caballo de Troya del Tajo. 

 Como consecuencia de ese Plan Nacional Hidráulico, se construye el controvertido trasvase Tajo-Segura con el primer traspaso de aguas en 1979.  Desde su idea inicial en 1932 para el desarrollo y modernización de la agricultura en el seco y empobrecido sureste español, pero aprovechando su clima benigno, se construye una de las infraestructuras hidráulicas más importantes de España y un referente internacional de solidaridad entre cuencas. Murcia se convirtió en la “Huerta de Europa” y consigue un desarrollo económico y social muy importante durante décadas. Pero lo que no se puede negar es que la solidaridad en origen ha devenido en un engaño manifiesto de intenciones porque esa agua, en demanda creciente, no sólo se ha destinado a los humildes agricultores del campo murciano, sino a incrementar los beneficios de la industria agroalimentaria, con todos sus contaminantes, y la especulación urbanística. Prueba evidente de ello ha resultado el colapso ecológico del Mar Menor, que ahora mismo tiene una difícil solución. 

Pero el transvase no está siendo El caballo de Troya para el Tajo. O no del todo. Un fenómeno imprevisible y perturbador, más difícil de cuantificar, ya innegable, está trayendo en jaque a las mesas y convenios de gestión entre las dos confederaciones hidrológicas. El cambio climático, un problema a nivel mundial, hace cada vez más difícil respetar o mantener unos caudales ecológicos mínimos establecidos por falta de precipitaciones suficientes. Lo cual repercute en la demanda de agua, en su calidad, la pérdida de efectividad de las depuradoras obsoletas y una ralentización de la energía del Tajo, cuyas aguas son cada vez más lentas y estacionarias. Una sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2019 a favor del contencioso administrativo por la denuncia del Ayuntamiento de Talavera de la Reina y arropada por diferentes plataformas de defensa del Tajo, sentenció anular parte de su Plan Hidrológico por no respetar los caudales mínimos ecológicos, exigiendo una descarga de los embalses de Entrepeñas y Buendía de 5 m3 /s a favor del Tajo y que pone en entredicho la viabilidad del trasvase.  Y los murcianos no quieren renunciar a sus derechos. A ver en qué acaba todo esto. 

 

* Biólogo especializado en Zoología de Vertebrados y Conservación de la Biodiversidad