El monarca que viajó a la luna

J.Moreno
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El director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, destaca la figura de Alfonso X y su vínculo con la Ciencia. «Propició los tiempos futuros», subraya

El monarca que viajó a la luna

El astrónomo y director del Real Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, calcula perfectamente el tiempo. O, al menos, el final de la charla en el Museo de Santa Cruz concluyó el día 18 a las ocho en punto, justo una hora después de la convocatoria. Dedicó esos 60 minutos a repasar el legado astronómico de Alfonso X. «Con él, hemos entrado de lleno en la explosión del Renacimiento. Ese resurgir de la Ciencia clásica sólo fue posible gracias a ese abnegadísimo trabajo de traducción y de conservación de la Ciencia y las Artes clásicas, que se llevó a cabo por los musulmanes y en los monasterios medievales. Es ahí donde se conservó todo ese legado, donde se tradujo e hizo posible que se difundiese por Europa. Y que, en última instancia, hizo posible el Renacimiento. Alfonso X no es que él mismo fuese un personaje adelantado a su tiempo, sino que propició los tiempos futuros», concluyó el director del Observatorio Astronómico Nacional.

Los astrónomos correspondieron con un reconocimiento a Alfonso X con la designación de un asteroide de unos 50 o 60 kilómetros de diámetro en su honor y, principalmente, con el nombramiento de un gran cráter en la Luna como 'Alfonsus', situado junto al denominado como Ptolomeo y a otro llamado Azarquiel. «Junto a los otros dos grandes astrónomos», dijo en referencia a otros protagonistas de esta charla organizada por el Museo de Santa Cruz.

«La memoria es muy importante conservarla. Sería muy grave perder la memoria», apuntó en medio de la conmemoración del octavo centenario de Alfonso X. Y reflexionó sobre la valía de reparar en la historia para encarar el futuro.

Bachiller se refirió a 'Los libros del saber de astrología' de Alfonso X, que cambió posteriormente a 'Los libros del saber de astronomía'. Fue escrito en romance castellano, en vez del latín, común en el mundo científico. De esta manera, la difusión de esta obra, amparada por Alfonso X y realizada por 14 colaboradores principales, quedó limitada. Judíos, musulmanes y cristianos españoles, junto con italianos, hicieron posible los 16 libros, divididos entre los reservados a la instrucciones de uso de los instrumentos astronómicos y los dedicados a la medición del tiempo. «Alfonso X estaba muy preocupado por el horóscopo», mencionó sobre una magna obra en la que sobresalen los cuatro libros dedicados al astrolabio.

El protagonista de la charla, recordó una frase atribuida a Alfonso X: «Si Dios me hubiera consultado antes, hubiera elegido un sistema más simple». La iniciativa de las conocidas como 'Tablas alfonsíes' actualizaron las conclusiones astronómicas de Azarquiel. Así, el monarca encargó a un astrónomo una observación que duró nueve años. Este trabajo tuvo una vigencia en Europa de 4 siglos, hasta la incorporación de las tablas de Kepler con una mayor capacidad de precisión.