Ya sabe que le han dado el Nobel de literatura a Abdulrazak Gurnah. No se preocupe si no ha escuchado hablar nunca de él porque está en posición de igualdad con la mayor parte de los críticos literarios del mundo. Es un autor tan minoritario que la editorial que publicaba sus libros en España (Poliedro) quebró en 2012 porque no vendía apenas nada.
Le advierto de que reírse del jurado del Nobel por premiar a escritores que nadie conoce ha dejado de ser original. En el manual del perfecto cuñado ilustrado se puede acompañar la chanza con un comentario sobre Murakami, siempre favorito y nunca ganador. Creo que algún día, hace muchos años, me he llegado a reír con estos chistes.
Ahora vamos a intentar abordar el tema en serio. ¿Tiene sentido que el Nobel busque sus candidatos entre los autores más desconocidos del mundo? ¿Tiene sentido que se haya especializado en premiar a escritores de países remotos y con poca influencia cultural? ¿Lo hacen por motivos políticos? ¿Por progresismo impostado? ¿Para quedar bien con alguien que no es usted? ¿Con quién?
Yo sí le veo sentido, incluso agradezco, que en la era del marketing omnipresente haya un jurado que se tome de otra manera su trabajo. Me parecería bien, incluso, que trascendiese que están huyendo a propósito de los autores más famosos. Tendríamos que agradecerles que nos permitan conocer firmas, escenarios y culturas a los que de otra manera nunca nos acercaríamos. Yo a Murakami ya lo conozco, ya lo he leído, y no va a cambiar nada mi opinión sobre él si le dan el Nobel.
Les puede parecer hilarante, pero a mí me gusta que le den un premio tan importante a un tanzano por el que solo apostó una editorial quebrada.