Fue un concierto integrado por obras de grandes compositores de la historia musical y la creatividad de los organistas en torno a referencias alfonsíes. La vida y obra del Rey Sabio se convirtió en el hilo conductor de la Batalla más armoniosa jamás librada. Takano, Márquez, Marle-Ouvrard y Montero: sutileza, lucidez, energía y coherencia. Cuatro caracteres que se unieron para crear improvisaciones como espacios de libertad compartida.
Imprescindible la referencia a los órganos que forman parte del patrimonio recuperado e integrado en la vida musical de la ciudad. Conocidos son ya desde el coro, los órganos de Berdalonga y Echevarría con sus llamativos registros de trompetería al estilo hispánico. El Órgano del Sagrario, movible y con una sonoridad muy versátil. El Órgano del Emperador en referencia a Carlos V, de imponente sonoridad resultado de su construcción en la piedra. Completan el conjunto los tres órganos realejos, rescatados de su función de acompañar a la procesión del Corpus de sonidos delicados.
El inicio del concierto fue la entrada del Rey Alfonso X. Los cuatro organistas dialogaron en una melodía con sonoridad medieval, escueta que se fue ampliando hasta tener dimensiones complejas y cromáticas. La siguiente improvisación: la Batalla de Jerez. Se avecinaba contienda desde el Órgano del Sagrario con unos sonidos al inicio tímidos hasta que apareció la rotundidad del Órgano del Emperador. Las ráfagas de acordes anunciaban la batalla que se resolvería con música triunfal. Una improvisación, esta vez a cargo de un solo músico: Pablo Márquez desde el órgano de Berdalonga en torno a la Cantiga 256 en la que un joven Alfonso X siente la pérdida de su madre y su milagrosa recuperación. Ese recogimiento fue convertido en melodías lánguidas y melancólicas multiplicando las opciones sonoras de la obra.
A continuación, la improvisación de las Cantigas. Los cuatro organistas realizaron un recorrido por las melodías más reconocibles del legado musical de Alfonso X. Se escuchó al inicio quizá la más popular, la Cantiga 100 en reflejo del sentimiento mariano del monarca: Santa Maria strela do dia. Todas las melodías eran cantables y sencillas pero adquirieron una nueva solidez en los cuatro órganos. Se acometió también la revuelta de los Benimerines cuyas referencias orientales se escucharon desde el Órgano del Emperador, giros melódicos que nos indican la procedencia marroquí de los invasores. Una explosión de trompeterías y registros impactantes en los cuatro órganos. Terminó el concierto haciendo alusión a la escuela de Traductores, una iniciativa que se consolidó en tiempos del Rey Sabio, al igual que la Batalla de Órganos se reafirma como patrimonio vivido y compartido.
Un programa muy completo que se aderezó con los tientos de batalla de Sebastián Aguilera y José Ximénez, representantes de la escuela aragonesa. Además, los contrapuntos del Concierto para dos claves de Johann L. Krebs, el alumno más querido de Johann S. Bach de quien se pudo escuchar la fuga BWV 904 en el órgano del Sagrario en una interpretación muy cuidada y delicada a cargo de Takano. También su concierto BWV 1061 adaptada para realejos y clave. Los cuatro músicos mostraron su complicidad y generosidad en una interpretación excelentemente expresada, bien articulada y de gran musicalidad. Sorprendente fue la fuga Kv 426 de Mozart, interpretada en los realejos. Sin duda una nueva dimensión a una obra compleja que Montero y Marle-Ouvrard supieron adaptar y compartir con la complicidad que les caracteriza.
La Batalla de Órganos es un duelo musical de final victorioso. Cada concierto es una oportunidad para redescubrir un legado musical que se engrandece y actualiza en cada nueva edición.
*Ana Mª Jara López es musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música de Toledo.