Forenses descartan que la depresión influyera en el crimen

J.M.
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«El depresivo se deja hacer. Se encierra. No pasa a la acción», detalló el médico, quien desvinculó el trastorno del crimen. «No afectaba a su capacidad de saber lo que hace», dijo

Forenses descartan que la depresión influyera en el ataque - Foto: David Pérez

La tercera sesión del juicio contra José Rafael G. S. por la muerte a cuchilladas de su esposa, Cristina Martín, incluyó ayer en la Audiencia Provincial las testificales de los agentes de la Guardia Civil que estuvieron en el domicilio familiar en Mora el 5 de febrero de 2017 y de los forenses que analizaron el cuerpo de la víctima. Asimismo, los médicos efectuaron exámenes de psiquiatría forense y determinaron que el autor confeso actuó con especial agresividad y totalmente desvinculado de la depresión, un trastorno que padecía desde meses antes del crimen y que suponía una de las bases de la defensa para atenuar la petición de la prisión permanente revisable.

«No necesariamente por el hecho de tener un trastorno una persona es inimputable», aclaró el experto, representante del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Toledo, y abundó como conclusión en que los deprimidos nunca se desenvuelven con tanta agresividad. «No encontramos que la depresión pudiera tener incidencia en sus capacidades», recalcó ante el jurado y apostilló que no se acreditó ninguna patología añadida a la depresión ni un hábito tóxico que pudiera explicar una reacción tan violenta.

«No afectaba a su capacidad de saber lo que hace ni su capacidad de impedirse a sí mismo», ratificó el forense, quien desmontaba de esta manera los intentos de la defensa de atribuir a la depresión el episodio de violencia que acabó con la vida de Cristina Martín.

«El depresivo se deja hacer. Se encierra. No pasa a la acción», comentó el experto sobre el acusado, quien lleva en prisión desde el 8 de febrero de 2017 y recibió ya una sentencia en contra en el año 2019, por parte de la Audiencia Provincial de prisión permanente revisable, pero el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha revocó la decisión por las deficiencias de motivación del veredicto del jurado.

el guardia civil que lo detuvo. Las pruebas testificales de ayer incluyeron el testimonio del guardia civil que detuvo a José Rafael G. S. minutos después de la comisión del crimen. «Insistí dos o tres minutos, y él estaba mirando hacia arriba. Era como si no existiese para él. Estaba como absorto», relató el agente cuando localizó al acusado en una de las habitaciones de la vivienda de la calle Romaneros de Mora.

El agente se cercioró de que José Rafael no tenía el arma, enfudó la pistola, sacó los grilletes, y el acusado juntó las manos con los puños por delante para consumar la detención. «No comentó nada. Ni allí ni en el traslado al cuartel», recordó el agente.

«Estaba como si hubiera terminado de hacer deporte. Muy agitado, con la respiración suya», describió el agente, quien descartó que estuviera en estado de shock porque no estaba quieto sino que se movía constantemente por la habitación. Y precisó: «Andaba de izquierda a derecha. Sudando».

 

El acusado utilizó el cuchillo más grande y atravesó el corazón y el pulmón de la víctima

El especialista en criminalística de la Guardia Civil aportó durante el juicio que José Rafael G. S., autor confeso de las puñaladas, utilizó el cuchillo más grande de los tres que guardaba un maletín de la cocina, de 16 centímetros de hoja. Y mencionó que hubo de quitar el cerrojo de seguridad del elemento para coger el arma homicida.

El mismo agente mencionó que la víctima estaba descalza en el momento del ataque y lo atribuyó a que se vio sorprendida por las puñaladas, por lo que no estaba preparada para la huida. La víctima padecía, además, la enfermedad de Ménière, que le producía graves problemas de deambulación, equilibrio, dolor crónico, ataxia sensitiva y había desembocado en disfagia que le impedía una alimentación normal.

Por todo ello, tenía reconocido un grado de minusvalía del 85 por ciento por la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Comunidades por precisar durante las 24 horas la ayuda de una tercera persona para atender a sus necesidades de medicación, alimentación, deambulación, aseo y vestido.

Por otro lado, el informe forense reveló que la víctima presentaba en el cuerpo dos heridas inciso-punzantes: una por debajo de la clavícula y la segunda, en el centro torácico. La primera atravesó el pulmón y la segunda hizo lo mismo con el corazón de la víctima. De esta manera, la muerte de Cristina Martín fue inmediata porque afectaba a dos órganos vitales.

El forense detalló que hubo una hemorragia masiva que derivó en un shock hipovolémico. Al respecto, indicó que ambas heridas resultan mortales, pero una atención inmediata pudiera haber corregido la del pulmón. La del corazón resultaba irreversible. «Se atraviesan las dos vísceras llegando hasta la espalda», indicó el facultativo, quien mencionó que el arma homicida penetró por completo en el cuerpo de la víctima.

«Tenía vulnerabilidad», apuntó el forense sobre las características físicas de la víctima porque su patología le daba poco margen para moverse. La Fiscalía sostiene la petición de prisión permanente revisable, la más grave del Código Penal español, por el delito de asesinato con alevosía de género y contra una persona especialmente vulnerable por razón de su enfermedad.

compatible con la madre. El examen forense presentó la hipótesis de que agresor y víctima estaban frente a frente por ser la más general y lógica. Sin embargo, el médico consideró «compatible» el testimonio de la madre, como testigo del suceso, que explicó que su hija estaba como recostada en el suelo y José Rafael empuñó el cuchillo con las dos manos, por detrás del cuerpo de la víctima, para asestar las dos puñaladas de delante hacia atrás.

Hay que tener en cuenta que la hipótesis de los forenses fue realizada solo con el testimonio del padre, que no estuvo presente en el lugar de los hechos, porque la madre estaba siendo atendida por los sanitarios.