De la caída de Cs al auge de Vox

J.Villahizán (SPC) -Agencias
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La formación naranja registra su peor resultado electoral y queda relegada a séptima fuerza en la Cámara regional. El partido de Abascal entra en el Parlament con 11 escaños y como «líder de la oposición al secesionismo y a la izquierda»

Inés Arrimadas, junto al cabeza de lista de Cs al Parlament, Carlos Carrizosa; y Santiago Abascal junto al candidato de Vox Ignacio Garriga - Foto: EFE

De primera a séptima fuerza política en Cataluña, de 36 diputados a solo 6, de más de un millón de votos (1.109.732, concretamente) a unos escasos 157.903 sufragios. Esas son las cifras demoledoras de la comparativa de Ciudadanos entre las elecciones de 2017 y las del pasado 14-F. Una caída sin precedentes en el Parlament que se explica por la crisis del partido a nivel nacional, el distinto contexto político respecto a hace cuatro años y la diferencia de participación, un exiguo 53,5 por ciento, el más bajo en democracia en Cataluña.

Tras tocar techo en los comicios generales de abril de 2019 y después de incorporarse Inés Arrimadas a la política nacional a pesar de haber ganado en Cataluña dos años antes, el partido naranja se hundió en la repetición electoral de noviembre, cayendo a una decena de diputados, lo que provocó la marcha de su presidente y fundador, Albert Rivera. Arrimadas asumió el liderazgo a nivel nacional de una formación que buscó el centro y tuvo una política de mano tendida con el Gobierno de Pedro Sánchez

En Cataluña, por su parte, el desaguisado fue a más y tras la marcha de la portavoz en el Parlament Lorena Martín al PP el pasado diciembre y el encumbramiento de Carlos Carrizosa como candidato del partido naranja a la Generalitat, la agrupación cosechó la pasada semana su peor resultado.

Además, la situación política en 2017 era radicalmente distinta a la de este año, dominada casi al completo por la crisis sanitaria del coronavirus. Por el contrario, hace cuatro años la comunidad vivía uno de sus momentos políticos más convulsos, con la celebración de un referéndum ilegal y la existencia de un espíritu independentista muy avivado, lo que permitió una victoria histórica de Ciudadanos en el Hemiciclo regional

 

Una alta abstención

Sin embargo, los comicios de 2021 poco o nada se parecen a los de 2017. Además de la crisis en el partido a nivel nacional y de la diferente situación política, Cs ha tenido que lidiar el 14-F con otro caballo de batalla: la abstención. Incluso, el propio Carrizosa ya apuntaba en campaña que su votante es «muy exigente» a la hora de ir a las urnas y que su máximo rival era la indecisión de su electorado. En este sentido, los malos datos de participación habría castigado doblemente a Cs.

En concreto, fue especialmente dañina la caída de sufragios en Tarragona y en el área metropolitana de Barcelona, como Santa Coloma y L’Hospitalet. En ambas plazas el voto mayoritario a pasado del naranja al rojo de Salvador Illa.

Otro factor determinante para la abultada pérdida de votos ha sido el trasvase de sufragios a otras fuerzas, como PSC y Vox.

 

El auge de Vox

De no presentarse en la anteriores elecciones catalanas a convertirse en la cuarta fuerza política en el Parlament por detrás de PSC, ERC y JxCat. El 14-F encumbró al partido de Santiago Abascal e Ignacio Garriga tras obtener 11 diputados, más de 215.000 votos (el 7,7% de los sufragios) y representación en las cuatro provincias, además de lograr el ansiado sorpasso al PP y también a Ciudadanos,

Con la formación de Arrimadas y Carrizosa en caída libre, la candidatura de Garriga fue la depositaria del descontento en la derecha, cuyo número de escaños superó a los de PP y Cs juntos.

La materialización del voto de Vox llegó de distintos ámbitos geográficos y sociales. Así, el partido derechista fue el que más sufragios obtuvo en dos municipios, Vilamalla, en Gerona, y La Pobla de Mafumet, en Tarragona, mientras que en otros cuatro superó el 20 por ciento. Se trata de localidades pequeñas, pero la formación de Abascal también cosechó buenos resultados en una capital de provincia, Tarragona, además de sacar un aprobado alto en grandes municipios como Mataró, Reus, Salou o Badalona.

El discurso de Vox sobre la unidad de España, la inmigración, la memoria histórica y el independentismo contribuyó a potenciar esa proyección de partido sólido y de derechas que, en cierta forma, ha cuajado en determinados sectores insatisfechos del electorado catalán.

No cabe duda que Vox ha cumplido su objetivo, que no era otro que convertirse en el líder constitucionalista de la derecha en el Parlament. De hecho, su candidato se autoproclamó «líder de la oposición al secesionismo y a la izquierda». Veremos ahora cómo gestionan ese aval de 11 diputados en la Cámara autonómica  

 

En alza

Como cada vez que se han abierto las urnas desde diciembre de 2018, cuando logró por primera vez representación en un parlamento, el andaluz, Vox ha vuelto a engrosar sus fuerzas.

Santiago Abascal ha logrado adelantar a su partido rival en Cataluña y no lo ha hecho por la mínima, sino con un resultado que es casi cuatro veces el de los populares en escaños y el doble en votos.

Aunque el presidente de Vox no logró erigirse como líder de la oposición en la fallida moción de censura, su estrategia de colocarse como la única oposición a Sánchez gana ahora en argumentos, al igual que sus mensajes en contra del Partido Popular.

Este cambio de rumbo en la derecha catalana augura nuevos choques entre PP y Vox en el Congreso y complica el intento de Casado de absorber a Ciudadanos y minimizar el papel de Abascal.