La expansión del coronavirus registrada en el conjunto de España en las últimas semanas golpea a la capital regional. La incidencia acumulada a 14 días sube hasta los 403 casos por 100.000 habitantes. Entre el 5 y el 18 de julio, la ciudad de Toledo constata 346 positivos, una cifra propia del pasado invierno. Desde la tercera ola, aquella que se desató después de los fastos navideños, no se habían visto guarismos tan elevados en este indicador. El avance de la vacunación ha evitado que tal volumen de positivos se traduzca en ingresos elevados y alta mortalidad: ambos índices resisten en valores comparativamente más bajos que los de anteriores olas.

Los 403 casos por 100.000 habitantes sitúan a Toledo en un escenario de riesgo extremo por el peligro de la difusión de la contagiosidad. Asimismo, el último dato semanal del que se tiene constancia, el correspondiente a la semana que abarca desde el 12 al 18 de julio, refleja un dato peor a la de la anterior: de 150 a 196 positivos. Estos casi dos centenares de positivos elevan la incidencia acumulada a siete días hasta los 228 casos, circunstancia que proyecto un aumento en este marcador en la próxima actualización.

Hasta el momento, Castilla-La Mancha ha sido una de las regiones menos afectadas por el nuevo despliegue de la Covid-19. Desde el final del segundo estado de alarma, el 9 de mayo, la región se rige por medidas de contención moderadas que afectan, especialmente, a las grandes concentraciones. La evolución en las próximas semanas determinará si son necesarias más restricciones.

Cabe señalar cómo en el conjunto de la provincia las hospitalizaciones han subido un 37% en la última semana, desde las 35 que había el pasado viernes hasta las 48 del último informe facilitado por la Consejería de Sanidad. Los enfermos en las UCI han pasado de seis a siete. En el lado favorable, se reseñan apenas dos fallecidos semanales, uno de los datos más halagueños desde la irrupción de la pandemia en marzo de 2020.