Rumbo a las quintas elecciones

Agencias
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El presidente israelí teme un regreso a las urnas al ver pocas opciones de que se pueda configurar un Gobierno de coalición tras comenzar la ronda de consultas con los partidos

Rumbo a las quintas elecciones

Después de cuatro campañas electorales y cuatro comicios en menos de dos años -los últimos el pasado 23 de marzo-, «la democracia en Israel está exhausta». Así de contundente se mostró ayer el presidente hebreo, Reuven Rivlin, que comenzó con pesimismo la ronda de consultas con los partidos políticos para asignar la tarea de crear un Gobierno a uno de los candidatos. Fue, precisamente, tras los primeros contactos con las formaciones, cuando comprobó que la situación continúa estancada y que no es descartable que los ciudadanos tengan que volver a votar después de verano en la que sería la quinta cita con las urnas desde abril de 2019 ante la imposibilidad de configurar un Ejecutivo estable.

«Por el momento, no veo la manera de formar una coalición» de Gobierno que saque a Israel del largo bloqueo político, lamentó el jefe de Estado.

Por ahora, ni el bloque de partidos derechistas y religiosos a favor de un Gobierno del primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, ni la amplia amalgama de fuerzas opuestas al mandatario conservador parecen tener una mayoría de 61 escaños en un Parlamento de 120, el mínimo para poder formar un Gabinete.

Está previsto que Rivlin designe al candidato mañana y posiblemente Netanyahu sea el que más recomendaciones reciba (cuenta, inicialmente, con el respaldo de 52 diputados); sin embargo, si no hay sorpresas de última hora, no le será suficiente para asegurar un Ejecutivo de coalición.

Rivlin recibió a primera hora de la mañana al Likud, primera fuerza en los comicios con 30 escaños. Mientras su partido se reunía con el presidente, Netanyahu se sentaba de nuevo en el banquillo de los acusados al retomarse el juicio por corrupción en su contra.

Después de que el bloque conservador recomendara a su jefe de filas, fue el turno del centrista Yesh Atid, segunda partido con más respaldos en las urnas, con 17 escaños. Esta propuso a su líder, Yair Lapid, que estos días intentó recabar apoyos entre las formaciones y evitar que el encargo sea para el todavía premier.

El Partido Laborista aconsejó la candidatura de Lapid, y los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá apoyaron a Netanyahu, como se esperaba.

 

POSIBLES LLAVES.

Por otro lado, el ultranacionalista Yamina, actor clave que podría decantar la balanza al no haberse inclinado ni a favor ni en contra de Netanyahu, recomendó a su propio líder, Naftali Benet, que se intenta proponer como posible primer ministro en un hipotético Gobierno de rotación, a pesar de tener solo siete escaños.

Otra de las formaciones que no se integra en ninguno de los dos bloques y podría desbloquear la situación es la islamista Raam de Mansour Abás, pero los socios de Netanyahu del Partido Sionista Religioso han rechazado que se pueda configurar una coalición con su apoyo, aunque sea externo al mantener posiciones firmemente opuestas.

El Parlamento israelí se reunirá hoy para iniciar la vigésimo cuarta legislatura y prepararse para que, un día después, Netanyahu reciba el encargo de Rivlin para configurar un Ejecutivo.

Muy lejos queda aquella inédita alianza forjada por el Likud y la coalición de centroizquierda Azul y Blanco de Benny Gantz, dos enemigos políticos que, a pesar de juntarse para cerrar un «Gobierno de unidad» para una «situación de emergencia», apenas pudieron mantener su asociación medio año, forzando así la cuarta cita con las urnas, la del pasado mes de marzo.

La falta de acuerdos y la actual situación de Netanyahu -con un juicio por corrupción abierto que puede acabar llevándole a prisión- hacen temer que los partidos no consigan llegar a un consenso y obliguen a los israelíes a volver a elecciones en septiembre. Para entonces, la situación política podría haber cambiado considerablemente. O que siga todo igual. Y entonces el territorio hebreo seguirá metido en un bucle sin final.