La Constitución de 1812 de nuevo en Talavera, pero… por poco

Luis Fco Peñalver | Profesor
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Hace doscientos años: 1820-1823. El Trienio Liberal

La Constitución de 1812 de nuevo en Talavera, pero… por poco

Conmemoramos en diciembre pasado el 42 aniversario de la Constitución de 1978, pero también recordamos que hace doscientos años España estaba inmersa, tras el pronunciamiento de Riego, en el denominado período del Trienio Liberal (1820-1823), que terminaría con la entrada de los «Cien Mil Hijos de San Luis», y la reposición de nuevo de Fernando VII como monarca absoluto. 

La actual Constitución tiene sus antecedentes en las promulgadas por las Cortes españolas a lo largo del siglo XIX, y la republicana de 1931. Es inevitable que asociando Constitución con 1820, hagamos referencia a la Carta Magna que sería punto de partida del posterior marco legislativo durante ese siglo XIX, y origen el liberalismo español. Nos referimos a ‘La Pepa’, la Constitución de 1812 que nació en las Cortes gaditanas el 19 de marzo, en plena Guerra de la Independencia. 

Una Constitución que en su primer estadio apenas estará en vigor dos años, pues la vuelta del rey Fernando VII en 1814 supuso su anulación. El primer intento de gobierno representativo parlamentario español dio paso a otros de signo absolutista, continuidad de la monarquía imperante durante el Antiguo Régimen, y anterior a la contienda contra los franceses. Ahora, iniciado el Trienio, en marzo de 1820, el rey ‘falaz y perverso’, en palabras de Galdós, jura forzado por las circunstancias la Constitución de 1812. Los enfrentamientos entre los ‘serviles’ o absolutistas, y los constitucionalistas, va a ser la tónica durante los tres años del período. La intervención del ejército francés enviado por la Santa Alianza, en un contexto internacional de la Europa de la Restauración, tras las guerras napoleónicas, logra socavar el ímpetu liberal y por lo tanto dar al traste con la experiencia que tenía como bandera y punto de referencia la Constitución de 1812. Ello se materializará el 1 de octubre de 1823, en el que repuesto Fernando VII como monarca absoluto, decreta, como ocurrió en 1814, «nulos y de ningún valor todos los actos del gobierno llamado constitucional», incluida la propia Constitución. 

Hasta aquí llegó esta Ley de leyes, aunque su espíritu, y el camino iniciado en pro de un sistema de monarquía parlamentaria ya no se detendría, plasmándose en las futuras Constituciones decimonónicas (1837, 1845, 1869, 1876) con las variantes y características ideológicas propias de los grupos liberales dominantes en cada momento: moderados, progresistas, demócratas…

Pasamos a describir a continuación cómo se vivieron estos hitos históricos que tuvieron como común denominador la Constitución de 1812 en una pequeña ciudad por entonces villa, Talavera de la Reina, teatro en el que nos fijamos, pero que bien podría trasladarse a cualquier pueblo o ciudad de España en aquel primer tercio del siglo XIX, con personajes universales asumiendo papeles de época, diferentes cargos, estatus social, y grupos ideológicos.

El primer estadio de este recorrido lo encontramos en agosto de 1812. Estamos en plena Guerra de la Independencia, en marzo se promulgó, como dijimos con anterioridad, la Constitución en Cádiz. Habría que esperar a la derrota causada a los franceses en los Arapiles (julio de 1812) para que estos se retiraran hacia el norte peninsular, y dejaran libre la zona centro; de esta forma, como es el caso de Talavera, sus habitantes pudieron jurar la Constitución acorde a lo ordenado por el Supremo Consejo de Regencia y la Junta Gobierno de Toledo. 

Durante los días 8, 9 y 10 de agosto se vivió un ambiente festivo en la ciudad, con colgaduras en las ventanas y balcones, iluminarias por la noche, repique de campanas, vivas al rey y mueras a los franceses, con corridas de novillos, representaciones teatrales y mascaradas. Sabemos que durante el día 8 se llevó a cabo una procesión cívica que salió de las Casas Consistoriales en la Plaza del Pan (hoy Delegación de la Junta de Comunidades) recorriendo las principales calles, y al frente de la misma el escribano portando la Constitución. Luego, desde un tablado situado en la mencionada plaza, ricamente adornado con alfombras, un dosel y el retrato de Fernando VII, se leyeron los diferentes artículos ante un público muy concurrido, acompañando el evento tropas de caballería e infantería. Durante los dos días siguientes siguieron los actos que tuvieron como centro las diferentes parroquias, en donde los integrantes de cada una asistieron a los respectivos templos y allí juraron la Constitución. También fue durante esas fechas cuando se cambió el nombre de la Plaza del Pan, por Plaza de la Constitución.

El segundo hito lo localizamos en 1814, concretamente en el mes de mayo, y tras la decisión de Fernando VII de anular la Constitución de 1812 y restaurar, tal como dijimos, la monarquía absoluta (Decreto 4 de mayo). A Talavera llegan las noticias, el sector eclesiástico, casi todos los notables y gran parte de la élite administrativa, comenzaron a tomar posiciones, manteniéndose a la expectativa con la única intención de agradar al monarca y conservar sus cargos y prebendas. Durante esa primera quincena de mayo hay ferias en Talavera, y una mañana aparece borrado el rótulo de la Plaza de la Constitución, también hay pintadas por aquellos días contra destacados liberales, como el que fuera director de la Real Fábrica de Sedas. 

La tensión se palpaba en el ambiente, también el miedo entre los regidores a la represión por venir. Este cambio de régimen propició que en la sesión del día 14 de mayo se decidiera suprimir el mencionado topónimo de Plaza de la Constitución, por el de Plaza Real de Fernando VII. Además, el otrora espacio de clamor liberal se convirtió en el de un auto de fe inquisitorial al dictaminar que se recogieran todos los ejemplares de la Constitución, y, junto a periódicos «subversivos», se quemaran en esta plaza. También se levantó un tablado delante del Ayuntamiento «para que ese acto pueda ser visto por todo el pueblo». Desdichada Constitución, ahora pereciendo en las llamas, una escena que se repetiría en otros lugares de España.

Llegamos a marzo de 1820, ahora, con los liberales en el poder tras el pronunciamiento de Riego, el que fuera rey ‘Deseado’ jura la Constitución de 1812. Por supuesto que la nueva corriente política también se hará notar en el gobierno municipal de Talavera. Como ocho años antes, dispone la Corporación de actos conmemorativos para el día 19. Primero juraron los regidores la Carta Magna en la sede del Ayuntamiento, luego, a modo de paralelismo con agosto de 1812, se realizó una procesión cívica desde la actual Plaza del Pan – Real de Fernando VII entonces- hasta la Plaza del Reloj -llamada Pública o del Comercio- con escolta de gala del Regimiento de Caballería Calatrava. Allí con un tablado recordatorio de los anteriores, incluyendo retrato del rey y variada decoración, el escribano leyó los artículos de la Constitución. Ese mismo espacio, la Plaza Pública, pasó a denominarse Plaza de la Constitución, colocándose un cartel provisional hasta que estuviera elaborada la placa definitiva. Y como antaño, también el pueblo en cada parroquia respectiva hizo su juramento previa lectura de la misma por el párroco antes del ofertorio de la misa. No faltaron repique de campanas e iluminarias.

Avatares históricos que finalizaron tras la entrada de los ‘Cien Mil Hijos de San Luis’ en abril de 1823 y que propició que Fernando VII decretara el 1 de octubre otra vez la abolición de nuestra primigenia Constitución. Por entonces, la nueva Corporación (3 octubre 1823) acuerda: «se celebre misa solemne con Te-Deum y sermón en la iglesia Colegial, con asistencia de oficiales franceses, tres días de iluminación, repique de campanas, y se corran dos toros enmaromados».

En fin, de momento seguimos con la de 1978, aunque precise de retoques. Que… ¡viva la Pepa!