El Corpus y los toros, los toros y el Corpus

Dominguín
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Será este año la sexta vez que no se celebren toros en la fecha del Corpus Christi, desde que en 1866 se inaugurase el coso de Mendigorría

Juan Belmonte colea un toro en el Corpus de 1918. - Foto: Cervera

Cuando se habla de festividad de Corpus Christi en Toledo, lleva implícito desde hace más de 150 años las corridas de toros. Pese a que, antes de que se construyese allá por 1866 el coso de Mendigorría, los festejos taurinos se realizaban en recintos prefabricados de madera en distintas ubicaciones, y principalmente se organizaban con motivo de alguna efeméride; sobre todo con motivo de sus dos fiestas más importantes: el Corpus y la Virgen del Sagrario, pero el hecho de contar con un edificio destinado a esta finalidad, hizo que el calendario taurino toledano fuera uno de los más importantes del país.

La cercanía de Toledo con Madrid y su comunicación por vía férrea, hacía que fuese una plaza muy tentadora para que llevasen a cabo eventos de diferente índole, que ya se iban asentando en el calendario taurino nacional.

Las propias figuras de principio de siglo, ya buscaban de manera interesada que el promotor de los festejos del Corpus toledano, los contratase.

El significado de la celebración religiosa, en una España sumida a un gran fervor católico en la fe cristiana, eran un atractivo para multitud de gente que acudía a Toledo a participar y celebrarlo. Las complementaciones de los actos festivos ponían el broche de oro con la corrida de toros, un festejo al que acudía un gran gentío en unas épocas donde la tauromaquia era una de los mayores entretenimientos de las masas.

La celebración del corpus en jueves, hacían que esta fecha marcada en el calendario litúrgico, fuera compartida en el calendario taurino, y la corrida toledana, estaba marcada de manera importante en la mente de todos los grandes toreros de cada una de las épocas.

Al celebrarse una sola corrida, eran pocos los huecos para poder actuar aunque la imaginación de los organizadores y promotores, se ponía a prueba para así tener que contratar a los más atractivos espadas de cada temporada.

Esta fecha del Corpus Christi, convivía con otra fecha tan taurina o más en Toledo, que era la de la feria de agosto, en honor a la Virgen del Sagrario. Hay que decir que posiblemente las corridas estivales eran más importantes y atractivas que las del Corpus, comenzándose hace décadas a revertir esta tendencia, hasta llegar a la actualidad a ser la más asentada y firme en el calendario.

Las corridas de toros han sido el festejo mayoritario a celebrar, pero hubo un periodo tras la guerra civil, y hasta 1943, donde las novilladas ocuparon el sitio de los festejos mayores. La situación en la que quedó sumido el país y la merma de la cabaña brava pudieron ser los alicientes de este corto himpas.

Desde 1943 hasta 1991, la corrida de toros única ha sido el formato de celebración. Su coincidencia con el jueves del calendario litúrgico, no le daba pie a que se aumentase el número de festejos, pues la festividad del Corpus antes se circunscribía prácticamente a un solo día de fastos, eso sí muy completo.

Por sus carteles han pasado los más importantes espadas del momento, quedando algunos de ellos acuñados para la historia en los archivos o en el recuerdo de aficionados que se fueron transmitiéndose generación a generación. Manolete sólo hizo un paseíllo en el Corpus de las cinco tardes en la que piso el coso toledano, fue el 31 de mayo de 1945 acompañado de Arruza y Parrita, comparecencia que no sólo dejó huella en las retinas de los que asistieron, sino también en las tintas de la crónica de ABC, donde se podía leer «ayer vimos sonreír a Manolete». Los años cuarenta, sumidos en la pobreza de la postguerra, hacía que las empresas pusieran toda la imaginación para atraer el público a la plaza, como el año siguiente donde participaron juntos los tres hermanos ‘Bienvenida’, con el caballero rejoneador Álvaro Domecq, festejo mixto muy habitual en esos años. Esa década la completaron nombres como Luis Miguel Dominguín, Domingo Ortega o Pepín Martín Vázquez.

El decano de los matadores de la provincia, Pablo Lozano, en 1952 hizo su primer y único paseíllo en la corrida del Corpus, en unos años 50, donde hasta Toledo llegaron los más destacados toreros del panorama, como Antoñete que con su dilatada carrera, actuó varias veces en la cotizada corrida (desde la de 1953 que fue la primera, hasta 1983, su último Corpus), un clásico en los carteles junto con el paisano Gregorio Sánchez, que fue asiduo en esta plaza.

Los años 60 se caracterizaron por un ramillete de toreros que se batían en la plaza y se entregaban sin dejarse ganar la pelea. Paco Camino hizo siete paseíllos en los dos lustros, repitiéndose el mismo cartel los años 1963, 1964 y 1965, con Jaime Ostos y El Viti como compañeros de terna. Manuel Benítez El Cordobés, ídolo de masas actuó en tres ocasiones en este decenio, mientras que Antonio Ordóñez y Diego Puerta lo hicieron en dos festejos del Corpus.

Paco Camino estuvo a la cabeza de las contrataciones en los festejos del Corpus Christi de los años 70, cinco veces, lo que le hizo ser un ídolo de la afición toledana que acudía a la plaza llenando sus tendidos. Durante este decenio irrumpieron con fuerza Ángel Teruel, Paquirri y Capea, sin olvidarse de los clásicos que eran habituales en los carteles como, El Viti, Diego Puerta o El Cordobés.

Esta década tuvo la peculiaridad de ser la última donde se vio suspendido un festejo. La corrida del Corpus de 1976, fue la última cancelada in extremis en la plaza de Toledo. Al no pasar el reconocimiento los toros presentados por la empresa, y no reponerlos en el tiempo que les dio la autoridad, el festejo no se pudo celebrar con todo el billetaje vendido. El año siguiente se repitió el cartel de toreros con Paco Camino, Ángel Teruel y Capea, con otro lleno memorable en los tendidos.

La década de los 80, tuvo un variado repertorio de toreros que renovaron completamente el escalafón, donde los más prolíficos en la capital para esta fecha que estamos analizando fueron Espartaco y Ortega Cano que pisaron la arena en cinco ocasiones cada uno. Otros fijos en la cartelería fueron, Paquirri, Tomas Campuzano, Antoñete, Paco Ojeda o José María Manzanares (padre).

El último decenio del siglo XX, el coso de Mendigorría fue un revulsivo en cuento a número de festejos taurinos en el Corpus. La imposición de celebrar la festividad religiosa en domingo, dejó a la ciudad imperial un tanto descolocada, con un sentimiento localista de mantener su tradicional jueves de Corpus, con fastos y eventos que no olvidase los siglos de celebración que tenían a sus espaldas. Esto repercutió en lo taurino, pues de llevarse a cabo diez corridas en un decenio, se pasó a tener 18 festejos, casi el doble, casi siempre había toros el jueves y el domingo. El faraón de Camas, fue de la mano del empresario Diodoro Canorea, el que más Corpus toreó en los 90 (cinco) en los que, pese a su avanzada edad, era un reclamo taquillero de los incondicionales que acudían a Toledo a soñar en que destapara el tarro de las esencias.

En 1994 hizo Enrique Ponce su primer paseíllo en la plaza en el Corpus de los tres que realizo en el decenio. En ese mismo periodo Rivera Ordóñez se vio cuatro veces acartelado, Joselito tres, mientras que dos veces los estuvieron Espartaco, César Rincón, Ortega Cano, Litri, Jesulín de Ubrique, Emilio Muñoz y José Tomás. En 1999, actuaba por primera vez en el Corpus el torero Eugenio de Mora, y lo hacía encerrándose con seis toros. Este era el primero de los muchos paseíllos que ha hecho el paisano en la que se considera su plaza.

Desde el año 2000, hasta la actualidad han sido 44 corridas las programadas en los seriales taurinos del Corpus Christi, además de tres corridas de rejones que suman 47 festejos hasta 2019. Los primeros años del nuevo siglo, trajeron la implantación de una atractiva feria taurina alrededor de la Semana Grande de Toledo.

Los carteles del año 2002, tuvieron hasta cinco corridas de toros anunciadas, el año siguiente se programaron cuatro festejos mayores, mientras que los años 2000, 2001, 2005, 2007 y 2011 se programaron 3 corridas de toros en el serial.

Sin lugar a dudas el torero que más corridas de Corpus ha toreado en lo que va de siglo XXI, ha sido Eugenio de Mora con 15 paseíllos a sus espaldas hasta 2013, último año en el que se vio incluido en las corridas de Corpus.

El Juli es el segundo espada que más veces ha pisado la arena en estos años de siglo, nueve para ser más exactos, contándose cada uno de ellos por triunfos y por consiguiente con salidas a hombros de la plaza. Enrique Ponce, es otro de los predilectos en la actualidad de los toledanos, habiendo tenido el honor de acudir en ocho ocasiones. En cuanto a número de festejos en los que han participados del Corpus en el siglo XXI, José María Manzanares (hijo) lo ha hecho en seis, Morante de la Puebla y Manuel Díaz El Cordobés lo han hecho en cinco, mientras que hicieron cuatro paseíllos Joselito, Salvador Vega, José Tomás, Rivera Ordóñez, Talavante y Álvaro Lorenzo.

Este año, como en muchas localidades, los fastos taurinos no se van a celebrar, pasando el año 2020 al listado de años en los que no se celebró la famosa corrida de toros del Corpus toledano.