Más brillo y menos óxido para la falcata ibérica de Alarcos

H.L.M. / LT
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La falcata íbera se somete a otro proceso de conservación. La corrosión hacía peligrar esta espada única del yacimiento ciudadrealeño

La falcata expuesta en el Museo Provincial de Ciudad Real tras el segundo proceso de conservación al que se ha sometido.

Hace casi una década se descubrió una necrópolis ibérica a los pies del cerro de Alarcos, junto al río Guadiana y a pocos kilómetros de Ciudad Real capital. Fue un descubrimiento casual, realizado gracias a la instalación de un colector, que descubrió varias tumbas, entre las que destacaba un túmulo de mampostería, en cuyo interior pudieron recuperarse los restos óseos cremados de un varón, de unos 20-30 años de edad, junto con un rico ajuar entre los que se encontraba una falcata. «La espada apareció partida en dos fragmentos y en muy mal estado de conservación, debido a los procesos de corrosión del hierro que habían actuado sobre la pieza a lo largo de los más de dos mil años que llevaba enterrada». Con el tiempo esta espada se ha convertido en una de las joyas del Museo Provincial de Ciudad Real y al segundo proyecto de conservación realizado en esta pieza dedican un artículo José Ignacio de la Torre, director del Museo de Ciudad Real-Convento de La Merced, e Isabel Ángulo, restauradora de Bienes Culturales. 

Cómo recuperó su esplendor la magnífica falcata ibérica de Alarcos es el título de esta publicación en la que analizan los trabajos de limpieza de la corrosión y consolidación de la falcata. Una labor que tuvo su inicio en 2013, con un trabajo que permitió «descubrir la gran riqueza decorativa que presentaba tanto la hoja como la empuñadura, realizada a base de damasquino de hilo de plata». «Los dos fragmentos conservados fueron unidos durante el tratamiento de restauración al que fue sometida en el año 2013, procediéndose además a la restitución volumétrica de las partes desaparecidas con la finalidad de facilitar su lectura». En este sentido, el fragmento mayor estaba doblado con el objeto de inutilizar el arma, un rito que forma parte del enterramiento. En cuanto a la empuñadura se conserva una parte original que permite reconocer la forma de una cabeza de caballo. 

Con el tiempo se han descubierto «una serie de alteraciones provocadas por la existencia de focos de corrosión activos que afectaban gravemente al estado de conservación» lo que ha hecho que se haya tenido que intervenir de nuevo en esta pieza, porque peligraba «estructuralmente». «Esta circunstancia ha motivado una nueva intervención de urgencia a un arma que, debido a su singularidad, resulta, a todas luces, de excepcional interés para el patrimonio castellano-manchego», señalan el director y la restauradora en su texto.

El trabajo de restauración de la falcata de Alarcos en el Museo de Ciudad Real.El trabajo de restauración de la falcata de Alarcos en el Museo de Ciudad Real.Los conservadores realizaron la segunda restauración de la falcata a partir de un estudio del estado en que se encontraba. Así descubrieron corrosión por cloruros, oxihidróxidos y, en menor medida, sulfatos de hierro. Asimismo, se pudo determinar que la plata empleada en la decoración presenta una gran pureza, por lo tanto, es maleable y favorece su manejabilidad para la realización del damasquinado ornamental.

Tras los estudios y la documentación inicial se ha procedido a los trabajos de restauración de la pieza. En primer lugar se engrasaron las zonas con riesgo de desprendimiento para evitar su caída y deslocalización. A su vez se han protegido las áreas vulnerables que presentaban decoración con damasquinado de plata. Seguidamente se han numerado, clasificado y ubicado en un croquis todos los fragmentos de metal desprendidos, tanto del anverso como del reverso de la falcata. A continuación se ha procedido a la retirada de los productos de corrosión a través de una limpieza mecánica. Posteriormente se han eliminado las capas de protección pertenecientes a la primera restauración. 

Detalle de la falcata, con los motivos damasquinados de plata.
Detalle de la falcata, con los motivos damasquinados de plata.
Con la presente intervención se ha conseguido consolidar una pieza excepcional del patrimonio arqueológico castellano-manchego, que ya puede volver a contemplarse en todo su esplendor en la exposición permanente del Museo de Ciudad Real, junto con el resto del ajuar procedente de esta sepultura de Alarcos. La de Alarcos es el primer y único ejemplar documentado en la provincia de Ciudad Real, de ahí su excepcionalidad. A esto hay que añadir el hecho de que haya aparecido en contexto arqueológico, formando parte del ajuar de una rica sepultura de una de las tres necrópolis del oppidum de Alarcos conocidas hasta la fecha.