La Farmacia en el Parlamento

Jesús Aguilar
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La Federación Internacional Farmacéutica (FIP) señaló en 2010 el día 25 de septiembre como el Día Mundial del Farmacéutico. Desde entonces, esta fecha ha sido, en parte, una celebración y un reconocimiento. Pero después de todo lo que hemos vivido y sufrido, tanto la sociedad, como los farmacéuticos y el resto de los profesionales de la salud, ya nada puede seguir igual. La pandemia y la grave crisis sanitaria, económica y social que ha provocado nos obliga a replantearnos muchos aspectos. Todos debemos tener una actitud crítica y constructiva con nuestra actuación y, a partir de ahí, proponer mejoras. 

Eso es, precisamente, lo que hemos hecho en la profesión. De ahí que la Organización Farmacéutica Colegial, que representa a 76.000 farmacéuticos, coincidiendo con esta efemérides presentara el documento Propuestas de la profesión farmacéutica con los retos presentes y futuros del Sistema Nacional de Salud. Una batería de medidas fruto tanto de la reflexión como de la experiencia, y marcadas todas ellas por un denominador común: mejorar la salud, el bienestar y la calidad de vida de todos los ciudadanos, con independencia de su lugar de residencia, de cuál sea su código postal. Porque son iniciativas que tienen como objetivo irrenunciable contribuir a garantizar la igualdad entre ciudadanos y la cohesión territorial. Dos aspectos que, en estos momentos, constituyen las dos caras de una misma moneda.

En concreto, en materia asistencial, proponemos crear una cartera concertada de servicios profesionales desde la farmacia comunitaria para reforzar la Atención Primaria; integrar a la farmacia las estrategias de Salud Pública y avanzar en la dispensación colaborativa entre la Farmacia Hospitalaria y la Farmacia Comunitaria, o consolidar la atención farmacéutica domiciliaria, garantizando que el medicamento siempre esté custodiado por un farmacéutico. También consideramos importante crear nuevas especialidades o potenciar las unidades de elaboración de los servicios de farmacia hospitalaria.

En lo referente a la digitalización, proponemos mejorar la interoperabilidad de la receta electrónica y progresar en la receta electrónica de las mutualidades; crear un historial farmacoterapéutico único; o poner en marcha un plan nacional para la seguridad del paciente en Internet. En la esfera social, planteamos desarrollar una atención sociosanitaria integral en el ámbito rural y trabajar para asegurar la sostenibilidad económica de toda la red, especialmente en las zonas más frágiles y deprimidas. 

Todas estas propuestas beneficiarán a los 47 millones de españoles, pero su implantación requiere de voluntad política y por eso las hemos presentado en el Congreso de los Diputados. 

Hemos compartido esta aspiración con todos los Colegios y Consejos Autonómicos, animándolos a que llevaran su voz a las diferentes asambleas autonómicas. Así está ocurriendo en Aragón, Canarias, Cantabria, Castilla y León o Castilla-La Mancha, por citar algunas. En el caso de estas dos últimas, tanto el presidente de las Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes, como el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Pablo Bellido, han escuchado la voz de la Farmacia, representada por sus Consejos Autonómicos y, en ambos casos, han coincidido en agradecer el papel esencial de los farmacéuticos en la lucha contra la COVID-19, y la insustituible labor que desarrollan en el ámbito rural. 

Nos hemos dirigido a todos ellos porque, en definitiva, es al Poder Legislativo al que le corresponde adoptar las decisiones que hagan posible desarrollar un decálogo con propuestas que responden a los principales desafíos que se enfrenta nuestro país en estos momentos: el fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud, el reto demográfico o la transformación digital. La Farmacia ha hecho sus deberes y ha trasladado su voluntad de ser parte de la solución. Desde este momento, es la hora de los políticos.