La cerámica también homenajea a las mujeres

L.T.
-

El Museo Ruiz de Luna expone una pieza de Julián Montemayor, de 1920, que pretende visibilizar a la mujer, por su temática y por las labores calladas desarrolladas en los alfares.

La cerámica también homenajea a las mujeres

El Museo de Cerámica Ruiz de Luna ha sacado a la luz una pieza de exquisita belleza y simbolismo, con motivo del reciente Día Internacional de la Mujer, sumándose así a la celebración en este año atípico.

Este pequeño homenaje pretende, un año más, visibilizar a las mujeres en la cerámica, tanto sirviendo de inspiración en su temática como realizando diferentes labores en los alfares. «Trabajo poco reconocido y que pretendemos reivindicar como parte importante de los procesos artesanales cerámicos de nuestra ciudad», explican desde el Museo.

La aportación del Ruiz de Luna consiste en la exposición de una pieza con motivos de mujer que aunque procedente de un tema bíblico, que hoy puede resultar poco actual, muestra el gran valor pictórico de la obra y sobre todo «una delicadeza decorativa exquisita».

La pieza pertenece al alfar de Julián Montemayor, y por ello se ha situado junto a la portada de este ceramista expuesta en el museo. La pieza, fechada en 1920, está dedicada a su mujer, doña Beatriz Crismán, cuyo nombre aparece en la parte superior del plato, destacando su pertenencia.

Se trata de un plato decorado por el pintor ceramista Salvador Montero –autor asimismo de la portada del Alfar que también podemos contemplar en este Museo— reproduciendo la obra de Bartolomé Esteban Murillo ‘Rebeca y Eliezer’, historia tomada del Antiguo Testamento. Según el relato bíblico Abraham mandó a su siervo Eliezer a que buscara entre las caldeas una esposa para su hijo Isaac y, encomendándose a Yahveh, eligió a aquella joven que al pedirle de beber le ofreciera agua tanto a él como a los camellos que llevaba en el viaje.

Utilizando este pasaje del Génesis se remite al sentido sagrado del matrimonio y nos retrata a la esposa ideal como mujer preocupada tanto por el cuidado de su marido como por la atención a la economía familiar, representada en este caso por los camellos, animal de vital importancia para un pueblo nómada del desierto como el hebreo.

Además, la pieza está dirigida a la esposa de un ceramista: toda una declaración de intenciones y un reflejo de los papeles que cada sexo debía representar en la sociedad de entonces, de un sesgo eminentemente patriarcal, como el propio relato bíblico del que toma el motivo.

La escena presenta el momento en el que Rebeca, al pie del pozo, ofrece de beber a Eliezer, criado de Abraham, notándose la ausencia de los camellos que el pintor sevillano sí recoge en su lienzo, demostrando ser la elegida para convertirse en la esposa de Isaac, futuro del pueblo de Israel.

Técnicamente, es una obra en cerámica mayólica con esmaltado en blanco lechoso de estaño y decoración polícroma en azules de cobalto, verdes de cobre, ocres de hierro, amarillos de antimonio y la incorporación del rojo vivo en el manto de Rebeca, destacando por las tonalidades pastel y el preciosista dibujo de muy fino trazo características tanto del pintor que nos ocupa como del propio Alfar de Julián Montemayor.

Un cartel explicativo ofrecerá en el Museo los detalles de la obra, tanto de la temática como de las características técnicas de la obra. Estará expuesta hasta el 23 de marzo.