El milagro deportivo de Navalcán: Pili Peña y Diego Garcia

La Tribuna
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La localidad próxima a Talavera suma una medalla de plata y un diploma olímpico con dos deportistas vinculados por orígenes familiares al municipio. Los hijos y nietos del éxodo rural llevan el nombre del pueblo, de apenas 2.000 vecinos, por el mundo

El milagro deportivo de Navalcán: Pili Peña y Diego Garcia - Foto: Miguel Gutiérrez./ EFE

En torno al 20 de julio, dos jóvenes ligados por sus respectivas familias a Navalcán marcharon al Lejano Oriente para participar en los inciertos Juegos Olímpicos que tendrían que haberse celebrado el año anterior. Concluida la competición, el concurso de ambos puede calificarse de sobresaliente. Pili Peña, habitual de la selección femenina de waterpolo, regresa con una medalla de plata, la segunda que obtiene de este palo. En Londres 2012 se colgó el mismo metal. Por su parte, Diego García cubrió los 20 kilómetros de su prueba de marcha en el grupo de los finalmente medallistas, alcanzando la meta en sexto lugar y haciéndose acreedor de un meritorio diploma olímpico.

La última revisión del padrón, correspondiente a 2020, certifica un total de 1.955 personas empadronadas en el municipio. Sin embargo, a principios de la década de los sesenta del siglo pasado, esta estadística acumulaba casi 4.700 vecinos. De cada tres residentes entonces se han perdido dos. Al igual que muchos de los municipios próximos, de casi todos los ubicados en la franja occidental de la provincia de Toledo, Navalcán se ha ido vaciando. Las vacaciones de verano y los fines de semana estiran una población que cada censo sigue recortando.

El segundo y el sexto puesto de los suyos en Tokio suponen un gran hito para la localidad. Ambos deportistas son descendientes del éxodo que empujó a tantos lejos de sus municipios natales. Centenares de vecinos se diseminaron por la geografía española: muchos hijos de aquellos, de segunda o incluso tercera generación, sienten a la localidad como propia y pasean el nombre del pueblo de sus ancestros por el mundo. El triunfo de la diáspora es haber convertido a dos madrileños de nacimiento, jóvenes de éxito, en navalqueños de adopcion.