Castillos de Dos hermanas y Malamoneda

José García Cano*
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El Castillo de Dos Hermanas, en Navahermosa, es una de las plazas fuertes más antiguas de la provincia (S. XI) y cuenta con un pasado templario, algo que comparte con el castillo de Malamoneda en Hontanar

Castillo de Dos Hermanas, en Navahermosa.

La localidad de Navahermosa cuenta con el interesante y legendario castillo de Dos Hermanas, ubicado a casi tres kilómetros de la localidad y levantado sobre un risco junto al arroyo Marlín. Este nombre proviene de las dos peñas hermanas que separa el citado arroyo y que convierten a este paraje en un lugar a caballo entre lo misterioso y lo divino. Aunque hoy en día se encuentra prácticamente arruinado, en su día mostraba una planta irregular y alargada, para adaptarse al terreno agreste en el que se encuentra. La puerta es de arco ojival y sus muros de mampostería, considerándose por la mayoría de los autores, como uno de los más antiguos castillos de la provincia de Toledo. Es importante señalar que a este castillo se le considera de origen templario datada entre los siglos XI-XII, como algunos otros de la provincia de los que ya hemos hablado, siendo el de Dos Hermanas uno más de los que el Temple poseía en la llamada encomienda de Montalbán, sirviendo de línea de control y defensiva hacia la ciudad de Toledo, como así lo había encargado Alfonso VII a la propia orden. El castillo llegó a cobijar hasta 20 familias vecinas de la localidad –ya desaparecida- de Dos Hermanas, que se gestó alrededor de la peña y cuyos pequeños restos aún hoy se pueden apreciar alrededor del risco. En fecha 1 de septiembre de 1210 se cedió la fortaleza a don Alfonso Téllez de Meneses, quien la restauró y vendió en 1222 al arzobispo toledano Ximénez de Rada. Posteriormente lo adquirió el rey Fernando III el Santo, para luego venderlo a la ciudad de Toledo en 1246 junto al castillo de Malamoneda ubicado en Hontanar y del que nos ocuparemos a continuación. A partir del 31 de agosto de 1444 como nos informa un acta capitular del Ayuntamiento de Toledo y sin la necesidad de defensa de otros siglos precedentes, la guarnición del castillo desapareció y con ella el abandono de la localidad de Dos Hermanas, cuyos habitantes se repartirían por la zona, creando algunos de ellos el núcleo de población que luego sería la actual Navahermosa. Este castillo también sirvió habitualmente de residencia a los miembros de la Hermandad Vieja, quienes vigilaban desde él todo el contorno, con sus ganados, colmenas, etc. Como no podía ser  de otra manera, hay una leyenda que cuenta como entre sus muros moran dos princesas moras, encerradas desde hace siglos, las cuales en la noche de San Juan bajan a lavar sus ropas al arroyo Marlín, historia que acrecienta la tradición mágica y ocultista de este enclave toledano. Es de propiedad municipal y fue declarado Bien de Interés Cultural por la Ley de Patrimonio Histórico Español.

A los pies de la sierra del Puerto y en la confluencia del rio Cedena y del arroyo de Malamonedilla se encuentra el castillo de Malamoneda, junto a una inmediata torre posiblemente más moderna y pertenecientes al municipio de Hontanar, al sur de nuestra provincia. Se data su origen –también templario- en el siglo XIII, concretamente en 1210, aunque hay constancia por restos arqueológicos, de poblamientos anteriores de origen romano e incluso de la Edad del Bronce. El mismo Alfonso Téllez de Meneses del que hablamos más arriba con el castillo de Navahermosa, repobló este territorio y poseyó también la fortaleza de Malamoneda. Se trataba de un edificio rectangular que carecía de ventanas y elementos defensivos, considerado como una torre fuerte, desde donde se protegería al poblado de Malamoneda que se estableció en sus proximidades; su interior actualmente no nos ofrece ninguna pista sobre las estancias o construcciones que pudo poseer. El nombre de Malamoneda proviene de la leyenda de cierto templario traidor, el cual facilitó el acceso del enemigo musulmán a la fortaleza, a cambio de una rica recompensa en oro. Finalmente todos los habitantes del castillo fueron asesinados incluyendo al mal templario. Cuando llegaron los soldados cristianos pudieron comprobar que los cuerpos de los templarios asesinados se habían hundido en las rocas de alrededor, quedando sepultados de forma natural en el terreno; realmente todos no, ya que uno –el traidor- sujetaba en su mano una moneda de oro… Hoy en día el castillo se encuentra abandonado y sin ningún uso, si bien hace años un propietario local demolió los restos de la ermita de Malamoneda, así como los restos de la barbacana del castillo, construyendo una vivienda cercana al mismo. Afortunadamente en los últimos tiempos se han realizado diversos trabajos de investigación y excavaciones, para tratar de datarlo y ponerlo en valor histórica y turísticamente, descubriéndonos los restos de necrópolis y estructuras militares de diferentes etapas como hispanorromana, visigoda, musulmana y medieval, convirtiendo el yacimiento arqueológico de Malamoneda en una excusa perfecta para descubrir y visitar Hontanar y así conocer un poco más esta bonita zona de la provincia de Toledo.

Castillo de Malamoneda, en Hontanar.
Castillo de Malamoneda, en Hontanar.
El castillo de Santisteban o Sant Esteban se ubica apenas a siete kilómetros de San Martín de Pusa, a la orilla izquierda del río Pusa, en un sitio estratégico sobre un cerro controlando el paso de Toledo a Talavera de la Reina; ya en el siglo XVI se limitaba a unos restos arruinados de muros, casas y algunos pozos, como así aparece en las Relaciones de Felipe II. Los señores de Valdepusa fueron desde el siglo XIV don Diego Gómez de Toledo y sus sucesores. Se tiene constancia de cierto ataque musulmán al castillo en el año 1117, con lo cual la datación del mismo en el siglo XII es correcta. Como tradición local se contaba que el castillo fue templario, pero no podemos constatar este dato con documentos ni otras pruebas fidedignas. El castillo fue abandonado por el linaje de los Toledo y Rivera, marqueses de Malpica desde 1599 y modernamente duques de Arión. Entre las ruinas del castillo se encontró una piedra cuadrada labrada con cruces de malta, perteneciente posiblemente a la Orden de San Juan de Jerusalén, de ahí que se haya vinculado este enclave a la orden aunque de nuevo no hay documentos que nos revelen su pertenencia a la misma. Las pocas ruinas que se conservan no nos permiten configurar su tipología; solo nos han llegado a la actualidad dos partes ruinosas de gruesas cortinas, la del este ha sufrido varios desprendimientos desde hace unos años y la del sur algo más estable que la primera. Su puerta de acceso estuvo hacia el oeste. Desgraciadamente lo que fue castillo de Santiesteban se encuentra en un estado de ruina avanzada como sucede con otros tantos enclaves toledanos, estando incluido en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo