«No estamos en condiciones todavía de relajar las medidas»

M.G
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La presidenta del Colegio de Médicos de Toledo ofrece un repaso a la situación sanitaria en Toledo en esta tercera ola, los problemas derivados del aumento de la presión hospitalaria y el agotamiento de los profesionales sanitarios

«No estamos en condiciones todavía de relajar las medidas» - Foto: David Pérez

La situación sanitaria y la presión hospitalaria en el mes de enero ha sido muy alta y ha desbordado los hospitales. ¿Cómo se encuentra en estos momentos Toledo?

La presión hospitalaria sigue siendo importante y grande. Soy médico de Urgencias y este servicio es el termómetro y lo primero que se afecta tanto para mal como para bien, el resto va detrás. Cuando Urgencias sube de manera significativa da la voz de alarma que indica que en una semana el hospital va a estar lleno, la UVI va a tener problemas y aumenta el número de fallecidos semanas más tarde. La presión fuerte comenzó justo después de la nevada y sabíamos que iban a ser dos semanas de una presión bestial. A partir del miércoles pasado comenzaron a mejorar las cifras de urgencias, pero todavía es pronto para que lo hagan las de la UVI y las del hospital en general.

La UVI lo está pasando francamente mal porque sigue muy sobrecargada. En teoría, empezará a mejorar quince días más tarde de lo que lo haga Urgencias. Pero tampoco quiere decir que estemos bien, nos encontramos en meseta y ya no en ese crecimiento exponencial de ingresos y una vez que pasen los días iremos bajando de nuevo, al menos, así ha sido en las dos olas anteriores.

Si se compara esta tercera ola con la primera de la primavera pasada... ¿Se puede decir que son similares?

En cifras y en gravedad de los pacientes, la sensación que tenemos los profesionales es muy parecida, aunque hay que ver los números y los porcentajes. La diferencia es que es la tercera vez que nos pasa y hemos aprendido algo, aunque no todo lo que deberíamos haber aprendido. Quizá hemos respondido mejor porque hemos tenido equipos de protección, que tanto faltaron al principio, los propios enfermos son más conscientes de lo que hay y nos obedecen más, y hemos tenido una respuesta un poquito más rápida. También tenemos que hacer autocrítica porque nos tendríamos que haber preparado antes y una vez iniciada la ola ofrecer una respuesta mejor todavía, más rápida a todos los niveles: autoridades sanitarias, responsables directos y profesionales.

Tenemos la sensación de que esta tercera ola ha venido por las Navidades y los contagios familiares. Lo dice la televisión, pero también es lo que nos cuentan los propios familiares. Una vez que entra el virus en las reuniones y en los cumpleaños familiares da la vuelta a toda la familia y los más vulnerables son los que terminan hospitalizados. En principio, los pluripatológicos, pero hay que tener en cuenta que no sabemos cómo tenemos nuestro sistema inmunitario ni lo que nos va a tocar porque hay gente joven que estamos intubando. No se puede pensar que por ser joven no va a pasar nada porque no se sabe hasta que uno no se pone a prueba.

 ¿En esta tercera ola se están produciendo más ingresos de gente de menor edad que en la primera?

Tendríamos que hacer un análisis exhaustivo. Estamos teniendo de todo y si lo comparamos con marzo, no hay una diferencia significativa, pero sí es cierto que la gente joven no se libra y somos conscientes y podemos afirmar que porque uno sea joven y no tenga factores de riesgo no quiere decir que se pueda librar.

La labor preventiva en un virus de estas características es fundamental. Se sabe desde antes de las Navidades que la cepa inglesa avanza a gran velocidad en España, mucho más rápido que las estadísticas porque no se analizan a todos los positivos por covid. ¿A los sanitarios les preocupa esta situación? ¿Puede provocar una cuarta ola similar o más grave que las anteriores?

Los profesionales que estamos en el barro y vemos pacientes todos los días hemos aprendido que las predicciones han fallado demasiadas veces y nuestras esperanzas se han visto frustradas en muchas ocasiones. Cada vez que hay un brote se inicia en la calle, hay enfermos leves y después entra en los que por distintas circunstancias son más vulnerables y empiezan los enfermos graves. Y lo mismo ha pasado con la cepa inglesa y ha sido cuestión de tiempo. Esta cepa se está comportando como la anterior y nos falta conocer la casuística para hacer una comparación más exhaustiva, pero a efectos sanitarios la sensación que tenemos es que está teniendo el mismo patrón que en marzo.

En el caso de los pacientes graves suele ocurrir que pasan los primeros siete días en su casa y en la segunda semana es cuando se ponen peor, pero si superan los 14 días de enfermedad la mayoría suele salir para adelante. Y los que empeoran terminan ingresando en UVI y una vez allí están como poco entre dos, tres o cuatro semanas porque la evolución no es rápida. Y unos van para arriba y otros tienen la mortalidad que conocemos.

Según los datos de los últimos días, en los que ya se refleja una bajada de contagios, el Gobierno regional está barajando relajar algunas medidas a partir del lunes. ¿Es conveniente o demasiado pronto según está la presión asistencial?

De aquí al día 8 de febrero no creo que mejoremos de forma sustancial como para manejar otros datos. Pero sí es cierto que cada uno tiene su responsabilidad e igual que yo valoro todos los días el riesgo y el beneficio para cada uno de mis pacientes y tomo decisiones consensuadas con ellos, los responsables tendrán que valorar también ese riesgo y beneficio. Personalmente, me gustaría que la relajaran como ciudadana, pero si soy honesta como sanitaria la situación, probablemente, no nos lo permita. Y si se relajan las medidas tendrá que ser de forma vigilada y bastante cuidadosa.

Algo a lo que se tenía mucho miedo era a la entrada de los colegios, pero está siendo una medida fantástica y hay que reconocerlo. Por tanto, hay que identificar de forma más cuidadosa cuáles son los puntos calientes y me voy a mojar porque lo que estamos viendo es que se ha cerrado la hostelería, pero los contagios continúan porque han sido en reuniones familiares. Y casi se apela a la responsabilidad individual porque o nos concienciamos o el virus seguirá avanzando. Posiblemente la movilidad haya que restringirla, pero afortunadamente no me toca decidir esto, pero tengo claro que cuando he ido a bares y  restaurantes he visto que mantienen las medidas de forma escrupulosa porque les va en ello su subsistencia y los contagios que nos manifiestan cuando vienen son familiares. No creo que la situación sanitaria mejore para dar rienda suelta, pero a lo mejor hay que hacer un examen más minucioso de cómo se relajan las medidas.

¿Cómo valora la puesta en marcha de las unidades UCRI, que son una solución intermedia para esos pacientes que no necesitan UCI, pero tampoco están para planta?

Tenemos que ver los resultados ahora, sinceramente. A priori, me parecen bien, pero requieren un entrenamiento importante, quizá no tan alto como el de intensivista, pero sí unos conocimientos específicos. Me parecen bastante beneficiosas porque van a mejorar el pre y el pro destete de los respiradores, pero es necesario un importante adiestramiento de médicos y de enfermeras y es difícil de mantener. Los neumólogos, que están liderando con los intensivistas y los internistas en el hospital estas unidades, necesitan 24 horas y no hay profesionales suficientes.

¿Por qué se van abriendo UCIS y no hay personal suficiente?

No es que no haya, es que los profesionales también caemos con covid. En mi servicio de Urgencias hay cuatro facultativos de baja que tenemos que cubrir y quince enfermeras, pero hemos llegado a tener hasta siete médicos de baja a la vez. Y lo mismo ha pasado con los neumólogos, son diez, han caído dos o tres y se quedan cuatro gatos para hacer el trabajo. Hemos pasado épocas de verdaderos sudores porque no éramos suficientes. A mí no me ha tocado el virus todavía, pero viendo la situación me puede pasar cualquier día y a otros profesionales también porque no se si nos va a dar tiempo a inmunizarnos con la vacuna.

Los sindicatos han puesto el altavoz hace medio mes para subrayar que los sanitarios están agotados. ¿Hay soluciones? Parece que es imposible contratar porque no hay profesionales en las bolsas de trabajo.

No hay recambio. Para formar médicos son mínimo diez años y once los intensivistas y no hay nadie. Nos estamos peleando por los médicos. A mí se me ha ido gente de mi servicio a Madrid y yo he enganchado a alguno de allí para acá. Y en enfermería ocurre lo mismo desde hace mucho tiempo. En las unidades específicas que exigen mayor presión, como Urgencias, la planta de Medicina Interna, la UVI y las UCRIS, también es complicado porque cuando traes a personal nuevo no puede hacer el trabajo solo y los antiguos siempre están con nuevos y acaban agotados porque soportan todo el peso. También los nuevos -facultativos, enfermeras, auxiliares y celadores- tienen una presión enorme y una responsabilidad tremenda en poco tiempo.

¿Se puede contratar fuera de España para intentar aliviar la situación?

Esta situación es así en todo el mundo. Nos tenemos que manejar con lo que tenemos y bandear la situación de la mejor manera que podamos y apoyarnos unos a otros. La gente nos anima mucho. En la primera ola nos llevaban todo tipo de comida y de bebida para ayudarnos y ahora incluso nos han llegado cartas y dibujos de niños agradeciendo el trabajo y nos ha emocionado mucho. La respuesta de los niños con el virus está siendo fantástica.

¿Cómo marcha el Virgen de la Salud? ¿Va corrigiendo algunas deficiencias? Es que en enero ha pasado de todo, falta de calefacción, caída de techos... ¿Aguantará la presión hasta que abran el hospital nuevo?

Se ha hecho un hospital nuevo porque se demostró que el actual no tenía espacio suficiente ni condiciones adecuadas. Y cerca del traslado ha venido una situación excepcional que requiere mucha respuesta y estamos en deficiencia. Se trata de un edificio del año 64 que no da para más y si en condiciones normales ya iba a trancas y barrancas... ¿Va a soportarlo? Vamos a soportar lo que nos echen porque yo no creía que pudiéramos soportar esta tercera ola porque no había ni pasillos y ahora estamos superándola.

En estas situaciones de falta de espacio para seguir ingresando a pacientes con coronavirus y con el resto de centros hospitalarios saturados, ¿no sería posible habilitar parte del nuevo hospital ?

Me lo han preguntado todos los compañeros porque no se puede más. Me puse en contacto con el consejero y recibí una llamada de la directora gerente del Sescam y me explicaron sus razones por las que no consideraban el traslado. No comparto al 100% sus opiniones, pero hay que ser justos porque yo tengo unas responsabilidades asistenciales y la obligación de denunciar lo que pasa, pero las decisiones les corresponde tomarlas a ellos. A título personal, nos lo hemos planteado todos, pero no sé cuáles son las condiciones reales y de infraestructura a la hora de aguantar unos enfermos ingresados con lo que necesitan de aparataje, de personal.

A todos nos viene a la cabeza pensar cómo estamos así si hay un hospital a estrenar. Es la pregunta que se hace todo el mundo, yo la primera, pero me dieron explicaciones que no me parecen totalmente satisfactorias, pero son razones. Me parece muy osado culpar a unos sin asumir esa responsabilidad.

En enero, algunos ciudadanos han denunciado públicamente que se han contagiado del virus en el Virgen de la Salud por estar esperando una PCR hacinados o permanecer horas en estancias con pacientes contagiados. ¿Se podría buscar espacios nuevos para que no ocurra?

El hacinamiento de pacientes ha sido evidente y ha ocurrido en Urgencias en las tres olas. Hemos intentado paliarla haciendo espacios alternativos que cada vez han sido mayores. En esta tercera ola, a costa de mucho esfuerzo por parte del personal, sobre todo, y de mucha crítica hemos ocupado todo el espacio de rehabilitación para habilitar dos circuitos diferenciados. En la teoría está muy bien, pero en la práctica es muy complejo, ya que el hecho de que entren pacientes por dos lados con los mismos profesionales ha supuesto también un aumento de presencia física. Ha costado mucho esfuerzo, tanto a los gestores como a los profesionales del servicio. Ha sido necesario un esfuerzo de infraestructura porque hemos habilitado como zona covid un semisótano con mala ventilación y ha habido que poner filtros hepa. Incluso hemos solicitado a los servicios de prevención de riesgos laborales que lo inspeccionasen, y los sindicatos en vía judicial. Parece que están funcionando. Pero aunque hagamos 25 circuitos es imposible garantizar la seguridad y el riesgo cero no existe tampoco.

La ciudadanía se pregunta por qué en Atención Primaria no se atiende apenas presencialmente. ¿Ayudaría también a descargar la presión hospitalaria si los centros de salud atendieran como antes?

Durante la pandemia he visto todos los días a pacientes porque soy médico de Urgencias y hablo desde mi posición. Si como médico pregunto a mis enfermos, los exploro de arriba abajo y pido pruebas complementarias y aun así tengo algunos errores, si no hago todo eso mi posibilidad es mayor. La actividad no presencial y la digitalización han venido para quedarse y es muy beneficiosa para algunas cosas, pero hay que optimizarla, hay que saber cuál es el hueco de cada una y mejorar la actividad presencial. Ahora hay que fijarse en la medicina rural, que cada vez lo está haciendo mejor y cuanto más alejada de las áreas urbanas mucho más. Nadie se viene de Consuegra o de cualquier otro municipio a las dos de la mañana al hospital sin que le haya visto el médico y cuando vienen es porque están malos. Ellos, por pura necesidad, lo están coordinando muy bien y se acercan a los domicilios y atienden en el centro de salud mucho más que en las áreas urbanas, según refieren los profesionales, porque no tienen otra alternativa.

A mis compañeros de Primaria se les ha puesto una actividad ingente porque reciben todos los días cientos de llamadas y no pueden atender a todas y ver a algún paciente, con una rentabilidad muy escasa, aunque habría que medirla, mucho más de lo que se produce.

En esta tercera ola se está intentando mantener la agenda de consultas de especialidades y operaciones programadas al margen de atender el coronavirus. ¿Se está viendo muy alterada?

En los días de máxima presión asistencial ha habido que suspender actividad programada y se ha reactivado en el momento que se ha podido optimizándola. Sobre todo, se operan tumores, y se está intentando integrar todo y por eso también existe más presión. En marzo se cerró toda la actividad presencial y únicamente se atendía coronavirus, pero lo lógico es intentar mantener todo porque hubo patologías crónicas y otras en atención urgente con problemas, y la gente tenía miedo y no venía.

¿Le preocupa la ralentización de la vacunación?

Estamos bastante expectantes. Llevamos poco más de un mes de vacunación a los sanitarios. Vamos a dar un margen de confianza si el retraso puede ser de una semana, y esperamos que se pueda completar. Pero hay que ser justos y es de lo que he visto que está mejor organizado, y en esto la administración no tiene la culpa.

¿Se está acogiendo bien la vacuna dentro del personal sanitario?

Sí. Una cosa buena es que no está habiendo efectos secundarios. En esta enfermedad los profesionales hemos aprendido que no podemos esperar más de lo que vemos y muchas veces nuestras esperanzas se han visto frustradas. En estas vacunas que están saliendo tenemos que ver su efecto en la población general, la inmunidad que producen y cuánto dura, porque no se sabe. Con cualquier predicción que hagamos nos vamos a equivocar. Tenemos esperanzas, pero no podemos lanzar las campanas al vuelo.

¿Qué le parece el tratamiento experimental de los médicos de Yepes que parece funcionar contra el coronavirus? ¿Es necesario difundirlo y dar más apoyo?

He leído el estudio y me parece interesante, pero la casuística es escasa y hay que ser expectantes. Los médicos tenemos la obligación de aplicar el mejor tratamiento a cada uno de los pacientes porque si no seríamos capaces de dar un botón en google y no serían necesarios. En el coronavirus hemos dado fármacos con muy poca evidencia científica y no han sido eficaces, por eso hay que estar expectantes y no hay casuística como para recomendar este tratamiento o no recomendarlo. Cada uno tendrá que ver qué le pone al paciente. De momento, este estudio de Yepes tiene muy poca evidencia científica aún, porque únicamente la tenemos con los corticoides.

¿Los profesionales sanitarios pueden pedir algo más a la administración en estos momentos?

Pediría coherencia y tampoco  es mucho pedir que hubiera una estrategia a nivel nacional porque van a volver locos a los ciudadanos y a los profesionales. También que se pongan entre ellos de acuerdo. Y a nivel de nuestras autoridades sanitarias, necesitan una dosis de realidad más continuada del sentir de los profesionales. Están pendientes de las cifras, pero les falta parte de la humanización y no son conscientes de la presión de los sanitarios y la gente está muy cansada.