El mandatario sin imagen

J. M. Loeches
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Jorge Berlanga deja el CD Toledo por la puerta de atrás después de un desembolso de dos millones y medio que solo le han servido para que la afición pida su dimisión

El mandatario sin imagen - Foto: ï»David Pérez

Jorge Berlanga ha sido pasto del fútbol. Ese deporte instantáneo, inmediato, sin memoria. Parece increíble que después de un desembolso de dos millones y medio de euros y dos ‘play off’ de ascenso a Segunda División, el mexicano haya tenido que irse por la puerta de atrás y tras peticiones de dimisión infinitas.

Pero achacar este fracaso solo a los imponderables sería faltar a la verdad, porque Berlanga ha pecado, y en varias ocasiones. Que no entre la pelota influye, pero también no haber cuidado un poco la imagen y no haberse rodeado de la gente adecuada, también. Sin embargo, hay algo que le honra, y es esperar a la oferta más adecuada para traspasar el club. Y no el aspecto económico.

Pudo haber vendido antes, y en varias ocasiones, pero el expropietario quería que la transición fuera balsámica. Dejar el CD Toledo en buenas manos estaba entre sus pretensiones y no lucrarse, de lo que se le ha acusado constantemente. De hecho, aunque no ha trascendido la cifra de la compraventa, desde la empresa adquisidora, Domenica Sports, sí que han deslizado que la operación les ha parecido hasta barata.

Desde luego que teniendo que soltar dos millones y medio de euros, Berlanga no ha salido ganando. Eso seguro. Atrás quedan amagos con grupos norteamericanos, chinos o mexicanos, sin la seguridad que proyecta el argentino Alejandro Jara, cuyos valedores son los toledanos Joaquín Sánchez-Garrido y Luis Jaime Puebla. Eso suma.

El caso es que la fiereza con que se ha tratado al mexicano en los últimos meses dista mucho de la ilusión que inyectó a su llegada al CD Toledo en febrero de 2016, junto con Gonzalo del Val y el madrileño José Expósito. Se usó en su día la palabra rescate. Como ahora. Essentium se había cansado de invertir en un club deficitario que encima carga con una mochila muy pesada del pasado. No se tocó lo que había. El equipo marchaba como un tiró en lo deportivo y la inversión arrancó con un lavado de cara del Salto del Caballo. Pequeñas reformas que ayudaron a cambiar la imagen de obsolescencia que reflejaba.

Pero ese remozamiento, es justo lo que no hizo consigo mismo Jorge Berlanga. Partió peras con Expósito y se fue quedando poco a poco más solo. Sí que se le puede reprochar que estuviera más pendiente de sus negocios y delegase en personas de su confianza para conducir el día a día del club. Incluso, le salió cara en la apuesta de un Joaquín Sorribas que parecía verde (inmaduro) en la dirección deportiva pero que repitió fase de ascenso en 2017, a apenas doce meses de tocar la gloria.

De todas formas, la temporada 2017/18 cambió definitivamente el destino del centroamericano en el Toledo. Todo arrancó torcido y no se pudo celebrar el 90 aniversario con alegría. El fantasma de un nuevo descenso sobrevoló la ciudad muchos meses hasta que se hizo realidad. Todo lo invertido dejó de tener sentido y el discurso cambió. Era el momento de volverse austeros. Como muchas veces antes, el grifo del dinero se fue cerrando hasta que apenas salió un hilito. Lógico. Ya nada volvió a ser como antes.

El parche de Juan Juárez para seguir adelante, después de pagar el despido de Fran Cano para traer a Manu Calleja, salió rana y se echó otro enemigo a la espalda. Lo peor es que ya tenía adjudicado el papel de malo en la película y no había marcha atrás. Cada vez que volvía de Barcelona, se encontraba con una pintada, un cartel o un ‘hashtag’: «Berlanga, vete ya». ¿Qué estaba pasando? Que soltar dos millones y medio no es garantía de nada. Porque esto es fútbol y porque su campaña de márketing había sido deficiente. Ni siquiera fue capaz de convencer a nadie de que traer a compatriotas no le estaba costando un euro al CD Toledo. Más bien le suponía ingresos. Pero, claro, es más fácil acusarle de desviarlo a su cuenta. Y, aunque así fuera, era su club. Y cada uno con su club puede hacer lo que quiera.