Astronomía para toda Europa

Jaime Galán
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Los cálculos astronómicos alfonsíes fueron la base de la ciencia europea hasta casi cuatro siglos después

Ilustración de las tablas de Jean de Gmunden. - Foto: LT

Es curioso como unos datos  numéricos de los que actualmente no hay existencia, sirvieron de base para  numerosos científicos durante más de 300 años. Hablamos de las tablas astronómicas de Alfonso X. ¿Qué son esas tablas? Podrían describirse como un conjunto de parámetros y cálculos matemáticos que servían para establecer un orden en el universo, es decir, para conocer la posición de los planetas o el Sol. Aunque, eso sí, válidos para la visión del universo de aquella época y que reúne pocas coincidencias con la actual. A día de hoy no se conserva ninguna de esas tablas, pero sí sus cánones, lo que viene a ser su manual de instrucciones. Uno de ellos se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid firmado por dos judíos que trabajaban en la Corte del monarca.

De tal manera que la única forma para estudiar las tablas era el trabajo que los científicos de siglos posteriores ejercieron sobre ellas. Y he ahí donde entra Beatriz Porres, investigadora medieval que realizó una tesis sobre un sacerdote astrónomo llamado Juan de Gmunden. Ella cuenta que este austríaco estudió y desarrolló sus propias tablas con la base alfonsí dos siglos después. Y no fue el único, porque según Porres, se descubrieron las tablas astronómicas de Alfonso X cincuenta años más tarde de su creación, gracias «a unos científicos parisinos que empezaron a publicar unas tablas distintas a las de la época bajo la firma Alfonsí».

Por cierto que los parámetros previos a Alfonso X utilizados en Europa también tenían origen toledano, debido a que eran obra de Azarquiel en el siglo XII, uno antes que Alfonso X. Estas fueron las que sirvieron de base al rey sabio y que él perfeccionó de la mano de los científicos de su Corte.

Las tablas alfonsíes se mantuvieron como eje central de los trabajos astronómicos hasta Kepler en el siglo XVII, pasando un siglo antes por Copérnico. Pese a que a este fue el descubridor de que la Tierra no era el centro del universo y sí el Sol, seguía trabajando con el modelo alfonsí porque mantenía que las órbitas eran circulares. Fue Kepler en 1609 el que acabó con el legado de Alfonso X al descubrir que estas eran elípticas.

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