Centinelas de las llamas

Ana Pobes
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Su trabajo parece sencillo, pero conlleva diez horas de estar alerta, tensión y soledad. En Ciudad Real hay 38 vigilantes forestales y su función es primordial para alertar y localizar un incendio

Centinelas de las llamas - Foto: Tomás Fernández de Moya

Atención COP (Centro de Operaciones Provincial de Ciudad Real). Estoy divisando humo». Son las primeras palabras que un vigía forestal debe realizar en su emisora tras detectar cualquier tipo de humareda desde su torreta. A partir de ahí, se pone en marcha un dispositivo que va  desde la descripción del humo hasta su posicionamiento a través de la toponimia y la alidada, un aparato que mide la dirección en grados y permite situar el emplazamiento de un fuego. Son los primeros en dar la voz de alarma y su información es decisiva para decidir desde el COP qué medios y personal se precisa. Son los ojos del fuego. Los guardianes forestales. 

Su oficio no es muy conocido, pero es realmente imprescindible para localizar el incendio. Roberto Mora Martín es uno de los ‘escuchas’ del fuego de torreta de vigilancia fija que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha tiene en 19 puntos de la provincia de Ciudad Real. Su trabajo parece sencillo, pero conlleva diez horas de tensión, de estar alerta y de soledad. Trabaja un día sí, y otro no, desde las once de la mañana hasta las nueve de la noche, momento en que finaliza su jornada con la puesta del sol. Así es desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre, cuando volverá con su cuadrilla a limpiar los montes, ya que es otro de los trabajos del plan de prevención de fuegos forestales.  

Natural de Miguelturra este es su cuarto verano como vigilante forestal. Primero lo hizo en Retuerta del Bullaque, después en Puertollano y este año en Almuradiel, donde ha llegado para cubrir una baja y se estrenó hace pocos días con el ‘canto’ de humo. El emplazamieto de su torre le permite ver hasta una distancia de 30 kilómetros de visibilidad. Situada en el monte de utilidad pública de Peñas Negrillas, en el término municipal de Almuradiel, y propiedad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, desde ella se puede divisar el corazón del Parque Natural de Despeñaperros, en la provincia de Jaén, además de una amplía parte del Parque Natural del Valle de Alcudia y una continuidad de zonas forestales, muchas de ellas de utilidad pública. «Una visual importante sobre todo en el entorno forestal». 

Centinelas de las llamas Centinelas de las llamas - Foto: Tomás Fernández de MoyaSu torreta es ejemplo de los trabajos de reforma integral llevados a cabo por la Administración regional con ayuda europea. Su anterior estructura metálica ha dejado paso a un diseño más cómodo y moderno de mampostería. 

La soledad es su principal caballo de batalla, por lo que la lectura, la radio, el móvil y el ejercicio son sus principales aliados. Reconoce que «todo es cuestión de sobrellevarlo psicológicamente». Para ello, asegura, es esencial continuar con una rutina que comienza ya tras subir las escaleras. Es el momento de cerciorarse de que todo el material está operativo; la alidada, los prismásticos y la emisora. Sus inseparables. «Hay mucha soledad pero también mucha responsabilidad», comenta. Un solo despiste puede acabar en tragedia forestal. 

A sus espaldas, una amplia formación que se inicia con un curso básico de incendios forestales y otro específico en el que se les forma sobre las diferentes características del humo, como es el caso del color o la densidad, entre otros aspectos, además del relacionado con las comunicaciones vía radio de cara a que los mensajes sean claros, concisos y no muy largos. Y es que, cada pulsación de emisora solo dura 50 segundos. Tiempo para alertar, avisar y ubicar el lugar exacto en el que se ha originado el humo. «Uno quiere decirlo todo muy rápido y se pone muy nervioso, y ahí está el fallo del torretista, el hecho de querer informar tan rápido que en ocasiones no sitúa bien el incendio», por lo que asegura que mantener la tranquilidad es uno de los factores clave.