Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Llanto por nosotros mismos

22/06/2021

Escribo por la necesidad de saber lo que me pasa, de poner en palabras el dolor que siento, y empiezo a teclear sin pensar a quién puede interesar lo que ahora escribo, por lo que me encuentro en la perplejidad de estar hablando solo.
Mi fe en el orden del universo me hace creer que el mal es la simple ausencia del bien y todo ser es bueno en su existencia por lo que el mal pertenece al no ser, según el axioma agustiniano ‘in quantum sumus, boni sumus’. No hay seres ontológicamente malos ni el mal es apetencia que nos motive pues la voluntad sólo se mueve por el bien (real o imaginado) que me lleva a la conclusión de que el demonio es un invento. Pero el asesino de Tenerife con su ontológica perfección de hijo de puta me obliga a una revisión de mis principios.
Se dice que el asesino es una bestia, pero no es comparación justa pues los animales siguen una adecuada mecánica y sin mayor mérito que cumplir con su bagaje instintivo. Este tipo no es una bestia sino un ser humano fallido.  En contra de la teoría roussoniana, creo que el hombre nace imperfecto porque carece de instintos que le hagan acomodarse al curso de la naturaleza y es gracias a la educación como se civiliza y forma una sociedad de pactos de reciprocidad en que la base es el aforismo ‘haz con los demás lo que deseas que hagan contigo’ que se expresa en la religión cristiana como ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’.
Quien no respeta la convivencia social, mantiene un egoísmo basal y ejerce una actuación de violencia, se convierte en una máquina atroz aun con nombre humano. Este tipo ha dejado muerta de por vida a esposa y para redondear su venganza la dejó en una duda perpetua ocultando los cadáveres de sus hijas y el suyo en las simas del mar.
Este crimen cumple plenamente con los supuestos del machismo, que son el pensamiento de que esa mujer es suya y sus hijos son objetos disponibles. El propietario ve que pierde el control y el poder sobre su pareja y llega a destruirla. Los maltratadores de mujeres son personas normales en su trabajo y su vida social y la violencia sólo la ejercen en su relación de pareja y no sobre sus amigos y vecinos. No son dementes en general sino específicamente.
Pero hay que evitar convertir el dolor en espectáculo y saturar las redes de emociones para aumentar la audiencia. También que los colectivos sociales y políticos utilicen este crimen en apoyo de sus ideologías, apropiándose del dolor y la cólera generales. Así se destaca el machismo como provocador de muertes de parejas e hijos, sobre los casos en que el criminal es una mujer, sin atender que el ser humano puede ser un gran asesino sin importar el género.
Ese tipo de ser humano fallido no tenía otra consistencia que su imagen pública y el desprecio y rechazo de su mujer lo dejó en un descrédito que no pudo soportar. Dentro de él no quedaba sino vanidad, egoísmo y violencia, sin otro porvenir que un fundido en negro. Con su muerte, que él planeó con lucidez perversa, el mundo no ha perdido nada. Sin embargo, a nosotros nos dejó un amargo escepticismo sobre la condición humana.