Técnica pionera para la hiperplasia benigna de próstata

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El Hospital Quirónsalud Toledo es el primero en la región en poner a disposición de sus pacientes la inyección de vapor de agua para abordar esta patología

Técnica pionera para la hiperplasia benigna de próstata

El Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Toledo es el primero de toda Castilla-La Mancha en poner a disposición de sus pacientes la inyección de vapor de agua para el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata (HBP) y ya la ha empleado con éxito en varios pacientes que se han beneficiado de esta técnica mínimamente invasiva y no han requerido ingreso hospitalario.

Este tratamiento consiste en inyectar vapor de agua a la próstata, provocando la muerte celular del tejido y su posterior eliminación natural por el cuerpo.

Puede realizarse con anestesia local, aunque es recomendable asociar una ligera sedación. Esto permite al paciente estar más cómodo. «Utilizamos una cámara, a través de la uretra, que nos aporta una visión exacta de la zona de la próstata que vamos a tratar. Inyectamos el vapor de agua en dos o tres puntos de cada lóbulo de la próstata y retiramos el dispositivo. El vapor de agua destruye el tejido prostático consiguiendo que la próstata se retraiga, aliviando así los síntomas que la compresión de esta produce. Todo esto no dura más de diez minutos. El tratamiento es ambulatorio, por lo que el paciente se puede ir a casa una vez finalizado», ha explicado el doctor Luis Álvarez, urólogo del Hospital Quirónsalud Toledo.

Hasta hace poco la alternativa era un tratamiento con las técnicas clásicas como la cirugía abierta, la resección transuretral (RTU) de la próstata o la vaporización o la enucleación prostática con láser, en las que pueden existir complicaciones como la incontinencia urinaria, sangrado que requiera transfusión o la disfunción eréctil y la eyaculación retrógrada. Esta terapia es eficaz y seguridad, con una muy baja tasa de efectos secundarios o complicaciones. De hecho, consigue preservar la eyaculación en hasta un 96% de los casos, función frecuentemente alterada por los tratamientos médicos o quirúrgicos convencionales

Además de su realización sencilla y fácilmente reproducible, esta técnica permite resolver de una vez un problema para el que habitualmente se prescriben tratamientos farmacológicos de forma crónica, que no están exentos de efectos secundarios «Una vez que el procedimiento se lleva a cabo, el paciente puede regresar a su casa a las pocas horas y lo único que necesita es llevar una sonda durante tres a cuatro días, que le será retirada también en el centro hospitalario donde se le practica la intervención», señala el urólogo.